Enrique Cruz (h) | [email protected]
El entrenador sabalero dijo que Belgrano ganó el partido “por detalles” y que a su equipo le faltó “tener un mejor pase final”. Soslayó la trascendente ausencia de Correa y dijo que eligió a Vera por su experiencia.
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Para Belgrano era una final y así lo festejó, como si hubiesen ganado algo. Para ellos, perder habría significado resignar gran parte o casi todas las chances de entrar en la Sudamericana. Sin dudas que, en esta ciudad, la ecuación Belgrano-Talleres es la misma que vivimos los santafesinos con Colón-Unión. Se juega para uno, pero siempre pensando y mirando, aunque sea de reojo, lo que pasa con el otro. Y los éxitos que fue atesorando Talleres, más esta posición que ostenta el equipo de Kudelka, le crean obligaciones a este Belgrano que también luce, con orgullo, la satisfacción de haber transformado en irreductible su reformado estadio de barrio Alberdi, que lleva el nombre de una gloria de los 80: Julio César Villagra.
No hablaron los jugadores sabaleros, salvo Conti, quien además —coincidente con la opinión de El Litoral— recibió el premio televisivo al mejor jugador de la cancha. Se fueron por un sector de imposible acceso para la prensa, algo que, lamentablemente, se repite en varios escenarios del fútbol argentino, al menos con los clubes de Santa Fe.
Eduardo Domínguez evitó esta posibilidad de irse sin hablar y, como lo hizo casi siempre en Colón, dijo lo que tenía para decir, que no fue mucho y hasta se tornó reiterativo en algunos conceptos que ya viene expresando desde el comienzo de la Superliga, a veces con razón y otras sin tenerla demasiado.
“Sigue dependiendo de nosotros. Ahora nos queda mirar para adelante y saber que tenemos todas las posibilidades de clasificar a la Sudamericana”, señaló el entrenador sabalero. Enseguida, y al ser consultado por las razones de la derrota, dijo que “la definición del partido fue sólo por detalles. Nosotros tuvimos situaciones claras para marcar, pero ellos, en la segunda chance que tuvieron, hicieron el gol y luego supieron defenderlo. Y nosotros, que tuvimos chances, no las aprovechamos”.
En este último aspecto, agregó que “nunca hay que olvidarse que el rival también juega. En nuestro caso, no queda otra que insistir y seguir buscando la manera de tener mejor pase final. Esto no terminó, a nosotros nos quedan tres partidos y seguiremos trabajando en esa búsqueda”.
Luego se refirió a la ausencia de Correa, que evidentemente se hizo sentir en esa falta de peso ofensivo que tuvo el equipo: “Vamos a ver cómo responde en la semana. El dolor que tenía era fuerte, suficiente como para no arriesgarlo. Seguramente esperaremos al martes, en principio, para ver cómo evoluciona, cómo se siente, y a partir de allí haremos los estudios que haya que hacerle”.
Insistiendo sobre esa ausencia, Domínguez no dudó en señalar que “el problema en el fútbol no es individual, sino colectivo. No se puede depender de un solo jugador, nunca. Después, si en algún partido o circunstancia hay una individualidad que se destaca, siempre será a partir de un esquema colectivo que la impulsa”.
También tuvo una breve referencia a Vera, que fue el elegido para tomar la posta de Correa, jugando un mal partido, como viene ocurriendo seguido con este jugador que sólo se destacó en el primer semestre de su llegada a Santa Fe, pero que luego dejó muchísimo que desear: “Fue la posibilidad para él. Lo elegí por la experiencia, porque me parecía que era lo saludable para este partido. También podría haber optado por Tomy Sandoval o por Leguizamón, que son las otras opciones”.
Respecto de lo que dijo Vignatti, en el sentido de que no clasificar a una copa sería un fracaso, dijo que “nosotros hemos trabajado para el crecimiento del club y cuando esto termine habrá que hacer una evaluación general.
Particularmente, lo estoy viendo crecer a Colón. Los triunfos y las derrotas importan, por supuesto. Pero hay un cúmulo de situaciones que no deben dejarse soslayar y sobre las que hemos aportado nuestro trabajo”.
Sus últimas palabras fueron para opinar sobre una jugada que el banco rojinegro protestó airadamente. Fue en el segundo tiempo, cuando Escobar cayó en forma espectacular adentro del área. El “Turco” Mahmed, ayudante de Domínguez, protestó airadamente. El técnico lo tranquilizó de inmediato y se quedó mirando a Trucco. Dio la impresión de haberse quedado con alguna duda y se refirió a la misma: “Daría la impresión de que hubo un contacto. No sé si Trucco no lo vio o si creyó que no era penal”, concluyó el entrenador rojinegro antes de subirse al micro para emprender el regreso a Santa Fe y esperar a River.
¿Por qué no jugó Correa?
Fue la ausencia más notoria. Y obvio que se sintió. Es la carta de gol clave que tiene Colón, un rebotero que prometió lo que está cumpliendo y lo que tanto cuesta conseguir en el fútbol argentino.
Javier Correa ya planteaba dudas en la semana. Por eso, Domínguez resolvió viajar con 21 jugadores a Córdoba, sabiendo que se podía quedar sin el goleador. La cuestión era hacerlo descansar lo máximo posible y probar en el momento de la salida a la cancha. Ni más ni menos. Estaba, como se dice en la jerga futbolera, “entre algodones”. Pero Domínguez lo quería adentro de la cancha.
Una hora antes del partido, Correa salió a moverse en compañía del profesor Santella. Corrió un poco, saltó, hizo algunos piques y enseguida se fue al vestuario. Parecía que estaba todo normal, pero no era así. Cuando minutos más tarde salió a moverse con el resto de sus compañeros, sintió la molestia en ese gemelo que ya lo había puesto en alerta durante la semana. Llamó la atención que luego, cuando ya todos estaban en el vestuario, haya salido Vera, en soledad, a hacer algunos trabajos de intensidad física para completar su propia preparación. Es que Vera iba a jugar y Correa no.
Sin dudas que la decisión, más allá del dolor que puede haber sentido el delantero sabalero, se tomó apelando a una alta dosis de prudencia. Si Correa entraba, se podía quedar afuera no sólo de inmediato y en este partido, sino también de lo que falta (dos partidos completos y un mini partido con Vélez).
Era preferible perderlo, por más que se lo haya extrañado horrores, en un solo partido y no en cuatro, porque seguramente no podría haber completado todo el tiempo contra Belgrano y allí habría aparecido en toda su dimensión esa contractura —con riesgo de desgarro— que lo estaba alertando.