El Litoral
La sede de la Comisión Electoral Suprema de Libia (CESL) en Trípoli fue atacada hoy por cuatro hombres armados que irrumpieron a los tiros y activaron un potente explosivo que dejó al menos 13 muertos y varios heridos.
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Télam
El portavoz de la Comisión, Jaled Omar, precisó que el ataque se produjo a primera hora de la mañana y que entre los fallecidos hay tres miembros del equipo que preparara los próximos comicios legislativos y presidenciales y cuatro agentes de seguridad que custodiaban el edificio.
Testigos del hecho, indicaron que el atentado se produjo durante un intento de copamiento del edificio por parte de un grupo armado, que desencadenó un enorme incendio visible en el centro de la ciudad.
"Los guardias de seguridad que custodiaban la entrada entablaron un tiroteo con los asaltantes que duró varios minutos y en el medio del ataque se produjo una fuerte explosión", explicó un testigo que prefirió no ser identificado.
La sede pudo ser desalojada con celeridad y las fuerzas de seguridad persiguieron a los asaltantes por las calles, agregó Omar sin revelar más detalles sobre la suerte de los atacantes, según informó la agencia EFE.
Ningún grupo asumió la autoría del ataque, el primero de esta naturaleza que se produce en meses en la capital libia y que ocurrió apenas dos días después de que la comunidad internacional apoyara el proceso impulsado por la enviado especial de la ONU a Libia, Ghassem Saleme.
La Comisión Electoral Libia es un cuerpo formado por la ONU que tiene como principal función registrar a los libios que deseen votar en las próximas elecciones presidenciales y legislativas, para las que aún no hay fecha concreta.
El proceso forma parte de un nuevo plan de paz y reconciliación lanzado por el propio Saleme tras ser designado para el cargo en septiembre de 2017 y que el diplomático libanés pretende se celebre este año pese a la situación de inseguridad que vive el país.
Expertos locales, no obstante, consideran que no es posible llevar a cabo la consulta a corto plazo y dudan de su efectividad, a la luz de lo ocurrido en 2014, cuando con una situación de seguridad más propicia, apenas votaron 630.000 personas, un 10% de la población libia.
Esas elecciones sumieron Libia en la división política y el caos actual, ya que el entonces gobierno islamista en Trípoli no reconoció el nuevo Parlamento, que se vio obligado a instalarse en la ciudad oriental de Tobruk.
En septiembre de 2015, y tras un proceso de diálogo fallido, la ONU forzó un acuerdo y creó el llamado Gobierno de Acuerdo Nacional, que desde abril de 2016 está establecido en la capital, pero apenas tiene apoyo en el resto del país.
En la actualidad, el hombre fuerte es el mariscal Jalifa Hafter, un ex miembro de la cúpula que aupó al poder a Muammar Kaddafi, el gobernante asesinado por una turba en 2011, pues controla el Parlamento en Tobruk y los principales recursos petroleros.
Hafter, que en los 80 fue reclutado por la CIA y trasladado a Estados Unidos, donde se convirtió hasta 2011 en el principal opositor a Kaddafi en el exilio, dijo en enero pasado a la revista Jeune Afrique que "Libia no está madura para las elecciones".
Además de la división política, el país está sacudido por la presencia de numerosos grupos yihadistas y por la actividad de grupos de contrabandistas de personas, armas y combustible que sostienen su economía.