Federico Aguer | [email protected]
El posible freno a la baja de las retenciones a los granos significó un duro golpe a la credibilidad del Gobierno Nacional, y dejó trascender internas que despertaron incertidumbre a futuro.
Federico Aguer | [email protected]
La semana pasada, el freno a la gradual baja de retenciones a la soja, y la eventual reimplantación de la medida al trigo y el maíz fue un tema que se inició como un rumor periodístico, pero que al no haber desmentidas fehacientes, impactó en la credibilidad del Gobierno y en las cotizaciones de los mercados.
“Menos mal que hubo sequía, sino nos volvían a meter más retenciones”, circuló en las redes sociales, de parte de un productor que respiró aliviado cuando, finalmente, el rumor fue contradecido por el presidente.
Sin embargo, al menos dos ministros del Gabinete se encargaron de aclarar que la medida se descartaba “por ahora”, y que de hecho estuvo sobre la mesa de negociaciones. Según estudios privados, la presión fiscal que enfrenta el sector es mayor al 64 % (llegó a ser mayor al 80), y aún así muchos productores todavía se mantienen en la actividad.
Si es verdad que pretenden transformarnos en el supermercado del mundo, el permanente cambio en las reglas de juego para producir es un escollo insalvable. Consolidar políticas de Estado para volver a posicionarnos como jugadores serios, implica aliviar la presión fiscal, y no aumentarla cada vez que las “papas queman”.
Lo cierto es que luego de la inundación y la sequía, y cuando todo parecía encaminarse a una campaña récord de granos finos; la falta de conocimiento, la escasa capacidad comunicacional, y la impericia política se juntaron para asestarle un golpe al mentón a la credibilidad de la palabra oficial. A partir de ahora, quedó claro que todo es posible, una vez más.
En el hemisferio norte es el propio Estado quien subsidia a sus farmers, ya que “sirven” a su país en la producción del alimento y energía. Desde la ruralidad agregan valor, mantienen a la gente en el campo y generan riqueza. Acá, en cambio subsidiamos a quienes no trabajan, para mantenerlos en la pobreza. La distancia es grande. Y se traduce en la calidad de vida de la gente.
FOTO: Cuando se intensifica la siembra del trigo, el campo casi se enfrenta con otro cambio de reglas de juego.
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