El Litoral / [email protected]
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Diego Armando Maradona, con 25 años y siendo en esa época genio y figura del modesto Napoli de Italia, fue la estrella que guió con su luz al seleccionado de la Argentina en la brillante conquista del segundo título mundial, el de México ‘86, bajo la conducción de un entrenador obsesivo que supo cobijarlo como Carlos Salvador Bilardo.
Diego fue el capitán, conductor, goleador (anotó cinco tantos, uno de ellos memorable y considerado el mejor de la historia de los mundiales) y columna vertebral del equipo que eliminó, entre otros rivales, a Inglaterra en un partido por cuartos de final que quedó inmortalizado por sus dos tantos, el de la famosa “mano de Dios” y el segundo, considerado el “gol de todos los tiempos”.
Bilardo impuso su estrategia de juego a lo largo de la competencia, con un esquema innovador, el 3-5-2, con una defensa con un líbero y dos stoppers, más cinco mediocampistas. Así, escaló peldaño tras peldaño, hasta alcanzar el título luego de una campaña brillante, sin fisuras, con un Maradona excelso y otros solistas que rindieron a pleno para conformar un verdadero equipo.
El 29 de junio de ese 1986 llegó la hora señalada. Eran las 12 del mediodía en el Distrito Federal, 16 horas en Argentina. El partido empezó bárbaro para el seleccionado dirigido por Carlos Salvador Bilardo. A los 22 minutos, de una falta sufrida por José Luis Cucciuffo (único campeón ausente, falleció en 2004) llega un tiro libre ejecutado por Burruchaga para que se eleve el “Tata” Brown. Gol y delirio. El festejo del defensor que nunca habrá soñado ver su nombre estampado en el marcador de una final del mundo es elocuente.
A los 11 minutos del segundo tiempo estiró la ventaja Jorge Valdano, ese delantero exquisito adentro y afuera de la cancha. La jugada nace de una contra que él mismo generó y —con la colaboración del gran Negro Enrique— logró quedar cara a cara frente al arquerazo Schumacher para no fallar y sentenciar el 2-0.
Pero llegó una arremetida alemana letal. De dos tiros de esquina (gran paradoja para Bilardo, sufrir goles de pelota parada), primero Rummenigge a los 29 minutos y luego Rudi Völler a los 35. Baldazo de agua fría con el empate.
Pero el genio frotó la lámpara, pese a la marca de hierro de los alemanes que intentaban montar un muro de Berlín a su alrededor. Tres minutos después del empate, a los 38. Maradona, el genio del fútbol mundial, sortea la marca de 5 alemanes de casaca verde tocando de primera. Dejó solo a Jorge Burruchaga para una carrera hacia la gloria eterna: se llevó la pelota en velocidad y la pudo acomodar para un toque suave de zurda que superó a Schumacher y se fue a dormir al fondo del arco, besando el costado derecho.
El árbitro brasileño Arpi Filho pitó el final y la locura mundialista estalló desde Usuhaia a La Quiaca, en un mundial que ganó uno de los mejores seleccionados que haya campeonado y con el mejor jugador de todos los tiempos en la historia de los mundiales.
Un gran recuerdo del Mundial de México 1986: Los dos goles de Maradona a Inglaterra.