Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
Un planteo pensado y entendido por los jugadores, que llevó a Colón al logro de un triunfo del que habla toda Argentina y todo Brasil también. ¿Hará lo mismo en la revancha?, ¿será un esquema para repetir en la Superliga? En un año y medio que lleva Domínguez en Colón, no hubo antecedentes como el del jueves.
Enrique Cruz (h) | (Enviado Especial a San Pablo, Brasil)
Muchos se pellizcan todavía, no lo pueden creer, no caen del asombro. Confieso algo: Vignatti se tenía una fe tremenda, casi desbordante. “¿Firma el empate, José?”, le preguntaron. “Ni loco”, contestó con firmeza. Fue en el almuerzo que compartimos con la dirigencia rojinegra en el desapacible mediodía del día del partido. Y enseguida el presidente preguntó por el equipo, quería saber la formación. ¿Avizoraba algo?, quién sabe. Si lo que luego se supo es cierto, Domínguez empezó a pergeñar el equipo para jugar contra el San Pablo después de la victoria por penales ante Deportivo Morón en el Parque Independencia. Sin Conti en el plantel, cuando se confirmó la incorporación de Erik Godoy —precisamente en esos días posteriores al cotejo de Copa Argentina—, ya Domínguez empezó a planificar los cinco defensores. ¿Razones?, protegerse todo el ancho de la cancha ante un equipo brasileño con mucha tendencia a abrir el frente de ataque.
Colón jugó un partido de “laboratorio” que Domínguez se “negó” a admitir la noche previa al partido. Para ser sincero, casi nadie se imaginaba la formación que puso Domínguez. Bajo su mando, Colón nunca había jugado con cinco defensores. Las razones fueron muy claras y valederas. Además, Domínguez tenía totalmente definido que iba a jugar a esperar y que la idea era la de dejarlo venir a San Pablo para luego atacarlo con salidas rápidas, aún a expensas de no disponer de jugadores muy veloces del medio hacia arriba.
Todo esto también trajo aparejado un convencimiento de los jugadores, porque, como decía Domínguez después del partido, no hay ninguna planificación ni idea de partido que se pueda llevar a la práctica con éxito, sin tener el acompañamiento de los jugadores. El caso típico para definirlo es el de Alan Ruiz, un jugador que está acostumbrado a jugar de otra manera, más cerca del arco rival, con mayor compañía y posibilidades de descarga.
El jueves, Alan Ruiz jugó apenas unos metros más adelante de Fritzler, se tiró al piso para marcar, se sacrificó y también mostró que le está faltando fútbol porque entró en algunas imprecisiones impropias para un jugador de tan buen pie como el enganche rojinegro. Y el otro que se “perjudicó” fue Javier Correa, que quedó a expensas de algún pelotazo largo que hizo acordar a aquél tan comentado hecho en el partido con Morón, cuando le pidió a Domínguez que dejen de tirarle pelotazos en el partido de Copa Argentina y, al final, el gol lo termina haciendo así, con un pelotazo de 60 metros que le tiró Olivera.
Salió muy bien. La pregunta es: ¿servirá para la revancha?, ¿servirá de esquema y estrategia definitiva? Esto último de ninguna manera. Nunca un equipo de Domínguez jugó así. Por eso lo de la “mentirita piadosa” de Domínguez cuando El Litoral lo consultó sobre el “partido de laboratorio”. Está bien. Hubiese sido desnudar la estrategia y avivar a un entrenador (Diego Aguirre) que se sorprendió con el esquema y el planteo sabalero. Respecto de la revancha, el hecho de haber ganado y de obligar al rival a salir a hacerlo de visitante, le tira toda la responsabilidad a San Pablo. Domínguez supo qué iba a hacer el rival siempre, en todo momento. Y lo controló al partido, a pesar de que San Pablo tuvo el 65 por ciento del tiempo la posesión del balón y Colón apenas el 35. Y San Pablo pateó 13 veces al arco y Colón sólo 3. Pero todo esto también estaba dentro de lo planificado, podía darse, se lo veía venir el técnico. Y fue obrando en consecuencia.
Ahora va a armar la estrategia en función de lo que pasó en el primer tiempo y de las obligaciones que aumentarán para el rival. No está dicha la última palabra, por supuesto, mucho menos tratándose de un equipo de la envergadura de San Pablo. Pero el primer paso que se dio, no fue un paso, fue un gran salto para buscar los octavos de final.