Juan Ignacio Novak
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La obra dirigida por Luciano Delprato subirá a escena el sábado 1º de septiembre en la Abadía. Usa un dispositivo escénico novedoso para trazar una metáfora sobre la transgresión. El bufón representa la parte “sacrílega y apocalíptica de lo humano, también la de mayor potencia transformadora”, señaló el director.
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“Vos sos un bufón detrás de escena”. Esas palabras le decía la actriz Julieta Daga al dramaturgo Luciano Delprato y en ellas es posible rastrear el origen de la obra que lleva ese mismo título, “Bufón”, que irá a escena el sábado 1º de setiembre a las 21.30 en el Teatro de la Abadía (Estanislao Zeballos 3074). “la idea surge de Julieta que viene investigando y entrenando bufón hace años. Yo soy un advenedizo, pero ella conocía mis producciones como dramaturgo y director y me decía que había una conexión natural entre la poética irreverente y corrosiva del humor del bufón y el mío. Ella es una creadora muy sabia e intuitiva, yo la sigo donde su instinto le señala”, contó el director a El Litoral, en la previa a la presentación en la ciudad de Santa Fe.
En la puesta, que es en síntesis un cuestionamiento a los poderes establecidos, incorpora diversas técnicas algunas de las cuales provienen del clown. “El bufón y el clown son parientes cercanos, pero son muy diferentes. No hay inocencia ni candor en el bufón, es una creatura que construye su lazo con la platea en un borde ambiguo entre lo escatológico y lo sublime, combinando el barro y las estrellas, lo profano y lo sagrado, transgrediendo jerarquías y estratos. Tiene una actitud conscientemente iconoclasta, mientras que en el clown la subversión aparece muchas veces de modo accidental, como la consecuencia colateral de una torpeza. Por ponerlo en palabras de algún modo, podríamos decir que el clown sufre accidentes y comete errores, los sufre y busca consuelo en el amor de la platea, mientras que el bufón es el accidente, es el error en sí, y goza viendo el mundo arder. Representa la parte más sacrílega y apocalíptica de lo humano, por eso mismo también la de mayor potencia transformadora”, indicó Delprato.
—¿A qué obedece la decisión de introducir en la obra momentos que alientan la participación del público?
—La participación de la platea es clave. Todo límite que se plantea es una tentación para el bufón, que desprecia los límites. Incluso el que separa el patio de butacas del escenario, la presencia y la representación. Además, en la obra, lo que le da sentido al bufón es su relación con el rey, el lugar del poder de lo establecido, que históricamente se identifica en el teatro, sobre todo en su derrotero del siglo XIX y XX, con la figura del soberano público, empatada con la figura del consumidor y la constante búsqueda de su satisfacción, desde la Revolución Industrial. El trono a cuyos pies se hinca el bufón contemporáneo es la butaca de la platea, y la bufonada es una burla ácida sobre ese mismo lugar al que se honra. Así es el bufón, aquel que muerde la mano que le da de comer. Y logra una carcajada redentora en el proceso.
Dispositivos y metáforas
—El dispositivo escénico que crearon para la obra, a la vez vestuario y escenografía, fue elogiado y hasta premiado ¿qué características tiene?
—El dispositivo escénico hace referencia a la cruza entre el palacio y la intemperie. Es una especie de castillo hecho de colchones podridos. Toda la visualidad del espectáculo está basada en la búsqueda de la belleza en lo podrido. Los colores de los hongos y la materia en descomposición, el verde, el ocre, los amarillos y ámbares. Hay una gran belleza oculta en lo que consideramos basura o desecho. Ése es el poder del bufón, salvar lo descartable, encontrar tesoros en los basureros.
—En la sinopsis, marcan una premisa muy fuerte: “Desde que existen los reyes, existen los bufones”. ¿de qué modo se podría pensar esto en la actualidad?
—La realeza y la bufonería existen como metáfora de todo lo que es solemne, legal, sagrado y que está colocado en un lugar de reverencia, en vínculo de tensión con aquello que es salvaje, indómito, bajo, menor, transgresor, revolucionario. la lucha feminista, donde ves fotos de unas pibas tatuadas y con el pelo teñido de colores estrambóticos, enarbolando sus pañuelos verdes, enfrentándose a unas fuerzas policiales represivas todas vestidas de negro, con cascos, armaduras y escudos, me parece una postal muy gráfica de la contemporaneidad de esta relación.
Comedia ácida
—La obra ya se presentó ante el público santafesino ¿Cómo recordás la respuesta del público y qué les señalarías a los que todavía no la vieron y podrán hacerlo en la función que se realizará en la Abadía?
—La respuesta del público fue muy buena, ya estuvimos dos veces y fue tan lindo que nos alentó a venir de nuevo. El espectáculo es una comedia ácida, que invita a la gente a reírse de sí misma, una práctica muy vigorizante y renovadora. Todas las personas que estamos involucradas nos divertimos muchísimo haciéndola, vengan a contagiarse de eso, que divertirse es encontrar “otra versión de las cosas”, es cambio, es vida, es alegría. Y nos hace mucha falta en estas épocas difíciles. Al mal tiempo, bufonada.
Créditos
A la actriz Julieta Daga y el director Luciano Delprato se suman para la realización de “Bufón” Marcos Cáceres, en asistencia dramatúrgica; Gerardo Schiavón, en música; Lucas Chami, en diseño gráfico, y María Paula del Prato, en producción general.