Ignacio Andreychuk | [email protected]
El ahora presidente Honorario de la Came, e integrante de las cámaras provinciales Fececo y AER, visitó la Redacción de El Litoral tras recibir en nuestra ciudad un reconocimiento a su trayectoria dirigencial por parte del Centro Comercial de Santa Fe. Habló sobre el momento desfavorable para la producción en el país y cuáles son las posibles salidas.
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Elías Soso es hoy presidente Honorario de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came), mismo cargo que en la Asociación Empresaria de Rosario (AER), y vicepresidente 3° de la Federación de Centros Comerciales de la Provincia de Santa Fe (Fececo). Es una de las máximas referencias en todo el territorio provincial al momento de referirse a las pymes, al comercio, los servicios, la producción. A sus casi (muy bien llevadas) ocho décadas de vida, hizo una detallada evaluación sobre el momento desfavorable que atraviesan las pymes del país, con caída del empleo privado formal y un jaque a todo el circuito productivo. Soso, aclara ante todo, que desea que al gobierno central le vaya bien “ya”, porque “las pymes tiene su destino atado al destino nacional”.
“Lo que estuve haciendo últimamente es hacer propuestas más que protestas. Sabemos lo que está pasando y la gente se agotó. La clase política argentina adolece de mala praxis, porque el resultado de su gestión está a la vista. ¿Qué obligación tiene el dirigente político? Decir la verdad y ayudar a la solución de los problemas. Nosotros no podemos asociarnos a los proyectos de los partidos políticos si nos asociamos a los proyectos de los sectores que representamos. Prácticamente somos la clase media, la que le da sustento a la sociedad”, introduce.
“En cuanto a la actual situación -prosigue-, este gobierno subió con un apoyo importante de los que lo votaron y de los que no, incluso todavía goza de la aceptación de algunos sectores de la sociedad, creo que los que lo rodean, quienes le brindan información al Estado, está basada en determinados parámetros que no se concilian con la realidad de la calle, entonces nosotros nos transformamos en los mejores socios de todos los gobiernos de turno. En ese sentido, siempre digo que las entidades se transforman en entes oficialistas no porque aplaudan todo, sino porque le ayudan a salir del pantano. Si nosotros decimos, como lo viene haciendo Came hace años, que las ventas caen, lamentablemente teníamos razón. Pasó que el error parte de una base, pese a que yo me había puesto contento cuando decían que iban a implementar políticas desarrollistas”.
“Ahora lo podemos decir, a esta altura de las circunstancias, porque creo que estamos jugando con eso. El equipo económico del gobierno tomó a la inflación como la causa de todos los problemas, pero es la consecuencia de todos los problemas. Fundamentalmente, de la falta de crecimiento sostenido de la producción y de la oferta en la Argentina. Volcados como están, al ser una política monetarista han priorizado la relación peso-dólar con los resultados que uno ya más o menos sabe, máxime con una sociedad que está avivada en ese tema. Pero nosotros creemos que hay que mirar más a los sectores productivos. Tenemos que alimentar al mercado interno”, sostuvo Elías Soso.
“En el año ‘58, se implementaron medidas para el desarrollo económico nacional. Digo esto porque intento aportar ideas para encontrar salidas a la actual situación, por eso lo destaco. Siempre hay que recurrir al mercado interno, por eso inexorablemente recurre al ahorro internacional. En este aspecto, yo no fui un crítico de crédito que pide el gobierno al Fondo Monetario Internacional, lo que pasa es que el crédito puede ser destinado a resolver los problemas del sector financiero o puede, con un programa de desarrollo económico, volcarse a Vaca Muerta, a la explotación del litio, a la explotación de nuestras riquezas naturales, a subsidiar la industria manufacturera, como la textil y el cuero. Todo eso requiere de una política monetaria inteligente, con una tasa más que razonable. Por eso, los primeros tiempos de la aplicación de este plan dieron como resultado una secuencia negativa por el cual se aligeró el proceso inflacionario en la Argentina, por un lado, y los números de las cuentas estaba en rojo, pero es natural porque había que seguir subsidiando; no había que bajar el perfil del sueldo, razón por la cual se aumentaron los sueldos por encima del proceso inflacionario, ¿y para qué?, para que la gente empiece a consumir. El sueldo, al margen de que es una medida que está vinculada con que el hombre debe ganar lo mínimo e indispensable para alimentase, cobijarse, sanarse y educarse, es indispensable también no olvidar que es una herramienta de política económica”, repasó.
“Esto es una verdad de Perogrullo. A mayor consumo, mayor trabajo también. En los primeros tiempos de un plan así, la turbulencia genera saldos negativos en las cuentas del país, pero como la rueda va en circuito hacia afuera y no hacia adentro, vamos generando un círculo virtuoso que, a mayor producción, mayores puestos de trabajo, mayor consumo y mayor recaudación. Todo eso permite dos cosas: primero, generar una gran actividad privada, que succione a los empleados del Estado, porque al haber crecido como se creció en aquel tiempo las industrias metalmecánica, petroquímica, petróleo, gas, etc., la gente prefería irse a este sector a cobrar más. Así se achica la presión de los costos operativos del Estado, sin tocar su especie, que tiene que manejar la conducta de la gente y la política económica; entonces sale esa presión de los sueldos, lo absorbe la actividad privada y se retroalimenta el proceso por el aumento del consumo interno. Esa es la base de sustento”.
—Además de mejorar la oferta interna...
—Sin dudas. El primer paso cuál es: al tener esta introducción en sus negocios de aumentos de ventas, se empiezan a resolver largamente sus costos operativos acá y mejora su performance para la exportación, porque los costos de funcionamiento de la empresa los salva el mercado interno.
Entrás al mercado internacional a competir en condiciones diferentes, y no ya con los productos primarios sino con valor agregado. Una tonelada de algodón cuesta 1.500 dólares, en cambio una tonelada de algodón hecho telas se transforma en 55.000 dólares. Esa porción de valor agregado es la que hoy la Argentina no tiene. Estamos importando producto pagando caro y vendiendo nuestros productos baratos. Los productos primarios resuelven el problema del 20% de los proceso de desarrollo económico; se requiere un 80% del sector industrial. Y a ese sector industrial hay que retroalimentarlo; correr el riesgo al inicio, porque ahora también estamos en rojo pero estamos preocupados porque no sabemos qué vamos a hacer en el futuro. Lo digo con la intención de que al país le empiece a ir bien cuanto antes; nosotros como sector pyme, apostamos a que al gobierno le vaya siempre bien porque las pymes tienen su destino atado al destino nacional, puesto que la planta la reinvierten acá. Además, hay algo que a mí me duele mucho, y es que la Argentina adolece de una carencia enorme de amor; un manto de amor necesita esta sociedad, y las sociedades necesitan tener comunes denominadores. No hace falta que la unidad sea total; eso no existe.
—Incluso la política ha desunido en los últimos tiempos...
—La política, no; los políticos. El pueblo está ávido de resolver este problema, pero noto un cansancio en la gente. Yo hago las compras, voy, busco, veo los precios, escucho, opino... la gente no está cómoda como vive hoy en la Argentina, ni a favor ni en contra. Inclusive, creo que es una forma de destrozar la seriedad que debe tener la clase política. Acá se perdió la fe y la confianza. Y tampoco es culpa de los sueldos y jornales. Por ejemplo, Alemania paga los sueldos más altos del mundo, pero exporta a 100 mil dólares la tonelada. Nosotros mandamos a 300 ó 400 dólares, entonces seamos francos: es imposible alcanzar esos niveles de salario porque lo nuestro es mínimo. Argentina es potencialmente superior a Alemania y a cualquier país del mundo, pero tiene que romper esta estructura. Nos está matando el egoísmo; hay una tremenda falta de cariño por la bandera, por la gente. Los mismos tipos que van a Europa y no tiran nada en la calle, acá hacen todo lo contrario. Es un problema generalizado, de carácter cultural, que es muy difícil de revertir.
—El cansancio de muchas pymes y comerciantes chicos, por diferentes factores del mercado, hace que empiecen a ver a posibilidad de no continuar el negocio. Algunos también bajan a la informalidad. Desde Came, Fececo y la AER se ha trabajado contra este avance de lo informal. ¿Cuánto se logró al respecto?
—Tanto Came como las cámaras provinciales han tenido este tema como central en sus acciones. Pero eso también sucede porque los políticos hacen una mala lectura de realidad. Hace más 50 años que estoy en este mundo del comercio y siempre ha existido la informalidad, aunque hace un tiempo tomó características desorbitadas. Y sucede que cada vez que hay una crisis, cuando nosotros marcábamos este tema, te decían: “pasa que laburan” y qué se yo... El vendedor ambulante se pone a vender en la puerta del que tiene un local. Y yo pregunto: ¿hay menos pobres que antes o más? Eso es asegurarse el sistema de la pobreza eterna y permanente para esa gente.
Acostumbrarlo a que hasta ahí llegó, no a la posibilidad cierta que tiene de ser algo más. Creo que deben (por la clase política) abrir los ojos en esos en estos temas. Nosotros queremos contribuir a que no haya pobres en la Argentina, no a establecer la pobreza. Cuando hace un año, aproximadamente, se desbarató una venta masiva en la calle (por la feria La Salada), un 30 ó 40% de las personas que trabajaban en esas condiciones fueron tomados por los propios comerciantes para formar parte de sus equipos de colaboradores. De eso también participó Came y Fecoba.
—En este contexto, el Santa Fe más territorial, la provincia en toda su extensión, ¿le escapa a estas generales del país?
—No puede escapar. La provincia ahora también se encuentra con un angustioso problema que es la caída de la obra pública, y parece que en el interior tenemos que pagar el pato. Ahí también se nota que está descuartizado el poder federal, porque habría que haberse sentado con el presidente para plantearle que esto es inadmisible. Por ejemplo, en un vehículo, el costo real es el 46% por ciento de lo que te cobran; el resto son ítems vinculados con los impuestos que pagás, la mayoría de carácter nacional, y eso no califica como distribución para las provincias. Entonces, laburamos y encima tenemos que dejar plata que para sea Buenos Aires y Capital Federal los dos únicos reductos del país que tendrán aumento de ingresos en el presupuesto del año que viene.
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Distinción
Fabián Zanutigh, gerente general del Centro Comercial de Santa Fe, comentó que “la entidad, en nombre del presidente Daniel Bustamante, tomó determinación de hacerle un reconocimiento a Elías Soso, como dirigente y como persona”. Esto ocurrió el pasado lunes 27 de agosto en las instalaciones del CCSF.