Enrique Cruz (h)
El “continente” (la expectativa de todos los hinchas y el espectáculo de la gente en el estadio) fue defraudado por el “contenido” (el muy mal partido que los dos equipos brindaron).
Enrique Cruz (h)
El alza del dólar, la suba de los precios, la incertidumbre, los conflictos y todas esas cosas que ya forman parte del día a día de los argentinos, se esfumó de la cabeza de los santafesinos como por arte de magia el domingo. Para los que pensaban que “no había clima de clásico”, la realidad pegó un golpe duro cuando la ciudad se paralizó y el estadio se llenó. Dicen que hubo más gente que contra el San Pablo. La tribuna sur (a la que iban los que compraban la entrada general a 500 pesos) se llenó como hacía mucho tiempo no se veía, porque en la gran mayoría de los partidos de los últimos tiempos, esa tribuna estuvo inhabilitada para el acceso del público.
El espectáculo y el interés de la gente estuvo garantizado como siempre y se esperó con ansiedad y nervios el pitazo inicial de Rapallini. Hasta ahí llegó la cosa. Desde allí, en adelante todo empezó a desvanecerse y el partido no dejó nada a tono con la expectativa previa.
Fue una pena, una previsible lástima. El partido no dejó nada, ni siquiera algo para la polémica. ¿Por qué lo de previsible?, porque los dos se metieron en la cabeza el “jugar a no perder”. Y cuando dos no quieren, es imposible que puedan. Arriesgaron poco y nada. Unión jugó como lo hace siempre, pero sin profundidad. La jugada más clara de gol que tuvo fue una pelota quieta (el cabezazo de Bottinelli en el arranque del partido).Colón volvió a tener una orfandad de ideas que no es nueva y que es una de esas cosas que se le discute a un DT como Domínguez, que parece tener clara una parte del libreto (el de defender bien y ser sólido y confiable en ese rubro), pero que no tiene una línea de juego definida, con aspectos inentendibles como el de utilizar a Alan Ruiz como un iniciador de jugadas, a 50 ó 60 metros del arco adversario. Y frente a un equipo como Unión, que inspira su juego en la presión que ejercen los mediocampistas, terminó siendo un aspecto saludable para controlar por completo el juego de Colón. O en todo caso, el “no juego” de Colón.
El empate era un resultado previsible. 1) Porque son parejos; 2) porque se conocen mucho; 3) porque sus DT no querían rifar en un partido aunque más no sea una partecita de la estabilidad que tienen y de los logros conseguidos en sus clubes. Pero semejante marco y expectativa quedaron pulverizados en 90 minutos de un fútbol totalmente ausente. De calidad y de emociones.