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Para la funcionaria santafesina, la transformación del ministerio nacional en secretaría abre interrogantes sobre autonomía y orientación de las políticas del área. Incertidumbre por fondos para nuevos proyectos.
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La novedad de que el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación a cargo de Lino Barañao pasaba a la órbita de Educación, ahora como secretaría, sorprendió como versión durante el fin de semana, se confirmó el lunes tras los anuncios del presidente Mauricio Macri y miembros de su gabinete, y fue recibida con escepticismo, entre otros, por sectores vinculados con la investigación. Para la ministra de Ciencia, Tecnología e Innovación de la provincia, Erica Hynes, es “una señal muy desalentadora”. Y para explicarlo despliega varios argumentos.
“En primer lugar, (esta transformación) le quita entidad a políticas como las autónomas que, si bien, pueden articular con la producción y por supuesto con la educación superior, también deberían hacerlo con otras áreas como energía, transporte. En fin, todo el Estado merece un aporte de la ciencia y la tecnología y lo reclama. Pero justamente para ser innovador, para tener mejores herramientas de gestión y políticas más eficientes, estas articulaciones se deben hacer desde un lugar de fortaleza y no de menores recursos y menor jerarquía”.
Por otra parte, Hynes consideró que incorporar el ministerio como una secretaría de Educación “también es una señal en el sentido de dónde cree el gobierno que debe estar Ciencia y Tecnología. En este sentido, me parece que se le saca énfasis a su relación con la innovación y el entramado productivo, y se lo pone en un lugar más clásico de producción de conocimientos básicos orientados, más que nada, a la formación de recursos humanos altamente capacitados en el seno de las universidades y en el seno de las disciplinas. Y le saca el impulso interdisciplinario y de inyección de conocimiento a través de la innovación en el sistema productivo que es muy necesario”.
Sin embargo, éstas son señales que “se pueden leer a partir de los hechos, no están dichas ni son explícitas”. Y en este punto, volvió a un tema que ya había planteado en una entrevista reciente con este diario: “Antes de que suceda esto (por los cambios en el gabinete) reclamábamos que se explicite cuál era la política de ciencia y tecnología, y que haya un diálogo real con los actores para saber qué se proponía el gobierno nacional para esta área y cuál era el contenido que le quería dar. Ahora estamos analizando hechos ya consumados”.
—¿Qué efectos puede tener esta modificación del organigrama nacional en las políticas que se desarrollan en estas áreas?
—Justamente, lo primero que se plantea en este nuevo escenario es cómo va a ser la relación del área con el entramado productivo y las plataformas de innovación. Sin embargo, que dependa de Educación tampoco garantiza que va a haber un buen diálogo con las universidades, que son organismos de mucha importancia para la producción de conocimiento y hace tiempo que están reclamando financiamiento y mejora en la dedicación exclusiva para poder incrementar ese rol: no solamente enseñar y hacer extensión, sino también producir conocimiento y transferirlo. Y esa articulación entre la investigación y educación es muy necesaria. Estaría muy bueno que esto se realice, pero no en un marco de ajuste, sino de crecimiento y fortalecimiento mutuo. Así que una de las primeras señales que se ven como negativas es ésta: la relación con el entramado productivo. Y, por otro lado, se plantea el interrogante del relacionamiento real o meramente administrativo y formal con el sistema educativo.
—¿Santa Fe volvió a tener novedades en relación con recortes de recursos o programas?
—El impacto para Santa Fe de alguna manera lo estamos viviendo porque el Cofecyt (Consejo Federal de Ciencia y Técnica) anunció, por ahora de manera informal pero bastante claramente, que no va a abrir convocatorias de proyectos para este año. Son proyectos que estábamos esperando para este mes o para el mes próximo y para eso se precisa el presupuesto del año que viene, de manera que en lo que queda de este año se recibirían las propuestas, se evaluarían y el año que viene se pagarían. En nuestra provincia, como en las otras, contábamos con un cupo para proyectos de Cofecyt y esos fondos no estarían garantizados para el año que viene. Se pagarían los proyectos que están en curso, que vienen con bastante retraso, pero no se abrirían nuevas convocatorias.