Redacción El Litoral
Se trata de un espectáculo didáctico de apreciación musical para todo público con pantalla gigante, que recorre diversos momentos de la llamada música clásica y de los géneros populares.
Redacción El Litoral
Esta noche desde las 20.30 en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457) vuelve Marcelo Arce para presentar “De Verdi a Cerati”, con breves pero grandes momentos: Mozart, jazz, Beethoven, “Missa Luba”, Mina, Chopin, Piaf, Vangelis, Verdi, Queen, Puccini, Pavarotti, Ravel, Armstrong, Gershwin, Garett, Strauss, Los Beatles, Cerati. Con anecdotario y rarezas para saber qué describen sus obras.
Recorrido
Verdi inicia, a partir de la llamada “puesta monumental” de la fabulosa Marcha Triunfal” de “Aída”. Ese sonido “monumental” lo crea Beethoven en la “Missa Solemnis” con 150 coreutas y 120 instrumentistas en la orquesta. Y el punto culminante es el breve y rítmico Gloria. Esto tendrá un paralelo en el Gloria de la “Missa Luba”, que es una adaptación de la misa latina pero basada cada parte en ritmos del Congo. Este Gloria deriva del ritmo de Katanga.
La fantástica soprano Anna Netrebko resaltará con su aria en una impactante y colorida puesta de “La Sonámbula” de Bellini. Aquí el paralelo exacto de “actuar con la voz” es Mina y una canción sorprendente donde ella se mimetiza con la gran orquesta sinfónica en los estudios de Chopin le confesó a Georges Sand que su obra más bella es la “Krakowiac” para piano y orquesta. Resaltamos que tocan con instrumentos de época y la posición del solista como se hizo en la Sala Pleyel del estreno. Y el piano solista es el de Chopin.
Edith Piaf demostrará su arte con “Himno al amor” en un clip especial, donde se fusiona con planos de orquesta clásica y el “ensamble de salón” de su París de entonces.
Luego se unirán, como retroalimentándose, el famosísimo y melancólico movimiento Largo de la Sinfonía Nº 9 “Del Nuevo Mundo” de Antonin Dvorak, con uno de los negros spirituals que Dvorak escuchó en Iowa durante su primera estada como director de la Escuela de Música de Nueva York. Ese negro spiritual se refleja en el gigantesco coro de hombres negros, dos sopranos ya en el bronce como Kathleen Battle y Jessye Norman, que en este tema arrollador y rítmico, sacan “fuegos artificiales” con las voces: una va escalando encima de la otra hasta llegar a lo más agudo, como el vértice de una pirámide.
Llega una cumbre de la mano de Richard Wagner con la dirección de Barenboim. Pero es también otra rareza. Interpretan seguramente en estreno la versión del Preludio de Los Maestros Cantores de Nürenberg, que Wagner redujo, mucho después del estreno, para el Festival de Bayreuth.
Y a Nürenberg como en un sueño de gran colorido y enfáticos ritmos, la recrea el perfeccionista de Vangelis.
Puccini trae una canción de juventud; tan bella, que la reproduce en el tercer acto de “La Bohème”. Se llama “Sol y amor” y llega de la mano de Luciano Pavarotti.
Siempre original, virtuoso y aventurero, trazando toques grandes de vanguardia, el violinista David Garrett y la Filarmónica de Viena, deleitarán con el aparentemente barroco y a la vez romántico “Concerto grosso” que el compositor Karl Jenkins en 1995 dedica al arquitecto supremo del siglo XVI, Andrea Palladio.
Maurice Ravel compone un blues como segundo movimiento de su Sonata para violín y piano Nº 2, con la obvia influencia de su amigo George Gershwin, quien traerá al espectáculo tres minutos de perfección absoluta. Todos se van ese domingo a un picnic en la isla cercana de Kitiwah, con sus mejores ropas: ¡algarabía general! Con la enorme orquesta que exige la primera auténtica ópera negra: “Porgy and Bess”.
El inefable Louis Armstrong nos ofrecerá “Un mundo maravilloso” con su quinteto... su trompeta única y su icónica voz.
Una leyenda sajona muy antigua conectará dos momentos fabulosos, creados por un lado por Richard Strauss y su sonido súper sinfónico. Y por otra parte, Los Beatles la convierten en uno de sus hits, tan emocionante como profundo.
Finalmente la gran poesía y la especial música y voz de Gustavo Cerati. Veremos los especiales contactos con obras clásicas como “Canción animal”, “De música ligera”, “La ciudad de la furia”, “Fuerza natural”. Y un especial momento con dos de sus “11 episodios sinfónicos”, realmente una obra maestra. Que conduce a la orquestación del romántico y poderoso Tchaikovsky. El espectáculo cierra con un clip colorido, rítmico, pujante y alegre.