Lía Masjoan | [email protected]
Twitter: @lmasjoan
El médico Fabio Bastide, especialista en esta etapa de la vida, advierte que el consumo está “naturalizado” entre los chicos y que pocos conocen los daños que les ocasiona.
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A los consultorios pediátricos llegan muchas historias... un reflejo de lo que pasa en la sociedad y una oportunidad para hacer prevención. La anécdota que se relata a continuación sucedió en Santa Fe, en el consultorio del médico pediatra especialista en adolescencia, Dr. Fabio Bastide, y es él mismo quien la recuerda: “Un día llega una paciente, había tenido su primera salida nocturna y terminó internada en el hospital con un coma alcohólico. ¿Qué hicieron los padres? La castigaron, le prohibieron salir hasta los 18 años. Vinieron a la consulta, la chica me cuenta esto y le pregunto que había hecho, entonces, el fin de semana anterior. Me dice que se juntó con amigos en su casa, pero que antes fue al supermercado con la mamá a comprar fernet y gancia para tomar en la casa. La miro a la madre, y me dice: ‘pero toma en casa’. El problema no es dónde toman; los adolescentes no tienen que tomar alcohol”, dice enfático. Énfasis que muchos chicos no encuentran en sus casas.
— ¿Por qué no deben consumir alcohol? ¿Cuáles son los riesgos?
— El cerebro del adolescente está en formación, termina el desarrollo de sus funciones cognitivas entre los 18 y los 21 años, entonces lo ideal es que no reciba ninguna sustancia tóxica que pueda interferir en su desarrollo final. Si bien no hay un parámetro que diga que lo va a afectar una copa o un litro, sí sabemos que ese cerebro ya no estará en su máxima exponencia. Así empieza a fallar su rendimiento escolar y nos encontramos con que si en la primaria fue un alumno excelente, empezó la secundaria y ya no, falla la concentración y la memoria reciente, no puede memorizar un texto. Además, tiene efectos nocivos en el hígado y en el riñón, que tampoco han terminado de desarrollarse, por lo cual es mucho más fácil que un adolescente entre a un coma etílico porque no puede metabolizar el alcohol que ingirió. Y como si fuera poco, tiene efectos secundarios (más inmediatos), porque cuando uno toma pierde la capacidad de pensar y razonar; pierde la visión periférica, con riesgos para conducir; y baja la guardia de prevención, muchos no se cuidan en las relaciones sexuales y después vemos muchas Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) o embarazos no planificados.
— Los chicos ¿tienen esta información?
— Hace un tiempo hicimos (desde el hospital de Niños) un relevamiento sobre sustancias tóxicas en escuelas públicas y privadas de Santa Fe, de María Juana y de Humboldt. Nos llamó la atención que los chicos conocen mucho del tema, tienen mucha información. Pero no consideran sustancias tóxicas al alcohol y al tabaco. El 0,48 % refirió al alcohol como droga y el 7,8 % al tabaco, o sea que tienen mala información, no consideran que puedan hacerles daño y su consumo está naturalizado.
— Por eso consumen, y abusan...
— El adolescente de por sí tiene una etapa habitual que es de rebeldía y busca siempre la puesta de límites, hasta dónde puede llegar. Nuestro trabajo como adultos es acompañarlo, es normal que quiera salir, divertirse, y salir del esquema familiar, pero hay que acompañarlo en ese proceso de independencia, pero con la base del cuidado de su cuerpo.
— ¿Qué rol juegan los adultos, los padres fundamentalmente?
— Los mayores responsables somos nosotros, los adultos, que habilitamos. Ellos quieren alcohol porque alguien los habilitó a tomar tempranamente, y los primeros que habilitamos somos las familias.
Empiezan la secundaria y la familia habilita que el adolescente empiece a consumir alcohol; a fin de año, con el brindis; en la fiesta de 15, porque sino no van sus compañeros. Esta puja se nos presenta en el consultorio, y yo les digo que si van a ir a emborracharse, no son amigos, que no vayan! Les explico que hay un montón de variantes de bebidas sin alcohol y barras de tragos saludables y les digo que se pueden divertir bien sin dañar su futuro.
— Hay una ley que prohíbe la venta de alcohol a menores.
— Sí, pero nunca se informó por qué se hizo esta ley. Y es para proteger a los adolescentes. Los adultos habilitamos las previas en nuestras casas, vamos al súper y les compramos las bebidas para que tomen en nuestras casas. Tenemos que poner la mirada en la protección de su salud, seguimos avalando esto de que una copita no le va a hacer nada, se escucha decir a los padres ‘que se vaya acostumbrando a tomar’... no!, no tenemos que acostumbrarlos a tomar! Hay que informarles a los adultos, el daño que les están haciendo a los adolescentes.
— Ud. hace un trabajo de prevención en su consultorio, pero a través del diario puede amplificar ese mensaje ¿Qué otra recomendación le daría a las familias?
— La prevención es parte del accionar médico, si no llegamos tarde. No me gusta que llegue un paciente alcoholizado al hospital porque ya es tarde. Entonces, cuando comienzan con los cambios puberales ya empiezo a hablarles, y a los papás les hablo de las fiestas de 15 y de que hay otras opciones para ofrecerles que no sea alcohol. No hay que enseñarles desde el ‘no’ ni desde el miedo, hay que hablarles desde la importancia del cuidado de la salud, de su cerebro y del propio cuerpo, así uno puede llegarles más. Es fundamental la prevención y el acompañamiento que tenemos que hacer los adultos, que muchas veces tienen miedo de poner límites: los chicos ahora no toman agua y los papás contestan que es porque “no les gusta...”
Los efectos en el cerebro
El Dr. Hugo Valderrama es neurólogo, master en neurociencias. Explicó que todavía no hay estudios definitivos sobre los efectos a largo plazo que produce el consumo de alcohol desde edades tan tempranas porque “es muy reciente esta forma de consumir alcohol, este tipo de cultura tiene más o menos 20 o 30 años”. Pero advirtió que “es muy probable que los estudios demuestren que estos mismos efectos que se producen a corto plazo (Ver gráfico) se cronifiquen, si no se cambia el hábito”.
Según informó, las investigaciones asocian el consumo intensivo de alcohol en jóvenes con:
1) Alteraciones a nivel cognitivo, especialmente de las funciones mnésicas y ejecutivas dependientes de las regiones temporo-mesial y prefrontal.
2) Desequilibrios neuroestructurales, con déficits en la sustancia blanca y en la sustancia gris cerebelar, así como retraso neuromadurativo (mayor espesor cortical) en regiones frontales y subcorticales.
3) Anomalías neurofuncionales, con actividad compensatoria (hiperactivación) orientada probablemente a contrarrestar la menor actividad (hipoactivación) en otras regiones cerebrales con el fin de mantener un rendimiento conductual equivalente al de los sujetos sin consumo intensivo de alcohol.
En el mismo sentido se expresó el Dr. Bastide: “No hay un parámetro en el desarrollo cerebral que diga que un adolescente se va a ver afectado con una copa o con un litro de alcohol. No lo sabemos todavía, y por eso estamos jugando con el futuro de nuestro hijo”.
Hiperconectados no descansan bien
Entre las recomendaciones que brinda el Dr. Fabio Bastide para proteger la salud de los adolescentes no sólo se destaca no consumir alcohol. “Hablar de hábitos saludables incluye el descanso, la buena alimentación, la actividad física y la actividad mental, que se encuentra en la escuela, pero también hay que estimular lo placentero, como hacer un deporte, si le gusta”.
Además, planteó que “con las redes sociales los adolescentes se están durmiendo a las 2/3 de la mañana, el cerebro tiene que descansar para prepararse para el otro día, y no lo logran porque tienen todos los equipos tecnológicos en sus habitaciones y, si llega un whatsapp a las 3 de la mañana, lo responden. Entonces ese cerebro no descansa bien, no logra tener el descanso reparador y está funcionando todo el día. Así, vemos chicos con desgano porque están cansados, y no es lo mismo dormir a la noche que a la siesta porque el ser humano es de actividad diurna, nuestro cerebro está preparado para descansar a la noche”, recomendó.