Ignacio Andrés Amarillo | [email protected]
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La actuación de la rapera (bueno, se mueve en una fusión que va de la cumbia al punk rock, pero con el hip hop como eje) Sara Hebe en el cierre de la 13a. Bienal de Arte Joven de la Universidad Nacional del Litoral terminó de hacer explotar una serie de elementos que venían alineándose desde la apertura de esos cincos días apretados, como emergente de una serie de significaciones que terminaron en el “acontecimiento”: la “toma” (transitoria) del evento, en sintonía con las tomas de facultades en la citada casa de estudios (como en otras) y a contrapelo de la línea política dominante en la Universidad.
Porque como dice Wikipedia que más o menos diría Gilles Deleuze, “todo acontecimiento se trata de la perseverancia de una alteración en la que se conjuntan, articulan y funcionan, en un sentido contingente y paradójico, múltiples y heterogéneos mecanismos azarosos, singulares y productivos de experiencias y subjetividades. Se puede caracterizar igualmente como la articulación de cuerpos, fuerzas políticas y sociales, manera de vivir, colectividades, prácticas, formas de sensibilidad, especies de animales, vegetales y minerales, ficciones, etcétera”.
¿Cuáles son las fichas que se alinearon para que el encendido discurso de la artista (explicitando sus propias contradicciones, sumado al de la estudiante que se sumó al escenario sobre el final) y la iconografía de los carteles produjese ese efecto de habilitación de las disidencias? ¿Cuál es la genealogía del acontecimiento (reiría Michel Foucault)?
Tiempos agitados
Al parecer, una idea primó cuando se empezaron a acuñar las actividades de apertura y cierre de la Bienal: darle un encuadre “de género”, en un año caliente para el movimiento de mujeres, especialmente durante el debate sobre el aborto legal, seguro y gratuito. Entonces se pensó una apertura con un mapping histórico que recogiese el guante de la pionera feminista Marta Samatán, y bajo su efigie unas bailares que pasaran del vestuario masculino de los tiempos de la Reforma (un siglo atrás) al verde recubriendo las formas femeninas, con la compañía de una cuerda de tambores también femenina (al menos ésa fue la forma final del hecho artístico, a grandes rasgos). Para el cierre, se previó la actuación de dos voces potentes del hip hop con encuadre de género: la santafesina Maca Revolt y la chubutense Sara Hebe Merino.
Lo no del todo previsto es que el activismo se mueve en varios sentidos, y que “pasaron cosas” en el país en el medio. Por lo que las chicas de la apertura sumaron los carteles de la defensa de la universidad pública (que no podían ser rechazados por la Franja Morada, en su pelea en torno a cómo afrontar la crisis presupuestaria de las universidades y la polémica sobre las tomas en la Ciudad Universitaria de El Pozo).
Como nota de color, sobre el cierre de la apertura, Mario Pereyra protagonizó un momento viral, cuando leyendo las pancartas “genéricas” filtró un “separación de la Franja Morada de la Universidad”, humorada que a su vez referencia a la campaña de separación de Iglesia y Estado.
Habilitaciones
De ese modo, comenzó un proceso de “habilitación” de los reclamos, que llevó a varios de los que en un principio se posicionaban como “anti-Bienal” a un proceso de “apropiación” de la actividad, que trascendió los grandes reclamos políticos para criticar desde dentro las condiciones de participación (el “caminito de los carteles rosas”) para rematar en una jornada de cierre con pañuelos verdes y naranjas, la purpurina de las tomas y cánticos diversos.
Sin saberlo o a sabiendas, respondieron a la consigna de Tiqqun en el “Llamamiento”: “La exigencia de la apropiación o de la reapropiación se reduce para nosotros a la cuestión de saber lo que nos es apropiado, es decir, adecuado, en términos de uso, en términos de necesidad, en términos de relación con un lugar, con un momento de mundo”. “Los hombres son responsables del mundo que no han creado” (“Tiqqun, Y bien, ¡la guerra!”): “Las mujeres también”, contestaría alguna de las chicas.
Sara Hebe problematizó su situación de artista a cachet definiendo un carácter prostituyente en la misma estructura del capitalismo, embistió contra los oficialismos universitario y nacional y defendió las tomas, dándole entidad de escenario al reclamo del llano. Al instante, algunas de las personas que habían “activado” durante esos cinco días le reprocharon varias de sus palabras y se quejaron de que ella se lleve los aplausos: la semiosis y las contradicciones no se apagaron con el último foco de una velada algo más que musical.