Por Dra. Isabel Molinas
Año tras año la Universidad Nacional del Litoral organiza el Encuentro de Jóvenes Investigadores.
Por Dra. Isabel Molinas
Profesora, investigadora, gestora cultural y autora de textos críticos sobre arte y educación.
Año tras año la Universidad Nacional del Litoral organiza el Encuentro de Jóvenes Investigadores. La primera vez que asistí fue en los años noventa como integrante de un proyecto de investigación. Con el paso del tiempo los roles cambiaron y hace ya varias ediciones que participo como evaluadora.
Como se trata de todo un acontecimiento con prensa propia, puedo eludir la crónica y detenerme en dos escenas que me sorprenden por el modo en el que interviene en ellas la cuestión del tiempo. La primera involucra a lo público y traza un puente entre las imágenes del ayer y las estrategias del presente para conservarlas y compartirlas. La segunda es del orden de lo cotidiano pero no por ello de lo menos urgente.
Primera escena: en el año 2005, inspirado en un óleo de Bacci Fiesole, titulado “El alquimista” y fechado en 1926, el artista santafesino Luis Gervasoni pinta “Los alquimistas”. Una obra cita a la otra y ambas representan el trabajo de investigación que tiene lugar en los laboratorios. Tuve oportunidad de verlas de cerca y son sorprendentes. Trece años después, en el marco de la actual edición de Jóvenes Investigadores, me encuentro con una instalación interactiva en la que las imágenes de ambas pinturas se actualizan a partir del Código QR y se expanden a partir de un recorrido de 360 grados que muestra la vida de los laboratorios. Es una producción del Grupo interdisciplinario TIAGAD de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas y el Museo de Arte Contemporáneo de la UNL. Me emociona volver a verlas y escucho con atención el relato sobre la conservación de las obras, su difusión y la promoción de estrategias para acceder a ellas: “nuevos dispositivos tecnológicos se transforman en herramientas que se ponen a disposición con el objetivo de generar nuevos discursos”. Comparto los dispositivos con un grupo de estudiantes que me recuerdan lo jóvenes que fuimos.
Segunda escena: junto al programa de las jornadas, los organizadores brindan una taza de plástico para que la utilicemos durante el encuentro. El propósito es evitar los descartables y usarla, cuidarla y divertirse “tuneándola”. Cuando terminamos la evaluación compartimos un café con los colegas amigos. No sé si es el color de la taza, el horario del día o el recuerdo de cuando éramos estudiantes lo que resignifica la tarde de trabajo y me anima a escribir este relato. Ambas escenas están hechas de tiempo, como también estamos hechos de tiempo quienes compartimos estas experiencias. Guardar la memoria en términos de puesta en valor del patrimonio artístico y cuidar el ambiente para poder imaginarnos con futuro, da cuenta del valor de la ciencia y el arte como temas prioritarios de una agenda sustentable.