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“El ADN del cambio” fue el eje de una charla organizada por Osde Filial Santa Fe. El auditorio estuvo conformado por empresarios y equipos de mandos medios. Tips para la innovación y liderazgo.
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Organizado por Osde Filial Santa Fe, se llevó a cabo este jueves un desayuno de trabajo en el que disertó el Lic. Gastón Morales. El especialista abordó el tema denominado “El ADN del cambio”, acerca de las neurociencias aplicadas al desarrollo personal y profesional. La charla tuvo lugar en el auditorio de su sede, ubicada sobre calle Rivadavia 3238. El auditorio estuvo conformado por empresarios y trabajadores conformados por equipos de mandos medios.
Morales es director de AHA! (Ideas + Personas). El consultor en neurociencias aplicadas a creatividad, innovación y liderazgo tiene una basta experiencia en la materia, siempre vinculada al marketing y las ventas. En esta oportunidad, el eje fue las neurociencias aplicadas al cambio. Además, la tarde el especialista brindó otra capacitación destinada al personal de Osde Filial Santa Fe, vinculada a la gestión comercial.
“Cuando se propone un cambio, hay que intentar que esa imagen del futuro sea lo suficientemente sexi”
“Hoy las compañías top de gama a nivel mundial buscan entender fuertemente cuáles son los últimos hallazgos de las neurociencias para poder llevarlo a su día a día”, explicó Morales. Ello tiene que ver con detectar “cuáles son los mecanismos cerebrales que se encuentran detrás de la resistencia al cambio”, ya que “las personas en general somos muy buenas iniciando procesos de cambio pero somos bastante malas para poder sostener dichos procesos en el tiempo”.
Por este motivo, durante su exposición Morales habló de la determinación y de los patrones dominantes del pensamiento o hábitos mentales, “cómo se construyen y cómo romper con ellos para dejar de ser rehenes, ya que muchas veces no nos permiten ser lo suficientemente creativos, para tener las ideas que necesitamos con el objetivo de enfrentar los problemas con los que tenemos que lidiar día a día”, describió el licenciado.
—La primera idea que aparece ante la palabra cambio es miedo...
—Totalmente. Es uno de los principales enemigos del cambio. El miedo por un lado y las fases biológicas de nuestro cerebro, por el otro. En la medida en que repetimos los mismos comportamientos el cerebro se acostumbra y es energéticamente eficiente. Con lo cual, pensar siempre lo mismo y hacer las cosas de la misma manera le resulta más cómodo al cerebro. Por una cuestión evolutiva, esa eficiencia energética le garantiza mayor tiempo en la tierra —describió.
Luego, ejemplificó lo antedicho con un breve relato: “Hace 20 mil años atrás, cuando un tigre entraba a la cueva a atacarnos, necesitábamos una reserva energética muy grande —de glucosa y oxígeno— para tensar rápidamente los músculos y salir corriendo. Con lo cual, para el cerebro cualquier tipo de actividad que demande un consumo de glucosa y oxígeno adicional lo ve como una amenaza. Entonces, el cerebro nos lleva siempre por lugares conocidos”.
—Entonces, ¿cómo se cambian esos surcos cerebrales?
—Hay que intentar engañar al cerebro con algún elemento del azar, con lugares desconocidos y evitar las “semanas ‘ctrol c’, ‘ctrol v’ (copiar y pegar, repetitivas), tratar de ponerse en contacto con personas que no compartan el mismo punto de vista y siempre tratar de bombardear al cerebro con nuevos estímulos. En términos de determinación, cuando uno se propone un cambio en la vida, hay que intentar que esa imagen del futuro sea lo suficientemente sexi, que sea la versión 2.0; para lograr una mayor determinación. El proceso de cambio es como querer cruzar un río. Lo que hará mantener la energía vital para tener las brazadas necesarias y lograrlo es el volumen de la recompensa que te espera al otro lado del río. Con lo cual siempre hay que construir imágenes del futuro muy poderosas, para no claudicar tan rápido.
—¿Qué sucede cuando el resultado del cambio es el fracaso?
—Soy una persona que está muy a favor de capitalizar la experiencia, abrazar al error y llevarse bien con él. Creo que para la creatividad y el cambio no hay enemigo más duro que el éxito. Pero siempre digo lo mismo: para un proceso de cambio profundo tiene que haber ganas y humildad. Hay que reconocerse que no somos buenos en todo. Entonces, hay que reconocer cuáles son nuestras fortalezas, que son las zonas fértiles para construir tu espacio de identidad.
Hay que trabajar para ser reconocidos por las cosas que mejor nos salen y más disfrutamos. Hoy, un profesional vulnerable y humilde tiene un valor. Los que están en la vereda de en frente son los “sabelo todo”. Están muy bien entrenados para un mundo que ya no existe. Como dice Darwin, no es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que se adapta mejor al cambio. Y esto tiene que ver con la humildad y con abrazar el error.
—¿En la materia, cuáles son las claves empresariales de hoy para el cambio?
—Hay varios tips: las ganas, la humildad, focalizarnos y trampear al cerebro para ir por caminos poco conocidos. Crear una imagen poderosa del futuro es un imán. Además, hay que tratar de conformar equipos a cerebro completo, con mucho color de miradas y diversidad. Y saber lidiar con el ejercito del no, que son gente que en vez de inyectarnos entusiasmo en el proceso del cambio positivo nos inyectan temor endovenoso. Sus dos principales cualidades son que no les gusta cambiar y no les gusta que nada cambie en su contexto. Que nadie corra más rápido porque los obliga a correr más rápido. Siempre van a tender a nivelar para abajo. Pero hay que saber que no son plaga al lado de las personas que intentan un cambio positivo.