Luciano Andreychuk
La frase fue de una de las vecinas que impulsó la sesión junto a otros. Multitudinaria presencia de la ciudadanía, con aplausos y pedidos “urgentes” de soluciones a los problemas. Más de 250 proyectos, muchos se unificaron y, finalmente, se aprobaron 175 iniciativas. Cloacas, mejoras en calles, desmalezamiento, desagües y seguridad, lo más demandado.
Luciano Andreychuk
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Uno gira por Aristóbulo del Valle hacia Regimiento 12 de Infantería y se encuentra con la tierra, con las calles viejas y cansadas, con el ripio gastado; y luego de tres cuadras aparece el Club Pucará, a su vuelta un caballo pastando lento y, adentro, las sillas de plástico, los señoras abanicándose con algún folleto y las 17 bancas del Concejo sobre tablones. Suena la chicharra de inicio de sesión y los micrófonos empiezan a sonar algo desacoplados.
Arriba en la pared, en rojo, el logo del club, el perfil del cacique Pucará, una lanza negra y en el medio, el blanco y negro característico de la entidad deportiva. “Hoy dejamos de ser invisibles. Dejamos de estar abandonados”, dice Miriam Vigil, vecina del barrio Transporte, ubicado al norte de la ciudad.
Como aquella canción de “harto ya de estar harto, ya me cansé”: cansarse tiene a veces ese efecto transfomador y, en este caso, los propios vecinos lograron -por iniciativa propia- que el Concejo se mude a hacer una sesión especial cara a cara con ellos.
Fueron 84 los vecinos que presentaron más de 250 proyectos. Muchos estaban repetidos, entonces se unificaron y, finalmente, se trataron y se aprobaron 175 iniciativas, la gran mayoría resoluciones con pedidos de estudio de factibilidad. Un número parecido a la cantidad de iniciativas en una sesión ordinaria en el recinto de calle Salta al 2900.
Para qué
¿Para qué sirven las sesiones especiales? Para que desde el Legislativo local se viabilicen las demandas del barrio mediante proyectos sancionados, que luego lleguen al Ejecutivo, que el Municipio tome nota y que dé soluciones a esas demandas, que en Transporte son muchas: desde mejorado de calles y pavimento hasta desmalezamiento, desagües, cloacas y zanjeo; asfaltos; acceso a líneas de transporte público, más seguridad, cámaras de videovigilancia.
E incluso que lleguen las boletas de la TGI. Parece insólito, pero hay sectores donde la tasa municipal no llega a los domicilios. Y uno de los proyectos más importantes fue el punto N° 172 del Orden del Día: se dispuso que en línea con las ordenanzas vigentes, el Ejecutivo otorgue prioridad a la ejecución de la red cloacal para barrio Transporte (jurisdicción de la vecinal Facundo Quiroga).
“Hay una intención del Gobierno local de que la próxima extensión de cloacas se haga en este barrio”, confirmó en medio de la sesión el edil oficialista Carlos Pereira (UCR-Cambiemos). Sería por el sistema de contribución por mejoras. “Veremos... esperemos”, dice por lo bajo una vecina que miraba atenta la escena legislativa.
Un centro de salud que funcione las 24 horas, más presencia policial (el destacamento está alejado) y el pedido de un cambio de nombres de calles, que deberá hacerse por el mecanismo de consulta ciudadana, fueron otras iniciativas. “La vecinal estaba cerrada con candado, acéfala. Los vecinos tomarán las riendas de esa vecinal y la pondrán en marcha. Esperamos que en un futuro no muy lejano se tome la posta de estos reclamos”, declara a la prensa el presidente del Concejo, Sebastián Pignata.
“Un aplauso para Emiliano”
”Hoy dejamos de ser personas ausentes viviendo en el barrio. Somos seres humanos con enormes ganas de trabajar, pero lo que queremos es identidad propia. No queremos ser más los olvidados. A partir de hoy, dejamos de tener ese título. Buscábamos dignidad y a partir de hoy empezamos a tenerla. Por favor, ¡existimos!”, dice Miriam Vigil, una de las “militantes” de la sesión especial. A su lado, otro vecino activo, Sergio Vargas.
Pero quien se llevó los lauros y un diploma de reconocimiento fue Emiliano Ortolá, que presentó 94 proyectos. Sí, 94. “Un aplauso para Emiliano”, dijo Pignata. Y entró desde las puertas del salón del club, donde estaban sentados los vecinos, un vendaval de palmas golpeándose fuerte.
“Cuando estábamos juntando firmas para pedir una sesión especial, más de una vez tuvimos ganas de decir ’basta’. Pero esa meseta anímica nos sirvió para tomar impulso y envión”, confiesa Ortolá. “Éste es un gran paso pero falta mucho, porque tenemos los pies sobre la tierra y vamos a seguir luchando para tener el barrio que creemos que nos merecemos. Somos gente trabajadora y de bien que queremos vivir mejor, nada más que eso”
De momentos, los concejales no pudieron politizar los temas. Unos, echando culpas al Municipio, otros a la provincia. Y unos terceros, a ambos estamentos. “Pareciera que hay un ’aplausómetro’”, bromeó un cronista sobre cuánto aplaudían a algunos ediles los propios vecinos, a quienes poco seguramente les importan las chicanas intestinas entre los bloque y lo único que piden, casi como un rezo confesional, es vivir un poco mejor.
Algunas iniciativas
Estudios de factibilidad para la regularización dominial de los terrenos que no la tengan en el barrio; colocación de semáforos en varias intersecciones de calles; extracciones de árboles en varios puntos; varios pedidos de construcción de cordones cuneta y dársenas; estudios de factibilidad para obras de desagües cloacales; puesta en valor de la Plaza Pucará y de la 7 de Mayo, entre otros espacios públicos; alumbrado público, ripiados, bacheos y mejorado de calles, además de pedidos de pavimento; factibilidad sobre obras públicas de gas natural, agua potable, cloacas y desagües en varios sectores; incrementar las frecuencias de las líneas N° 11 y 16 de colectivos; colocación de garitas y cestos de residuos en las paradas de colectivos; limpieza de microbasurales en varios puntos del distrito.