Juan Ignacio Novak
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Resultó ganador del último Salón Primavera con su obra “Paisano”. Autodidacta, dice que “no le tema a la hoja en blanco”, que prefiere los formatos grandes para sus obras y que su función como trabajador social incide en sus procesos creativos, al igual que el contexto en que vivimos actualmente. “Uno está inmerso en esta sociedad y pinta con esa energía”, planteó.
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Para el artista plástico Diego Sterlacchini los materiales elegidos representan un factor clave al pensar en que lo que se quiere transmitir con una obra. En su caso, prefiere aquellos que otorguen a los trabajos una idea de robustez, de cimientos sólidos. Al respecto, señala entre sus fortalezas la seguridad que siente al encarar un proyecto. “No le tengo temor a la hoja en blanco, eso te da una seguridad muy importante”, indica. Diego es licenciado en Trabajo Social y se define como autodidacta en su relación con el arte. En la edición de este año del Salón Primavera, fue distinguido con el Primer Premio Adquisición Municipalidad de la Ciudad de Santa Fe, por su obra “Paisano”, realizada en acrílico y fibra sobre una tela de 150 x 150 cm.
—¿Cómo fue el proceso de ejecución de esa obra en particular?
—Yo venía trabajando en formatos más pequeños, más que nada sobre papel. Y desde hace un tiempo me empecé a animar con formatos más grandes y a pintar más que nada en tela. Y las medidas con las cuales me encuentro más cómodo están en el metro y medio o dos metros. De hecho, hay una obra que también salió seleccionada para este Salón que mide dos metros y pico de alto. En general no soy de plantear un boceto, surge a medida que pinto. No soy de Santa Fe, llegué hace 7 años. Soy de Pigüé. Y en esos viajes que me dio la vida, estuve viviendo algunos años en Neuquén y trabajé con pueblos originarios y comunidades rurales. Y esta idea del “paisano” siempre me había quedado en la cabeza. En algún momento vi rasgos en esta obra que me retrotrajeron a esa época. Y así surgió la idea del título, aunque no soy de analizar lo que pinto. En realidad, lo que trato de rescatar en mis obras es la pulsión, la necesidad de comunicar algo. Hay una denuncia de la sociedad en la que vivimos hoy, del aglutinamiento y la deshumanización. Que sea “paisano” es también una forma de ponderar una categoría que no está tan ponderada. Son categorías difíciles de encontrar, estamos atomizados, individualizados. Eso es algo que en “paisano” por ahí se puede observar. A mi obra, en general, no ésta en particular, la enmarcaría como algo expresionista y figurativa. El expresionismo abstracto está en los fondos. Y el estado de ánimo del momento en que vivimos también se ve. Los trazos son fuertes y crudos, los personajes medio retorcidos.
—Me interesó esto que contabas con respecto a tu búsqueda de formatos más grandes para trabajar.
—El tamaño de las obras le otorga otra presencia, al igual que la iluminación. Yo soy trabajador social y desde lo artística, autodidacta. No tengo una formación académica, soy corajudo, insistente y sistemático. Desde que llegué a Santa Fe, sistemáticamente vengo teniendo continuidad con las artes plásticas. En lo profesional, cumplo funciones en un hospital público, y eso tiene mucho que ver con mi obra. Por momentos, aflora más fuerte y por momentos está más apaciguado. Lo mismo el contexto social que vivimos. Uno está inmerso en esta sociedad y pinta con esa energía. Por ahí otros lo pueden separar, para mí no es fácil. Además sería un hipócrita.
En paz
— Al referirse a una reciente muestra tuya, “In the box”, Nilda Marsili habla de “un fenóneno instintivo, un acto de magia que trata de conjurar el presente”. ¿Te identificás con estas palabras?
—Lo siento así, me hago cargo de eso. De hecho me gusta que sea así. Es lo que me marca que, para los parámetros personales y las metas que uno tiene, va por el buen camino. Eso es algo que me hace sentir en plena paz. Siento que mi obra no adquiere características meramente decorativas. Quiere avanzar hacia algo más, y eso me hace sentir muy bien.
—En esa formación autodidacta que describías anteriormente, ¿tenés algunos artistas de referencia?
—En Argentina, siempre me motivó el movimiento de la nueva figuración. Jorge de la Vega, Felipe Noé, Rómulo Macció. Ese movimiento tiene una impronta con la cual me siento muy identificado. Pese a eso, sinceramente no soy muy curioso a la hora de observar otras obras. Creo que todos tendemos a encasillar. Seguramente, habrá influencias en mí de otros artistas, porque estamos inmersos en una sociedad de imágenes. Uno toma algo, hace una síntesis y sale por algún lado. Y a lo mejor hay otro que siguió un camino distinto y llegó al mismo fin. Creo que es lo apasionante de la pintura. Muchas veces esto de “encasillar” se toma de una forma despectiva, de crítica hacia la obra. Creo que lo que hay que ver es el proceso de trabajo. Si ves que una persona ha sido lineal más allá de ciertos quiebres que se dan dentro de la pintura, podés ver que hay una coherencia entre los orígenes y el desarrollo de la obra. Eso no se puede plagiar ni limitar, tiene que ver con la personalidad de cada uno.
Futuro
—¿Cómo te encontrás con las nuevas tecnologías en relación a las artes plásticas y cómo ves el futuro en este sentido?
—Creo que es como todo. A pesar de que uno se resista, es algo que está y va para adelante. Después cada uno puede demorarse más o menos en tomarlo. Creo que eso está y con eso hay que hacer algo. A mí me gusta que la obra me transmita algo, más allá del formato en que se haga.
Personajes
Diego Sterlacchini brindó hace poco un taller de creación de personajes destinado a personas adultas, en el marco del XXII Salón Primavera del Museo Municipal de Artes Visuales Sor Josefa Díaz y Clucellas. La propuesta se basó en ejercicios destinados a descubrir expresiones, rostros, animales y palabras como elementos plásticos en las obras del artista y en dibujar personajes y prestar atención a los gestos, figura y fondo.
Trayectoria
Desde 2012 hasta la fecha, luego de su llegada a Santa Fe, Sterlacchini expuso sus obras de forma individual en las muestras “Sujetos no objetos”, en el Aeropuerto de Sauce Viejo; “Atomizados”, en La Treinta Sesentayocho; “De nostalgias, sueños y alienaciones”, en la galería AMA, de Buenos Aires; y “El dibujo como escritura” en Made. Integró además distintos salones.