Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
Carlos Mario Peisojovich (el Peiso)
El ejercicio de seguir soñando en un país que se aferra a revivir pesadillas de otros tiempos hace que mi Peisadilla sea algo así como mi catarsis hebdomadaria azuzada diariamente por el devenir y los escarceos de la política nacional, soñar no cuesta nada pero levantarse cada vez cuesta más... En la sesión de la Cámara Alta podían verse sus pulidas manos en pleno acto democrático de decidir por nosotros, las voces en contra, siempre un par de tonos más altos que las de a favor, resonaban y se hacían eco en las columnas del recinto, las voces altas de una oposición que casi no se opone, de una columna sin vértebras, las voces disidentes difieren indiferentemente ante la mirada atroz y atrás de “ella”, la que cuenta con los votos de una masa que otros preferirían botar de su partido. El antiguo capitán “Veto”, devenido en presidente que no perdió las artes de esconderse por los techos mientras los otros hacen el trabajo sucio y se afanan o ufanan de decir “en este país nunca se ajustó de este modo sin que cayera un gobierno”, palabras más palabras menos, es como que la metieron de emboquillada, o como dicen por España, de vaselina, la vemos pasar. Absorto miramos y escuchamos cómo un artista y cómico, enemigo a ultranza y de la primera ola “anti ella” y todos los que le siguen y reconocido “pro flan”, ya probablemente con los huevos rotos y viendo que son los otros los que meten la mano en el tarro de “dulceleche” se cansó de tanta sordera e inoperancia y les espeto un: “El presidente no entendió la parábola del flan”... para bolas, nosotros.
Qué falta nos haría un Mani Pulite, manos limpias, famoso operativo que hace apenas un par de décadas atrás desenmascaró una trama mafiosa con ramificaciones en todos los poderes de la Bella Italia, manipular además, es operar con las manos, tocar, mover, torcer, cambiar de lugar usando nuestras manos. Ah... operar... operar con las manos también es señalar con el dedo, esconder los labios para hablar bajo y por lo bajo, taparse los ojos con las manos, ponerse las palmas en los oídos, ellas hacen operaciones, no las que salvan vidas, bah sí, las de los que hacen la operación para y por ellos... “hasta las manos” se decía cuando encontraban a alguien metido en un gran problema, generalmente de índole delictivo, que estaba metido hasta el cuello, o que lo agarraron con las manos en la masa.
Sueño con manos limpias, sombras chinescas, sombras de manos que bailan sobre una blanca pared, que forman y deforman la realidad y nos muestran algo que no es, sabemos que no es lo que representan y que son solamente manos que forman figuras para veamos otra cosa, manos inquietas, creativas, vuelan, se unen y se desarman en un abrir y cerrar de ojos, manos insistentes, metamórficas y fantásticas. Manos inexistentes, como las manos de la “Venus de Milo”, ¿cómo serían sus manos?, testigo muda y manca, enterrada en las tierras de donde procede la idea de la democracia, se dice que cuando la encontraron estaba enterrada en dos partes, y que hubo un pedazo de la escultura que tenía un trozo de uno de sus brazos y que su mano sostenía una manzana. Dicen que probablemente era Afrodita, la Venus en la mitología romana, esta diosa representaba la belleza y el amor, hoy la disfrutamos sin sus manos, sin las manos que hubieran acariciado y amado con sus dedos, “la Venus”, ¿pondría las manos en el fuego?; Napoleón ¿se rascaba la panza o jugaba con los botones de su corta camisa?; el capitán Garfio ¿se sacaba los mocos?, Pinocho ¿se sacaba una astillita del ojo?, los mexicanos cuando te saludan con el “manito”, ¿es un apócope de hermanito o es simplemente un “hola pequeño, órgano unido al antebrazo comprendido desde la muñeca a la punta de los dedos”? En el juego del truco quien arranca va de mano, en el truco del amor la primera acción es darle la mano, para finalizar pidiéndosela, con el consabido interés de la totalidad de lo que viene detrás, y delante... Señora mano, ¿usted sabe lo que está haciendo la otra mano en este momento? Las manos definen, defienden, acusan, pero también aman, acarician, toman, agarran.
Paren la pelota, como Colón paró un huevo, con sus manos, obviamente, bajo la mirada lasciva de una excitada reina católica que aplaudía semejante monada, mientras su Rey sacaba la manada de animales de sus cárceles para venirse a estas tierras, y descubrir lo que ya estaba, para llenarse las manos de riquezas y de sangre.
Los devotos juntan sus manos para pedir bonanza de todo tipo, los que van por el voto juntan sus manos para juntarla en pala.
A diestra y siniestra, porque una mano lava a la otra.