Tiene un nombre difícil: linfogranuloma venéreo (LGV), la causa una bacteria del grupo de las clamidias (chlamydia trachomatis) y es muy frecuente en países tropicales de África, el sudeste asiático, América Latina y el Caribe. Ante el reporte de más de 30 casos en la Argentina, a mediados de 2018 la Secretaría de Salud de la Nación emitió un alerta epidemiológico.
Hasta el 2017 no se había confirmado ningún caso de esta enfermedad en el país, pero entre septiembre del año pasado y julio de 2018 se detectaron 33 pacientes infectados de acuerdo a los reportes del Laboratorio de Clamidias de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA (28 casos) y del Centro Nacional de Referencia en Enfermedades de Transmisión Sexual del INEI-ANLIS (5 casos).
La bacteria se transmite por contacto sexual genital, anal u oral cuando se tienen relaciones sin utilizar un preservativo. Cuando una persona se contagia, uno de los síntomas “es la aparición de una úlcera genital —se explica en el alerta—, no dolorosa y autolimitada que, en la mayoría de los casos, pasa inadvertida por el paciente, seguido de una linfadenopatía inguinal dolorosa, generalmente unilateral”.
En las mujeres, la sintomatología es generalmente difusa por afectar ganglios iliacos profundos o perirrectales, generando dolor abdominal bajo. Sin tratamiento, la infección puede evolucionar al estadio terciario denominado síndrome anogenitorectal con proctocolitis, abscesos perirrectales, fístulas, estenosis rectal, edema crónico y fibrosis esclerosante.
La enfermedad se trata con antibióticos (doxicilina o eritromicina), que curan la infección y cortan la cadena de transmisión.
En la Argentina, los 33 casos detectados son hombres que tienen entre 21 y 57 años. “Todos ellos refirieron haber mantenido relaciones sexuales con hombres. El 90% tenía diagnóstico de VIH”, informaron desde la Secretaría de Salud.