Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
En el sur de la provincia se mira diferente el problema de los departamentos norteños. Se advierte la tragedia pero aún se piensa en la cosecha y el dinero del gobierno nacional. La cosecha hoy, como ayer, es uno de los ejes del país.
La lluvia es un poderoso mecanismo de alegría o de sustos. Según. El gobierno provincial se arremangó pero es fácil advertir: hay más de una década de olvidos y yerros. Fui criado, periodísticamente, con los “bajos submeridionales” y leí de primera mano a “Dolorcito Gaitán”. Mateo Booz y “Los inundados” me pertenecen, son parte de mi historia. Sorprende, allí está el punto de cruce, que aquello que fue narrativa de un ayer aún hoy siga siendo un problema. Digámoslo en castizo. Joder con las inundaciones, tío. Las inundaciones. Uff. Fernando Birri hizo ese filme maravilloso sobre 1960/61. No debería decirlo. Mi vieja no me dejó participar en el casting. Yo ya hacía teatro. Era un destino. No fue. Con otras técnicas hoy se podría filmar algo parecido y peor. El problema está.
Por las cinco terminales del sur saldrá, si Dios, la Virgen de Guadalupe, también la del Rosario, lo permiten, grano fino y grueso hasta dejar 12.000 millones de dólares al gobierno nacional. Cálculos para un año electoral terrible.
Las aguas buscan su nivel. El río y el mar. Si las lluvias siguen, bueno, bueno, seguiremos con números muy negativos. En julio, se los precisa claros o la reelección responderá a la onomatopeya de Biondi: patapúfete.
La reelección de Lifschitz no peligra. No existe. Está claro que hace mucho, y hará más como gobernador; además es Ingeniero, algunas fallas de gobiernos anteriores deben fastidiarle. Hay 8 años completos de dos médicos. Binner y Bonfatti y obras anunciadas no hace mucho y otras no resueltas como se ha dicho; desde 1960.
Conviene aclarar dos cosas. El Chaco Boreal es una región que penetra en cuatro o cinco provincias y dos o tres países. Nadie hizo nada por entender que, más allá de las divisiones en un mapa, el territorio era un todo. Lo desguazaron malamente y no hicieron nada en toda su extensión. Santa Fe es una parte. Así como declaman la Región Centro y no actúan de modo conjunto y racional, así olvidaron el Chaco Boreal, una región que hoy actúa sola. Reacciona la naturaleza por default, está programada. Los hombres no. Una declaración radiofónica no sirve ni siquiera para mencionar culpables. Somos todos.
Toda tarea de bien, comunitaria, solidaria, queda libre de toda suspicacia si la hace Lifschitz y sus ministros, muchos de ellos con poco diálogo con el candidato socialista Bonfatti. Todos afligidos por la inclemencia y la imprevisión de tantos años. Todos sin destino electoral visible. Todos a solucionar lo que nunca tuvo solución rápida. Hoy tampoco. No se lo puede acusar a Lifschitz de electoralista. Llovió. No había previsiones. El tiempo no da clemencia. Es inclemente. Ahora lo saben los socialistas, como antes los peronistas, como antes los milicos.
Un ojo en el norte, otro en el sur
El gobernador Lifchitz tiene las mismas encuestas que nosotros. Lo aprecian mucho. Eso es bueno para su futuro. También sabe que es en el sur donde están los votos diferenciales. El padrón donde reina Gramajo, más allá de las aguas que hoy afligen a todos, es la quinta parte de “la décima”, una tradicional seccional electoral de Rosario con más de 100.000 votantes.
Planificaba estar en Buenos Aires proyectándose. Pasear por el sur para juntar votos a candidatos rosarigasinos escuálidos. Hacer obras y mostrarlas. Trabajar buenamente para un mañana donde se siente incluido. Se le vino encima un desastre territorial. Debe ponerle el pecho. Lo hace. Le lleva horas. Quedan sin su foto, tan necesaria, los socialistas que no miden como el gobernador. Deshoja la margarita de “plano provincial o plano nacional...”. Si el gobernador no aparece en la foto la chequera no alcanza, tampoco el 678 rosarino que todavía está desorientado. Debe apostrofar al “Mauri” y apoyar ¿a quién...?
Las emergencias son eso, emergen de la nada y deben solucionarse ya, ya mismo. Lo hace el gobernador. En el sur, el socialismo es una novia que espera (plantada) que llegue el padrino de la boda. El que la paga, por otra parte. También miran el cielo. Una lluvia en “la zona núcleo central” y al diablo la cosecha y será otro el ingeniero que se aflija. “El Mauri”. Chau regalías. Para la princesita, ya se sabe, la lluvia es cuestión de paraguas y la soja una nada, se trata de un “yuyito”.
La lluvia, tan climática, cambia los humores, tan políticos. Siempre igual. Un país que depende de su régimen de lluvias debería aprender los rezos de los viejos chamanes y repasar el estudio de las vistas satelitales. También respetar la advertencia de los estudiosos.
Estamos en el siglo XXI. El humor se resuelve / cambia con una lluvia. Eso no es siglo XXI. Eso es Aarón Castellanos. Tal vez José Pedroni. No están mirando el cielo del porvenir. Ni reconociendo que la ciencia es la que debería mandar. Debería. Una ciencia diferente al focus group que, en estos días, no trae buenas noticias, según se sabe.
No se lo puede acusar a Lifschitz de electoralista. Llovió. No había previsiones. El tiempo no da clemencia. Es inclemente. Ahora lo saben los socialistas, como antes los peronistas, como antes los milicos.
La lluvia, tan climática, cambia los humores, tan políticos. Siempre igual. Un país que depende de su régimen de lluvias debería aprender los rezos de los viejos chamanes y repasar el estudio de las vistas satelitales. También respetar la advertencia de los estudiosos.