Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
Con los carteles anunciando sus nombres como cabezas de la compañía, el espectáculo “Bien Argentino” tiene a Florencia de la V y Miguel Ángel Cherutti como eso, como estandartes.
El Teatro Corrientes oferta un espectáculo con música y bailes relacionados con la tradición de diversas regiones del país. Básicamente chacareras, algunas canciones del Litoral y algunos tangos. Finalmente cumbia.
Música con volumen alto, muy alto. Un grupo básico con batería, guitarra, violín, bandoneón y teclado. Bailarines de escuela de danza y bailarinas del mismo origen. Mucha falda acampanada y mucho aire de zamba.
Consiste, el total, en canciones y bailes con poco y nada de silencio o aburrimiento en el medio. Intoxica el volumen pero lo compensa el entusiasmo.
Roles
Los problemas aparecen con los roles. Qué hace cada uno. Cherutti era un imitador de cantantes. De a poco se creyó cantante y no lo es. Aquello que se perdona en un imitador surge como defecto en un cantor. En este espectáculo Cherutti canta. El volumen altísimo y la cámara sosteniendo sus alaridos no logran esconder lo obvio. Quiere ser cantante, se esfuerza por ello. Se aplaude el esfuerzo. No gana nada el espectáculo con sus canciones. Ni el más mínimo chiste ni una imitación. Nada. No es maestro de ceremonia. No es presentador. Es un nombre. Si con su nombre “corta entradas” bienvenido al pago del espectáculo. Ese es el fin último. Sobrevivir en el verano con una oferta que se explicita mucho: “Bien Argentino”. La gente se entusiasma y aplaude la argentinidad al palo repetida hasta que se entienda. O canse.
Está dicho que los problemas aparecen con los roles. Florencia de la V baila una zamba, después otra (estilo brazos aflamencados). Bellos vestidos acampanados y un aire de fineza y elegancia señorial la acompaña a la señora Florencia en sus paseos por el escenario. Hace un monólogo íntimo que no se termina de explicar. Que estamos mal pero vamos a mejorar.
Florencia de la V es para un análisis serio. Fue un fenómeno en el espectáculo y en los programas de chimentos. Luchó por derechos que se le negaban. Fue valiosa. Era una actriz casi cómica, repentista, que engalanaba programas. Ha hecho, con ese rol entre animadora y comediante, parte de su carrera. Toda su vida ha sido una pelea contra los prejuicios. Dura pelea. Ahora que el tema ha ganado otros sitios en la sociedad lo suyo, como actriz, como cabeza de compañía, no se entiende. No canta, no baila, no es capocómica. Es otro caso de un nombre que “corta entradas” y salva la economía del show. Ya no le sirve un alegato feminista y, si lo quisiese hacer, “Bien Argentino” no es el ámbito donde se luciría.
Comprovinciano
Horacio Sansívero es un compatriota santafesino. En años anteriores dirigía coreos y puestas de los espectáculos de la Barbieri. En este también codirige el de Florencia de la V. Además actúa. Es el “telonero” entre un cuadro y otro. Inviste esos pases de una calidad y un guiño que troca el espectáculo en otra cosa. Burlarse de sí mismo y poner los pies en la tierra es lo suyo. Su gaucho y su malevo están bien logrados. Ridículos, obvio es decirlo, pero lo digo.
No sería claro este enfoque si no se completase con la otra lectura del espectáculo. Horacio Sansívero es la transformista “Mariquena Del Prado”, que abre el espectáculo, rompe la cuarta pared, interactúa con los espectadores, quiebra la solemnidad y le pone sentido de calle y de barrio (ese es el público promedio: barrio y calles del país) a “Bien Argentino” y, si la lectura fuese más profunda, habría que resignificar lo suyo.
En una propuesta seria, acartonada, antigua y de mediano vuelo un personaje desopilante, lanzado, jugado como Mariquena Del Prado eleva la apuesta y obliga a la pregunta: ¿era para ese lado y más, o ella es de otro relato y el injerto salva la chatura? No hay respuesta porque el público aplaude todo y tapa la reflexión, cualquiera sea.
Superación
Insistimos. Deberíamos reflexionar. Igual queda una, final. Fue una explosión mediática Florencia de la V. Un desafío. Hoy cabe la pregunta. Si no es buena actriz ni dice bien un texto, si ya cantar no puede y bailar no sabe y lo suyo fue, es y será la repentización y la pelea semicómica desde el sitio de género donde se paraba, sitio que ya ha sido superado porque la lucha continuó y se llegó a otro estadio... una lucha con más intelectualidad, más contexto sociopolítico... ¿qué le queda a Florencia? Respuesta imposible: la añoranza por la vieja peña salteña dejó inmortalizada la pregunta. “Dónde iremos a parar si se apaga Balderrama”. Ojalá Florencia lo sepa.