Cuini Amelio Ortiz (Desde Berlín)
Cuini Amelio Ortiz (Desde Berlín)
La Berlinale, así el nombre del festival internacional de cine de Berlín es un festival para el público por excelencia. Todo está organizado de manera tal que los berlineses puedan tener acceso a su festival y la ciudad, cinéfila desde siempre, entra en la fiebre de ver todo el cine que se hace en el mundo. El festival va incluso a los cines de barrio, con presentaciones con alfombra roja y glamour. Eso no sucede en ningún otro festival internacional de gran envergadura. Pero esto es Berlín y Berlín es la única ciudad europea donde se siguen inaugurando cines.
Mongolia y Macedonia
Si bien es verdad que en el rol de cronista del festival debería informar acerca de los filmes que podrían llegar a Argentina no puedo resistir a compartir la fascinación de una película filmada en el corazón de Mongolia, con el secreto deseo que que reciba algún premio para que llegue a los cines del mundo entero. Estoy hablando de Öndög (su traducción sería “Huevo de Dinosaurio”) del realizador chino Wang Quan’an. Se puede afirmar que el film dramatúrgicamente es un desastre lo cual prueba que en el séptimo arte existe una cierta magia que sobrevive todas las reglas que se enseñan en las escuelas de cine y se exigen en las productoras.
La protagonista es una mujer de media edad que bebe y fuma y vive sola en el desierto. Que tiene ovejas y caballos, que caza lobos hambrientos por la noche y que cabalga su camello como si fuera una Ferrari. ¿Quién podría resistir a una protagonista como ella?
De otro sitio lejano, Macedonia, se presentó un trabajo que ya el título nos habla de algo fuera de la norma: “Dios existe y se llama Petrunia”, su directora Teona Strugar Mitevska nos cuenta de un pequeño pueblo en la profunda Macedonia de hoy con tradiciones cristiano ortodoxas exacerbadas, donde una joven mujer quiebra con las reglas de una ceremonia patriarcal. El film cuenta con una narración impecable e intensa. Al salir del cine supe dos cosas: que había visto una pequeña obra de arte y que como mujer no sentía ningún interés en visitar perdidos pueblitos macedonios.
Cine Alemán en competición
Alemania está siempre fuertemente representada en el festival, lo cual es razonable ya que se hace mucho y buen cine en este país. En competencia se vio “Systemsprenger” (“quebrador del sistema”) de la realizadora Nora Fingscheidt. El film nos cuenta la historia de una niña que rompe enérgicamente con todas las reglas que se le intentan imponer. La chica se agarra a puños con sus compañeros, provoca a los ancianos en la calle, maltrata a sus educadores, ataca al otro niño de la familia que intenta hospedarla y aterroriza el bebé de su maestro preferido. Tuve que combatir durante toda la proyección con un violento y secreto deseo de darle un bofetón a la niña, pero yo no soy pedagoga y en cambio de eso se trata la historia: en uno de los países más ricos del mundo, el sistema que está a cargo de este tipo de casos fracasa estrepitosamente, como fracasé yo a la hora de pensar en una solución. En pocas palabras: un film bien hecho, tan inquietante como incómodo.
Otro trabajo alemán en competición es de un habitué de la Berlinale: Fatih Akin que ganó el Oso de oro en 2004 con “La esposa turca”, este año se presentó al festival con una historia basada en un hecho de crónica que espeluznó a Alemania en los años 70. El film se llama “Der goldene Handschuh” (“El guante de oro”) y no ahorra en violencia ni en la detallada y minuciosa ambientación del barrio de prostíbulos de Saint Pauli del Hamburgo de los 70. El psicópata viola y mata mujeres en un ámbito donde sólo hay perdedores, resignación y marginales. Reconozco que no conseguí entusiasmarme ante tanta violación y salvajismo. Me faltó una historia, algo que consiguiera quitarme el letargo de tan elaborado muestrario de brutalidad y hastío.
“Vice”
Fuera de competición llegó de Estados Unidos el último trabajo de Adam McKay, “Vice”. Esta película cuenta la historia de un personaje que fue uno de los gestores de la peor y más devastadora gestión política de los Estados Unidos, el vicepresidente de George W. Bush: Dick Cheney con un Christian Bale unos veinte kilos más gordo de lo que estamos acostumbrados a verlo. Este personaje es en realidad poco conocido para quienes no están informados en los entretelones de la política de Estados Unidos. Una joyita en todo sentido. El ensamble de actores funciona como un cronómetro y la vuelta de tuerca dramatúrgica es de una genialidad poco frecuente en Hollywood.