El amor puede más que todo y que todos. Porque no viene bien Colón, no es momento agradable, quedó muy cerca del último puesto de la Superliga y el hincha no recibe impulsos positivos desde adentro de la cancha. Sin embargo, el hincha no puede con su genio, con su ingenio y mucho menos con ese amor inconmensurable y que no se rinde ante los malos resultados. El hincha siempre está, es lo más genuino y lo más noble que tiene el fútbol. Y tampoco se fija en gastos. Sobran las historias de esfuerzos épicos cuando el hincha podía ir a todos los partidos, de motos vendidas, de sueños familiares postergados y de “contigo, pan y cebolla” para poder estar. Porque el hincha siempre quiere estar.
Maximiliano Rebecchi es uno de los seis amigos que se lanzó a la aventura de acompañar a Colón a Perú. Ellos eran muy chicos cuando el Loco Sandoval hizo de las suyas en el estadio Nacional. Pero la hazaña del año pasado en el Morumbí los motivó para acompañar a Colón en este viaje. “Vamos a remontar este mal momento, no tengo dudas de que la mala racha es momentánea. Nos tomamos un micro a Buenos Aires y de ahí, primero a Chile y después a Lima. Acá estamos, con muchas ganas de pasarla bien y de que Colón gane”.
Uno de sus amigos, Matías Oroño, confiesa que es su primer viaje internacional con Colón y sólo tiene un deseo: “Que nos pase lo mismo que nos pasó el año pasado en el Morumbí. Sé que es otra cosa, otro rival de menos envergadura, pero el estadio es mítico y sería muy bueno que Colón gane allí”.
Emanuel Cettour dice que está “defraudado con el equipo, porque uno, como hincha, siempre espera más. Este año llegaron varios jugadores, un técnico nuevo, la ilusión de todos nosotros se renovó, pero las cosas no se dan. Vamos a salir adelante”.
La familia Amicocci se vino con todo. “Aprovecho que son mis vacaciones y acá estamos. Nos quedamos hasta el viernes, lástima que no tenemos tiempo ni dinero para irnos al Macchu Picchu, porque hubiese sido lindo. Sé que hay varios hinchas de Colón allí, pero se necesitan dos o tres días más y no los tengo”, señala el jefe de familia, acompañado por su esposa y el pequeño Sebastián.
Franco Morgans fue tajante cuando dijo que “el amor a Colón es muy grande, tan grande que la gente de Rosario, donde estoy viviendo ahora de hace unos años, cuando nos fue a despedir me decía que estaba loco, no entendía cómo podía hacer semejante esfuerzo siendo que estamos mal deportivamente. Pero no importa, me siento defraudado por el proceso, porque con Domínguez teníamos un equipo fuerte y ahora no tenemos una línea de juego y somos cambiantes. El otro día jugamos muy bien contra Racing, pero después perdimos mal contra Aldosivi. Esos desniveles son preocupantes y a mí ni me gustan”.
Es difícil predecir cuántos serán los sabaleros que estarán en el Nacional de Lima. La tribuna occidente será la que albergará a los hinchas visitantes, en un estadio que quedará grande para la concurrencia. Deportivo Municipal no es de los grandes de Perú y bastante lejos está del poder de convocatoria de Sporting Cristal, Alianza Lima o Universitario. Su etapa más florida se dio hace mucho tiempo, cuando conquistó cuatro títulos peruanos en 1938, 1940, 1943 y 1950, que fue la que se denominó “la época de oro”. Le tocó descender en 2007 y jugó siete temporadas en la segunda categoría, hasta que volvió a la A en 2015. Roberto Tito Drago, quien jugó en Racing en 1946 en el fútbol argentino, es el máximo ídolo de Deportivo Municipal y participó en casi todos los torneos que fueron ganados por los “ediles”.
Deportivo Municipal alcanzó su etapa de esplendor internacional en estos últimos tiempos. Esta es la tercer copa Sudamericana que disputa desde su vuelta a Primera hace cuatro años y, además, en 2017 jugó la Libertadores después de más de 35 años sin participar en el magno certamen continental. Hugo Sotil y el “Ñol” Solano son algunos de los nombres que enriquecieron la historia de este club de 84 años, que será el primer escollo que tendrá Colón en su nueva incursión continental.