El último jueves de marzo estará en los cines argentinos “Dumbo”, remake del clásico de dibujos animados de 1941 creado por los Estudios Disney.
Este jueves 28 de marzo estará en los cines argentinos “Dumbo”, remake del clásico de 1941. En ella, se mezclan actores reales con elementos de animación. La dirección es de Tim Burton. Novedad que sirve de excusa para evocar a los grandes clásicos del estudio del ratón, que dominó el mercado de los dibujos animados desde la precursora “Blancanieves y los siete enanos”.
El último jueves de marzo estará en los cines argentinos “Dumbo”, remake del clásico de dibujos animados de 1941 creado por los Estudios Disney.
Esta renovada versión, que mezclará actores con animación, tiene como artífice principal a Tim Burton (quien ya indagó en este tipo de formatos en “Alicia en el País de las Maravillas”) y cuenta con un plantel de actores que incluye a Colin Farrell y a Eva Green, además de Michael Keaton y Danny de Vito, quienes colaboraron con Burton en la oscura “Batman vuelve” (1992).
El guión, que incluirá varios cambios respecto al amable largometraje de la década del ‘40 se sostiene en un guión de Ehren Kruger, creador de las tres últimas películas de “Transformers”. La cercanía de este estreno, uno de los más esperados del año por el público familiar, cabe como punto de partida para recordar a los clásicos de Disney, esos que con su magia conquistaron la imaginación de varias generaciones.
“Blancanieves y los siete enanos” (1937): “Espejito, espejito. Quién es la más bella de todas”. Hay críticos que llegaron a equiparar la trascedencia histórica de este trabajo con “El nacimiento de una nación”. Lo cierto es que la película resultó tan innovadora en su tiempo que marcó las pautas de la animación durante varias décadas. Recién la llegada de los ordenadores (y la pionera “Toy Story”) moverían el listón. El primer largometraje animado de Disney, adaptación libre del cuento de los Hermanos Grimm, marcó arquetipos, resultó un éxito, pese a que en el Hollywood de la época pensaron que era una locura un dibujo animado de 80 minutos, y fue muy imitada. Un dato de color: su banda sonora fue la primera en comercializarse.
“Pinocho” (1940): A partir de un esquema similar al de “Blancanieves”, en este largometraje Disney conservó varios de los aspectos más sombríos de la historia de Carlo Collodi sobre una marioneta que cobra vida, pero los morigeró lo suficiente como para lograr una fábula destinada al consumo familiar. Los protagonistas, Pinocho y su consejero Pepe Grillo son entrañables, pero están especialmente logrados los personajes secundarios: Gepetto, un anciano bonachón, el Hada Azul que aparece siempre rodeada de luz, la ballena y los villanos (incluido el despreciable Strómboli) que conducen a Pinocho por el camino erróneo. Si a esto se le agregan canciones devenidas en clásicos y secuencias memorables (Pinocho al convertirse en burro), el resultado es memorable.
“Bambi” (1942): En pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, Disney ofreció al público esta obras triste y entretenida en partes iguales. Combinación de los últimos logros del momento en animación, escenarios majestuosos como el bosque en el que habita el ciervo y diversos elementos de la cultura popular americana, el largometraje dirigido por David Hand contiene algunos momentos imborrables de la filmografía del estudio del ratón. Entre ellos, sobre todo, aquellos en los cuales la madre de Bambi es cazada o cuando compite con otro macho por la supremacía en el territorio.
“La cenicienta” (1950): Otro cuento clásico (esta vez la versión escrita por Charles Perrault a fines del siglo XVII de la historia que le llegó por transmisión oral) que asumió su iconografía definitiva en el siglo XX en los diseños animados de Disney. Su protagonista se convirtió en una de las princesas prototípicas del estudio, con sus fortalezas y debilidades. Es cierto que desarrolla un estereotipo femenino hoy superado y solo posible en los cuentos de hadas, pero saber explotar esos clichés resulta meritorio. La fascinación no se reduce solo a la historia y sus escenarios exquisitamente diseñados, sino que es realzada gracias a los personajes secundarios: la maquiavélica madrastra, la torpe hada, las feas hermanastras y los laboriosos ratoncitos.
“La bella durmiente” (1959): La factoría de dibujos animados cerró la década del ‘50 con uno de sus trabajos más perdurables. Nuevamente un cuento de Perrault fue la arcilla para moldear una obra emocionante. La premisa: un rey y una reina tienen una hija. Organizan una fiesta, pero justo ese día una maldición recae sobre la princesita: el día que cumpla 16 años se pincharía con la aguja de una rueca y moriría. Solamente el beso de un príncipe podría salvarla. La película tiene un agregado fundamental: su villana, Maléfica, que provoca intriga y estupor. Al punto que en 2014 le dedicaron una película completa, con Agenlina Jolie como protagonista. Allí se cuenta la historia desde otro punto de vista y se ponen en entredicho los arquetipos del cuento clásico de hadas.
“La sirenita” (1989): Aunque en los ‘60 y ‘70 Disney tuvo algunos aciertos (“La espada en la piedra”, “El libro de la Selva” y “Los Aristogatos” tienen sus méritos) hizo falta llegar hasta fines de los ‘80 para ver nuevamente al estudio desplegar un trabajo de resonancias épicas, a la altura de su ilustre pasado. Fue este largometraje dirigido por John Musker y Ron Clements, basado en un cuento famoso de Hans Christian Andersen. No sólo se sostiene en un personaje protagónico femenino (Ariel, la sirena) que quiere torcer su destino, sino que desarrolla escenarios bellísimos (sobre todo los del fondo marítimo) y contiene escenas con vocación de eternidad (Ariel y su descubrimiento de los humanos). Mucho contribuyó la música de Alan Menken en la popularidad que obtuvo la cinta.
“La bella y la bestia” (1991): Uno de los pasos más firmes en la historia del estudio creador del Pato Donald. Mixtura logradísima entre las mejores tradiciones de la animación y un éxito de Broadway, este film de Gary Trousdale y Kirk Wise narra en formato de musical la atemporal historia de la joven Bella, quien acepta alojarse en un castillo con una bestia a cambio de la libertad de su padre. La consolidación y el prestigio que logró para los dibujos animados se explica con la nominación a Mejor Película que recibió en los Premios Oscar, algo inédito hasta entonces. Recién el arribo de Pixar algunos años después con “Toy Story” alcanzaría a poner en jaque a Disney como líder de la animación a nivel mudial. Sus personajes y ambientación todavía perduran en el imaginario infantil.
“El rey león” (1994): Todos los elementos que necesita una obra de arte para ser inmortal están presentes: un escenario que cumple una función clave (la sabana africana), un personaje central que busca su espacio tras la muerte de su padre (el león Simba), un villano de fuste (el tío Scar) con quien deberá batirse a duelo, un grupo de amigos que lo ayudarán en su travesía (Timón, Pumba, Zazú y Rafiki) y una una historia de amor (del protagonista con Nala). El argumento está inspirado en las obras de William Shakespeare, en especial “Rey Lear” y la banda sonora, que incluye algunos hits intepretados por Elton John ayudó a garantizar la conversión de este clásico moderno en un éxito de taquilla.
“La princesa y el sapo” (2009): Hace una década, Estados Unidos vivía un hecho histórico: Barack Obama asumía como primer presidente afroamericano de la historia del país del norte. Las resonancias fueron enormes y llegaron incluso hasta el mundo de Disney, que en esa misma época estrenó este largomentraje dirigido por John Musker y Ron Clements cuya protagonista es Tiana, una joven de Nueva Orleans que se convierte en la primera princesa negra gestada por la factoría de dibujos animados. Además de introducir elementos del jazz y del vudú, este film que utiliza una animación clásica, reorganiza el esquema de los cuentos de hadas y los protagonistas se pasan más de la mitad del metraje convertidos en sapo, aspecto que hace las delicias de los más chicos. Mientras, la épica historia resuena en los adultos.
“Frozen: Una aventura congelada” (2013): Ganadora del Oscar a la Mejor Película de Animación, esta adaptación (muy libre) del cuento “La reina de las nieves” de Hans Christian Andersen está impregnada de un humor irónico, a través del cual satiriza suavemente la tradición de los cuentos tradicionales, alterando sus reglas. Dirigida por Chris Buck y Jennifer Lee, narra principalmente las desventuras de Elsa, quien posee el poder de congelar todo lo que toca y sin desearlo condena a su reino a un invierno sin fin. Desde lo visual, abrió nuevos horizontes. Fuera de la pantalla, obtuvo un monumental éxito de taquilla y sus protagonistas (Anna y Elsa) pasaron a ocupar un lugar privilegiado en la galería de personajes famosos de Disney.