Se llamaba Gonzalo Martín Fernández. Tenía 36 años y desde hace mucho tiempo quería cambiar de vida. Pero no pudo ser. Manos asesinas decidieron que su tiempo se había terminado.
Tenía 36 años y luchaba contra las adicciones. Fue asesinado a tiros en la puerta de su casa.
Se llamaba Gonzalo Martín Fernández. Tenía 36 años y desde hace mucho tiempo quería cambiar de vida. Pero no pudo ser. Manos asesinas decidieron que su tiempo se había terminado.
Su último acto ocurrió en la noche del martes cuando escuchó que alguien llamó a la puerta de su domicilio, en Maciá al 2600, esto es entre Hernandarias y Avda. del Trabajo, en la ciudad de Santo Tomé.
El dueño de casa acudió al llamado, claro que sin saber que caminaba rumbo a la muerte.
A traición
Ni bien abrió la puerta se encontró con dos hombres, uno de los cuales portaba un arma de fuego. No necesitó explicaciones. Tampoco tuvo tiempo a nada.
Gonzalo intentó escapar de la encerrona pero dos certeros disparos lo alcanzaron a la altura de la nuca. Fue un crimen a traición. El nombrado presentaba un tercer impacto a la altura de la rodilla.
Herido y todo Gonzalo pudo ingresar a su casa. Alcanzó a balbucear algunas palabras delante de su madre para finalmente desplomarse al suelo. Al cabo de unos minutos se produjo su fallecimiento.
De los asesinos se supo que se alejaron de la zona raudamente montados en una bicicleta. También que no habrían actuado solos, sino acompañados por un tercer individuo que los “aguantaba” a bordo de una moto.
Minutos después el lugar se llenó de patrulleros y policías que vallaron la escena del crimen para dar paso al trabajo de los investigadores.
Una lucha dolorosa
Se cree que el homicidio podría tener algún punto de contacto con el submundo de las drogas; ambiente del que Gonzalo peleaba por salir desde hacía mucho tiempo.
Su propia familia dejó trascender los padecimientos que surgieron cuando el infortunado, siendo un adolescente, cayó en este flagelo.
A partir de entonces siguió una dolorosa lucha, que incluyó fuertes crisis e internaciones en distintos lugares de recuperación.
Este último tiempo Gonzalo atravesaba una buena etapa, trabajando junto a su padre como instalador de gas.
Y en sus hora libres disfrutaba de una banda de rock con la que había actuado el último domingo en la costanera santotomesina.