Los últimos datos analizados por Unicef Argentina muestran que un 42% de los niños, niñas y adolescentes viven bajo la línea de pobreza (5,5 millones), y un 8,6%, en hogares que no alcanzan a cubrir la canasta básica de alimentos. Además, el 48% de los niños, niñas y adolescentes sufren al menos una privación en sus derechos básicos y fundamentales. Pero, ¿cómo afectan estos datos a sus protagonistas?
Para responder esta pregunta, en octubre de 2018 Unicef realizó un relevamiento cualitativo en cuatro barrios o asentamientos de centros urbanos de distintas provincias del país, ubicados geográficamente en el norte, sur, centro y conurbano de Buenos Aires. El resultado es “Efectos de la situación económica en las niñas, niños y adolescentes en Argentina”, un informe que revela el impacto de la coyuntura actual en nutrición, salud, educación, bienestar económico, protección social, condiciones de la vivienda, protección especial, dinámicas familiares. uso del tiempo y funcionamiento de los programas sociales.
Un hallazgo relevante, señala el informe, es que las niñas y los niños identifican un empeoramiento de la calidad de vida en el hogar y su comunidad. En su opinión, “hay más problemas que antes”; por un lado, porque “alcanza menos la plata”, “está todo más caro”, y por otro, porque los adultos les comparten las dificultades, por ejemplo, en el acceso a los alimentos. Pero también a los medicamentos, turnos médicos y otros servicios públicos. Los niños, niñas y adolescentes consultados manifestaron, también, que intentan colaborar con la supervivencia en el hogar.
A partir de discusiones guiadas con madres y padres, talleres con niñas, niños y adolescentes, entrevistas en profundidad a miembros y trabajadores de la comunidad, visitas etnográficas en hogares, observaciones de campo y visitas a espacios públicos de los barrios, se concluyó que “en relación con el año anterior (2017), las principales problemáticas en las familias en situación de vulnerabilidad son el desempleo y la precarización del mercado trabajo, aunado a un déficit habitacional y una precipitada pérdida del poder adquisitivo. Estas situaciones están impactando en la calidad de vida de las familias con niñas, niños y adolescentes, restringen su consumo y ponen en riesgo su supervivencia, sometiéndolas a una mayor estigmatización y a situaciones de discriminación”.
- Nutrición: en el último año se incrementaron las restricciones en el consumo de alimentos, tanto en su cantidad como en su calidad. Algunas familias saltean comidas, se suprimen comidas grupales de fin de semana, se cocina una única vez por día; los adultos a veces no comen por dejarle el alimento a los niños, niñas y adolescentes y cambia la composición de la cena.
- Salud: las afecciones más mencionadas fueron las enfermedades transmitidas por los alimentos (ETA), principalmente gastroenteritis y diarreas. En las plazas con mayor densidad demográfica, son recurrentes alergias respiratorias y afecciones dermatológicas.
- Salud mental: aumento del malestar psicológico expresado en problemas de conducta, manifestaciones de ansiedad y déficit de atención en niños y niñas. En los y las adolescentes, mayor estrés y alteraciones del estado de ánimo; incremento de manifestaciones de violencia en adolescentes, cuadros de alcoholismo y depresión.
- Educación: esfuerzo evidente de las instituciones educativas para “no perder” estudiantes. No obstante, se estarían presentando situaciones de abandono escolar en las transiciones del nivel primario al secundario, causado -entre otras razones- porque las adolescentes asumen responsabilidades de cuidado y en los varones, por su incorporación al mercado de trabajo.
- Bienestar económico: uno de los principales desafíos que las familias con niños, niñas y adolescentes enfrentan es el pago de los gastos fijos del hogar, ya sean los costos de los servicios e impuestos y alquiler.
- Condiciones habitacionales: en algunos barrios se observó que las familias en situación de vulnerabilidad social habitaban en condiciones de hacinamiento reciente, debido a obstáculos en el acceso a una vivienda para las nuevas generaciones de familias asociadas al aumento del precio de alquiler y la imposibilidad de costear los servicios públicos.
- Protección especial: los mecanismos para la prevención de abusos y vulneraciones pasan a segundo término ante las necesidades alimentarias y habitacionales de la niñez y las familias en situaciones de alta vulnerabilidad.
- Dinámicas familiares: se presenciaron en muchos casos dinámicas conflictivas caracterizadas por violencia emocional y física normalizada hacia los chicos y las chicas, y sus madres.
Al diagnóstico, Unicef suma recomendaciones concretas. Entre ellas:
- Contar con un sistema público de cuidados de calidad y promover una distribución más equitativa de las tareas domésticas y de cuidado que permitiría asegurar los derechos de los chicos y chicas, evitar situaciones de abandono escolar de niñas y adolescentes y una mayor inserción laboral femenina con su consiguiente efecto en la reducción de los niveles de pobreza infantil.
- Mantener la provisión de servicios públicos de calidad como un elemento fundamental para el ejercicio efectivo de los derechos de la niñez en Argentina.
- Asegurar la actualización de los montos de asignaciones familiares, incluyendo la Asignación Universal por Hijo y, a la vez, revisar su diseño para hacerlo más inclusivo.
- Contar con instrumentos de monitoreo, análisis y planificación de la inversión dirigida a la niñez para contribuir a una mejor asignación presupuestaria y orientación de las políticas.
Las niñas, niños adolescentes ofrecieron una mirada crítica y algo pesimista, probablemente influida por el discurso de los adultos y los medios. La mayoría de los niños, niñas y adolescentes afirmaron presenciar en el último tiempo discusiones dentro de sus hogares.
En varios puntos del informe, se analiza el particular impacto de la coyuntura sobre niñas, adolescentes y adultas. Así, expone que en un contexto en el que tradicionalmente recaen sobre las mujeres de manera desigual las responsabilidades de cuidado, se observa que ellas son quienes toman las decisiones de consumo necesarias frente a las restricciones económicas que se presentan en el hogar. Además, algunas mujeres manifestaron sufrir violencia con mayor frecuencia en el último año, resultado de la incertidumbre que sienten los adultos varones frente a la situación de crisis y la presión como sostén económico de hogar.