El caso que liga a una docente de una reconocida institución escolar de la ciudad despertó gran atención en los temas relacionados a delitos sexuales a través de internet. Incluso los medios nacionales se hicieron eco de la noticia.
Desde la agencia de investigación informática piden que, ante cualquier sospecha, se radiquen las acusaciones correspondientes. “Necesitamos las estadísticas para la elaboración de políticas públicas que protejan al ciudadano”, indicó la suboficial Soledad Martínez.
El caso que liga a una docente de una reconocida institución escolar de la ciudad despertó gran atención en los temas relacionados a delitos sexuales a través de internet. Incluso los medios nacionales se hicieron eco de la noticia.
Se puede predecir que la curiosidad surgió a raíz de la vinculación religiosa de la escuela, por la tradicional ubicación en la ciudad o su centenaria actividad pedagógica. Sin embargo, los casos de delitos informáticos (grooming, ciberacoso, sextorsión, phishing, entre otros) son más comunes de lo que indica el impacto reciente.
Si bien resta investigar los pormenores del hecho para determinar qué grado de responsabilidad le cabe a cada parte la sorpresa se genera en la vinculación de los avances tecnológicos con la criminalidad.
Vale decir que estas acciones suceden a diario en la medida que hagamos uso de la tecnología, que desconoce de límites espacio-temporales. Pero, a diferencia de otros delitos, la difusión de contenido sexual por redes sociales agrega una punta más a este entramado.
Es debido a estos motivos que desde los organismos oficiales se insiste en que se radiquen las denuncias correspondientes. Garantizando que las investigaciones sigan el debido proceso, limitando así las viralizaciones de material probatorio y los escraches por redes sociales.
“Sin denuncia, no hay delito que perseguir”, indicó la suboficial María Soledad Martínez, perteneciente a la Unidad de Informática Forense del Departamento criminalístico de la Policía de investigaciones (PDI).
Por medio de esta fuerza, el ministerio de Seguridad de la provincia acompaña las tareas de investigación que realizan los fiscales, con el objetivo de intentar esclarecer los hechos delictivos a través de información y pruebas.
—Esta semana, en los medios se habló de grooming y sextorsión. ¿Qué significan estas figuras?
—Los delitos son los mismos de siempre, el cambio está en el canal por donde se propaga la información y, por tanto, se modifica el tipo de crimen.
El grooming es una artimaña pederasta en un escenario tecnológico y se da cuando un adulto se contacta con menores por medio de redes sociales con fines sexuales. Los casos varían en si el victimario usa su verdadera identidad, la oculta o se hace pasar por un menor.
Sextorsión sucede cuando una de las partes extorsiona a la otra con material de contenido sexual, pidiendo algo a cambio. El contenido puede haber sido divulgado por una de las partes o robado a la víctima. Si no hay extorsión es solo sexting.
—¿Qué indica la Ley?
—Frente al sexting, el Código Penal establece prisión de cinco a diez años a quien obligue a otra persona o a un tercero a entregar, enviar, depositar o poner a su disposición cosas, dinero o documentos que produzcan efectos jurídicos.
Con respecto al grooming, la legislación argentina incorporó con la ley 26.904 el artículo 131 al Código Penal. Allí se indica que las penas en prisión van de 6 meses a 4 años.
La ley de Grooming castiga a quien, por medio de comunicaciones que se establezca en tecnología de transmisión de datos, contacte a un menor con el objetivo de cometer un delito contra su integridad sexual.
La sanción de la norma data de 2013, pero la primer condena por este delito sucedió en 2017 con el caso de Micaela Ortega; una niña de doce años que fue encontrada muerta en un descampado, tras ser citada por Facebook por su asesino, Jonathan Luna, que fue condenado a prisión perpetua.
A esto hay que agregar que, desde marzo del año pasado, hubo un cambio respecto de la pornografía infantil que configura que la sola tenencia ya es delito, en vez de su divulgación como se establecía previamente.
Desempeño
—¿Cuáles son los pasos que se deben seguir si hay sospechas de un caso de este estilo?
—Primero es necesario decir que existen muchísimos más casos de los que se denuncian. Por este motivo instamos a que se produzcan las denuncias. Sin formalizar la denuncia, no se puede comprobar que haya delito. Para la elaboración de políticas públicas que protejan a la ciudadanía, necesitamos las estadísticas que nacen de los casos probados.
Dicho esto, el segundo paso es no borrar nada. Muchas veces, por miedo o vergüenza, los implicados -chicos y grandes- suelen eliminar las conversaciones o las cuentas. Esto es un error porque se elimina el material con el que luego se realiza el proceso de investigación.
Otro error común es intervenir en los chats para tener algún tipo de respuesta o producir un encuentro con la persona que está del otro lado del perfil. Esta situación suele derivar en que el delincuente se asuste y abandone el vínculo. Lo recomendable es mantener una comunicación dentro de los mismos términos y radicar la denuncia correspondiente.
—¿Con qué herramientas cuentan para realizar su trabajo?
—En el caso de la PDI, así como otros organismos certificados, podemos solicitar que los perfiles en las redes sean preservados para hacer un seguimiento del ID del perfil, una identificación electrónica que funciona como el DNI. De esta manera, nos aseguramos de tener un respaldo de cada uno de los movimientos.
Luego, por medio de oficios judiciales se puede solicitar información como el IP del dispositivo, para descifrar su dirección física.
Para poder actuar en estos casos, se vuelve importante el ingreso de Argentina al Convenio sobre Ciberdelincuencia de Budapest. Este acuerdo facilita los pasos legales de seguimiento de las IP, ya que los cibercriminales cambian el país de registro cada cierto período de tiempo para no ser rastreados con facilidad.
—¿Es posible detectar las cuentas falsas?
—En general, es notorio cuando los perfiles son falsos por ciertas incoherencias en las publicaciones y las fotos.
En casos como el de grooming, la situación es un poco más compleja. Allí, los victimarios suelen establecer un vínculo empático con los chicos. Por ejemplo, si un niño comenta que se peleó con su mamá, la respuesta será consintiendo ese comentario para generar ese sentimiento de confianza. Así, los intereses y los contactos de esos perfiles suelen estar en sintonía con los de los jóvenes.
Esto se ve agravado por la enorme cantidad de aplicaciones para tablet o celulares que existen y que están pensadas para los más chicos. La mayoría de ellas trae incorporado un chat donde se abre una posibilidad de que sean manipulados. Lo mismo pasa con los adolescentes por medio de los juegos en línea.
Prevención
—¿Qué actitud hay que tomar frente a estos casos?
—Los delitos no son una novedad, siempre existieron. La tecnología permite potenciarlo, lo hace masivo, anónimo e inmediato. Por eso, tenemos que priorizar la educación tecnológica y el uso responsable de internet.
Se trata de un cambio de paradigma respecto del cuidado de la niñez. Los adultos deben comenzar a investigar cuáles son las redes y aplicaciones más usadas por sus hijos. En cambio, en los niños, como son nativos digitales, es necesario hacer hincapié en la formación de criterios.
Existen muchas aplicaciones de mediación parental que sirven para administrar los dispositivos y que son muy buenas. De todas maneras, antes que el control, es fundamental poder hablar de estos temas tanto con los padres como en las escuelas.
Con respecto al rol docente es muy importante que, en la medida de lo posible, eviten los contactos por redes sociales con sus alumnos. Si bien es bastante común crear grupos de Facebook o Whatsapp educativos, no es recomendable este tipo de interacción porque vuelve muy delgada la línea que divide entre una relación académica y una personal.
—¿Cuál es el estado actual de capacitación en cibercrimen?
—En el último año, junto a la Defensoría del Pueblo, brindamos charlas y cursos en torno a protección de datos personales en distintas instituciones: escolares, judiciales, clubes de fútbol.
También existen organizaciones que trabajan mucho sobre estos temas y capacitan permanentemente. Algunas de ellas son Argentina Cibersegura y Grooming Argentina .
De todas maneras, sería importante que toda la comunidad se involucre un poco más y demande mayor capacitación para todos: alumnos, padres, docentes y directivos.
España es un caso modelo en este sentido. Cuentan con una gran cantidad de recursos para que la sociedad se pueda informar y, a la vez, materiales para abordar estas temáticas en clases.
Dónde denunciar
En Santa Fe, las denuncias se pueden realizar en los Centros Territoriales de Denuncia, en la Policía de Investigaciones, en el Ministerio Público de la Acusación o en cualquier comisaría.
Para aportar una solución, Grooming Argentina (http://groomingargentina.org/) creó una aplicación que puede ser descargada desde cualquier celular. También se pueden contactar mediante correo electrónico a: [email protected].
Cuidar nuestra información
Al día de hoy, es muy común que busquemos wifi en lugares públicos y que nos conectemos a cualquier red abierta que encontremos. Esa simple acción puede derivar en que el teléfono sea interceptado y toda la información que cargamos con nosotros (contraseñas, números de cuentas, fotos) sean secuestradas.
Como método de control sobre posibles estafas y extorsiones, Facebook habilitó una opción que permite descargar el registro completo de actividad en esa plataforma.
Este registro está compuesto por una lista que incluye todas las publicaciones, como las historias y fotos etiquetadas, así como las conexiones establecidas, por ejemplo, al indicar “me gusta” una página o al agregar a alguien como amigo.
Para conseguir la lista solo es necesario ingresar en el menú de perfil personal de Facebook, luego buscar “configuración y privacidad”, ingresar en “tu información en Facebook” y ahí se encuentra la opción “Registro de actividad”.