El domingo 14 de abril, desde las 21, Fabiana Cantilo se presentará en Tribus Club de Arte (República de Siria 3572). Las anticipadas, con un valor de 425 pesos, se pueden adquirir a través de www.ticketway.com.ar y sus puntos de venta físicos: Credife Santa Fe (25 de Mayo 2610), Nexon Santa Fe sucursal peatonal San Martín (San Martín 2637), Nexon Santa Fe sucursal Aristóbulo de Valle (Aristóbulo del Valle 6780), Nexon sucursal Santo Tomé (Av. 7 de Marzo 2091), Nexon sucursal Paraná centro (Urquiza 1031), Credife Esperanza (Sarmiento 1960) y Credife Rafaela (9 de Julio 114). En la previa del espectáculo, El Litoral conversó con la polifacética artista.
—Vas a visitar Santa Fe en un formato acústico junto a Marian Pellegrino. ¿En qué consistirá este “viaje musical sin escalas”?
—Este dúo consiste en dos guitarras, dos voces y un bombo. ¿Por qué sin escalas? Porque no hay techo en la amplitud del estilo. Estoy tocando cosas que tocaba de chiquita (folclore) y temas de toda mi carrera, además de dos inéditos de mi nuevo disco (“Cuna de piedra”).
Es lo más reconfortante para mí, ya que cuento con menos despelote de sonido, ¡mejor! Estoy tirando una nueva impronta que es bajar el volumen... Bajemos el volumen muchachos... de todo. No aturdamos a la gente, a todo nivel, yo no me di cuenta y llegué a esta conclusión hace una hora (risas). Y vengo luchando con el sonidista, con mis amigos, con todo, es eso lo que quiero hacer: bajar, bajar las revoluciones, bajar el volumen en todo sentido. Si la gente no escucha, que no hablen, que se aprenda a escuchar un poco más bajo, ¡y volvamos a las fuentes!
—¿En qué momento se cruzaron tu camino y el de Marian? ¿Qué creés que le aporta su participación al recital?
—Mariana y yo nos conocimos en Ibiza en el 2014 (yo viajé con mi ex manager Marcelo Della Valle). Me pareció increíble lo que hacía y que ella viva allá. Nos conocimos y tocamos juntas, abrió el recital en Las Dalias (Ibiza). Fue maravilloso porque yo nunca había tocado allá y es como que quiero volver siempre. Estoy esperando que se me den las condiciones, ya que no tengo dinero para pagarme el pasaje.
Cuando corté mi relación con mi guitarrista Sergio Liszewski un excelente guitarrista pero, a veces, las relaciones se agotan apareció Marian, sugerida por las chicas de Eruca Sativa. Ella hizo una banda anterior que se llamaba Lucila Cueva. Me reencontré con ella ¡y no nos separamos nunca más! Marian es un par, es una chica que es menor que yo, pero no es igual... yo diría que es mejor (risas).
—El repertorio está atravesado por tres ejes: folclore, tango y rock. ¿Cómo fue la selección de las canciones? ¿Qué sensaciones le provoca a la Fabi Cantilo de hoy recrear las canciones que escuchaba en su infancia y adolescencia?
—Lo mejor que me puede pasar en este momento es hacer todo lo que me gusta. Estoy muy feliz con este dúo y le voy a poner actuaciones también, que creo que las voy a improvisar en el momento. Es un personaje que tengo que se llama Judith, una vedette con la que juego todo el tiempo y hago lo que me gusta.
Ya soy grande y es momento de hacer todo lo que me gusta y no tener miedo. Dejar atrás el miedo y la culpa y realmente disfrutar: si yo disfruto la gente disfruta. Yo soy una servidora, tengo que contactarme con esa impronta, soy una servidora pública, dejar el ego de lado y mandar... y ahí es donde se hace la verdadera transferencia, la verdadera misión que tiene el artista: hacerle bien a la gente que pagó para escucharlo. Es importante establecer ese vínculo de servidor y receptor, el público es el receptor y uno tiene que hacerle bien. Uno vino a curar, todos vinimos a curarnos unos a otros, hay que empezar con esto, entender, yo vengo a decir eso, esa es mi misión, vengo a despertar cerebros y vengo a curar, entonces a eso quiero llegar y estoy llegando de a poco y estoy muy feliz por eso.
—Hablando de tus inicios, en un acto escolar en el Instituto Bayard interpretaste “Balada para un loco” frente a Astor Piazzolla y Amelita Baltar. ¿Qué significó esa experiencia para vos y cuánto marcó tu trayectoria artística?
—Tenía 9 años, y mi mamá me hizo el vestuario. Ya había cantado el año anterior una canción de Leonardo Favio, como que era la cantante del colegio. Yo empecé a los 6 ó 7 años tocando la guitarra y cantando. Era lo mío, no había duda. Si bien mi infancia no fue muy fácil, eso me ayudaba a seguir adelante: la música y el teatro.
No sabía que estaban Astor Piazzolla y Amelita Baltar. Me dijo mi mamá. Igual, le pregunté el otro día a Amelita y mucho no se acordaba, pero bueno... ¡fue hace muchos años! Que realmente el gran Astor, probablemente haya estado, para mí es como Maradona: son magos que te marcan, son m y m (risas). Piazzolla vino a verme y lo adoro y Maradona dijo “me gusta esta canción”... y se disparó mi fama hasta la galaxia, con una canción que lamentablemente no es mía, pero eso es lo que te toca y estoy muy agradecida a todos.
—En los ‘80 participaste de las Bay Biscuits, de Los Twist y comenzó tu carrera solista. ¿Qué palabras usarías para describir cada una de estas dos experiencias grupales? ¿Qué aprendizajes adquiriste del contacto con íconos como Charly García y Luca Prodan?
—¡Upa! Te puedo escribir un libro de los años ‘80. Fue cuando me metí en el rock. Antes estudié bellas artes y teatro, hacía teatro y cantaba en pubs. Ahí lo conocí a (Daniel) Melingo por (Miguel) Zavaleta y me metí en las Bay Biscuits. Las vi actuar haciendo el tema “Cuando calienta el sol” con Horacio Fontova, Viviana Tellas y otras y me encantó. Me encanta disfrazarme y pintar, y eso tenía ambas cosas. Viviana pintaba los murales y yo la ayudaba y, además, me disfrazaba. Ella era la directora. Maravilloso es poco. Vanguardia es poco. Nadie lo igualó hasta el día de hoy. Nunca vi un grupo como las Bay Biscuits. Estoy empezando a hacer algunas cosas teatrales en mis espectáculos que nadie entiende. Ahora me acabo de dar cuenta. Lo voy a hacer en estos shows. Voy a empezar con un personaje... claro, es re Bay Biscuits.
Los Twist, otro grupo increíble, maravilloso y yo soy un poco fóbica, me fui antes. Un grupo con humor, un grupo genial con los dos genios de Melingo y Pipo (Cipolatti). La verdad es que me ha tocado reunirme con gente muy talentosa. Por eso, ahora creo en mi talento, porque algo debería tener yo para que esos genios se acerquen. Y no sólo belleza, sino que hay una ida y vuelta con el talento y bueno, muy bueno.
Y Charly... Charly era como la figurita difícil y se acercó a mí, me produjo los discos, fue maravilloso todo. Es un montón. Luca: haberlo conocido, y toda esa época que estábamos jugando a ser rockstars y después nos convertimos.
La compositora no se detiene
—Tu trayectoria conjuga intérprete y autora de clásicos del rock argentino. ¿Cómo conviven ambas facetas? ¿Creés que, de algún modo, el rol de intérprete, desandado con más profundidad en “Inconsciente colectivo” y “En la vereda del sol”, influyó en tu manera de abordar las canciones propias?
—En “Inconsciente colectivo” y “En la vereda del sol” yo ya era lo que soy: compositora e intérprete. Simplemente, Afo Verde me llamó a mí porque justamente veía que esa faceta era muy explotable y muy comercial. Y así fue. ¡Buenísimo! Volví a tener un pico en mi carrera que anteriormente había sido con “Mi enfermedad”, pero yo nunca dejé de componer. Desde que hice esos dos temas con Charly (“A punto de caer” y “Siempre puede olvidar”), que me dijo “vos podés componer”. Entonces, conviven bien ambas facetas. Me gustaría que se sepa más de mi parte compositora, pero en realidad ahora estoy agradecida con todo. Así que agradezco todo lo que pasa. Yo sé que soy compositora y muy buena. Ya me están pidiendo temas, por ejemplo Julia Zenko me pidió un tema y para mí es un honor. Estoy muy bien.
—¿Cómo ves la escena musical argentina particularmente, el rock en la actualidad?
—No lo veo al rock (risas). No sé dónde está porque no salgo de noche. Pero está ahí. A pesar de que la escena musical se ve invadida por algunos ritmos con los que no tengo afinidad (no voy a nombrarlos porque yo no soy quien para criticar nada), el rock sigue y yo le diría a la gente que lo haga por amor y no por pegar un hit y llegar a algún lado. Porque no se llega a ningún lado nunca, se llega al fondo del corazón de uno, cuando uno le hace un servicio al arte.