Rogelio Alaniz | El Litoral
El acuerdo político de Gantz y Lapid incluye dos años y medio cada uno al frente del gobierno, acuerdo que es de palabra, es decir, no está firmado y hay algunas señales de que el posible ganador no estaría demasiado entusiasmado en cumplirlo.
Rogelio Alaniz | El Litoral
I
Viernes a la mañana. Fresco y con sol. Los viernes en Israel son equivalentes a nuestros sábados: los bares repletos de gente desayunando o tomando el aperitivo. Una de las camareras habla algo de español. Me dice que lo aprendió leyendo telenovelas, entre otras, las argentinas que en su momento fueron muy populares.
II
El café en un bar, mi unidad preferida de valor económico, está unos 12 séquels, lo que significa unos 160 pesos argentinos. Un desayuno completo puede sumar 500 o 600 pesos. El dólar vale 3,60 séquels y el sueldo mínimo de un israelí suma unos 5500 o 6000 séquels, entre ochenta mil y noventa mil pesos nuestros. Sin duda que viven mucho mejor que nosotros. La protección social es absoluta y de altísima calidad, sobre todo en materia de salud. Un enfermo de cáncer, por ejemplo, tiene luz verde para gastar todo lo que sea necesario en medicamentos e internaciones.
III
Este viernes se cierra la campaña electoral. El martes votan algo más de seis millones de judíos. Se eligen 120 cargos para la Knesset, es decir, el parlamento. Esos diputados electos luego se reúnen para enroscar y de allí sale el nuevo gobierno con primer ministro incluido. El debate de la campaña electoral incluye todos los condimentos. Desde la seguridad y la guerra, al matrimonio gay y el consumo de marihuana; desde la economía de mercado y el estado de bienestar, hasta la libertad religiosa y los derechos políticos de los árabes israelíes.
IV
Almuerzo en un bar ubicado en una suerte de patio abierto en el centro de Raanana. Me acompañan Daniel Kurganof y Eduardo Dusckin: uno de Rafaela, el otro de Santa Fe. Uno de Atlético de Rafaela y el otro de Colón. Al lado del comedor hay un local de música atendido por argentinos. El nombre no deja lugar a dudas: Astor Piazzolla. En el comedor me atiende un judío etíope, propietario del local. Daniel me explica que los etíopes fueron una de las últimas migraciones fuertes. ¿Hay diferencias por su color de piel? Lamentablemente si las hay, responde, la combatimos como podemos pero la marca de clase y de raza son muy difíciles de superar
V
En Israel también se hacen pronósticos electorales y las consultoras se ganan muy bien la vida con ese tema. Por lo pronto habría un amplio consenso en que Bibi Netanyahu será reelecto primer ministro. Mejor dicho, el Likud, su partido, logrará armar una mayoría política apoyándose en la derecha política y religiosa, con un dato a agregar; los guiños y los acuerdos con la extrema derecha religiosa, el partido fundado en su momento por el rabino ultraconservador Meir Kahane, partido declarado ilegal por su racismo manifiesto y violento contra los árabes. Su principal y actual dirigente, Michael Ben Ari llegó a ser equiparado con el Ku Klux Klan.
VI
Los candidatos del progresismo moderado son el comandante Benny Gantz y el periodista Yair Lapid. Gantz fue un militar de carrera que estuvo en todas: en el Líbano, en Yabrón, en Cisjordania, en Gaza. Su familia pertenece al laborismo, se dice que él también lo es aunque lo oculta, pero su republicanismo y progresismo no le impidieron ser un militar duro, al punto que uno de los afiches de su campaña es una foto de los bombardeos en Gaza ordenada por él con la consigna: “Para hacer lo que se debe hacer”.
VII
Jair Lapid es un periodista que durante años escribió en diarios y dirigió populares programas de televisión. Hace unos años se volcó a la política y hoy es uno de los dirigentes más reconocidos de Israel, aunque su popularidad por lo visto no le alcanza para ganarle a Bibi. ¿De derecha o de izquierda? Sus amigos lo definen como un político moderno del siglo XXI. Tiene algo más de cincuenta años y una cierta experiencia en la gestión pública.
VIII
Los militares, algunos jefes por lo menos, gozan de un singular reconocimiento que en general no tiene que ver con la afición a las dictaduras de sus pares latinoamericanos. La defensa de Israel en las fronteras o en la guerra es algo más que una frase retórica. Estos militares, a diferencia de algunos generales de nuestros pagos, han oído silbar las balas. A Gantz , Netanyahu lo acusa de izquierdista camuflado. No lo es, pero la imputación da cuenta más del talante de Netanyahu que de Gantz. Éste a su vez declaró el otro día: “Mientras yo me jugaba la vida en los frentes de guerra, Bibi se la jugaba en las salas de maquillaje de los estudios de televisión”.
IX
El acuerdo político de Gantz y Lapid incluye dos años y medio cada uno al frente del gobierno, acuerdo que es de palabra, es decir, no está firmado y hay algunas señales de que el posible ganador no estaría demasiado entusiasmado en cumplirlo. Por su parte, Bibi no solo abre juego a la extrema derecha sino que promete el oro y el moro a los grupos religiosos, lo que traducido a buen hebreo quiere decir que no los va a molestar demasiado para que hagan el servicio militar y no va a tocar las rígidas ceremonias y disciplinas del sabbat, que están obligados a cumplir todos los judíos, sean o no religiosos. Como contrapartida, Gantz ha forjado acuerdos con los sectores del Likud opositores a Bibi.
X
Decía que en el debate nadie se priva de chicanear a sus adversarios. En estos días Gantz aseguró que Menajem Beguín, el líder histórico del Likud, de vivir hubiera echado a patadas en el trasero a Netanyahu por derechista. Por su lado, el líder de la Nueva Derecha, Naftalí Bennett lo más liviano que dijo de Gantz es que no sirve para nada: “Fracasó en el manejo de los túneles de terror con Hamas; sus crónicas indecisiones demoraron más de cincuenta días y nos llevaron a un humillante empate con los terroristas y su impericia puso en peligro a la brigada Colami”... para colmo de males, se retira y decide fundar un partido de izquierda.
XI
Como para que nada falte a esta ensalada, sus tenaces enemigos intentaron montarle hace unas semanas una acusación de acosador y violador de mujeres, algo así como un Juan Darthés versión judía. Según el libelo, hace más de cuarenta años el entonces adolescente Gantz intentó violar a una compañera de escuela. Lo más lindo de todo es que la presunta violada desmintió la acusación, pero los periodistas del caso siguieron insistiendo con ella.
XII
El Partido Laborista, el histórico Partido Laborista fundador del Estado de Israel, cuyo líder actual se llama Avi Gabbay, llama a no votar por Gantz porque hay serias sospechas de que a la vuelta del camino arreglaría con Netanyahu. Los líderes laboristas reclaman a los judíos que los voten a ellos para forzar un acuerdo progresista con Lapid y Gantz, apartándolos de sus tentaciones de arreglar con la derecha más recalcitrante.
XIII
A la izquierda del laborismo está el Meretz, partido liderado por Jain Oron. Meretz, fundado a principios de los años noventa como resultado de la confluencia de tres formaciones políticas de izquierda, representa a una minoría intensa opuesta radicalmente a Netanyahu y a sus políticas guerreristas. Sus posiciones pacifistas le han valido la acusación de “preservativos de los palestinos”, una acusación que no debe ser muy original porque también recayó sobre Gantz y sobre la Corte Suprema de Justicia.
XIV
Criticado y odiado, Benjamín Netanyahu ejerce un liderazgo fuerte que incluye el control de los ministerios estratégicos con lo que se demuestra que un régimen político puede ser muy parlamentario pero si la voluntad de dominio es concentrar el poder en el Ejecutivo, es muy difícil impedirlo. Nadie duda de su talento y carisma, como muy pocos ponen en duda su inescrupulosidad o “flexibilidad” a la hora de forjar alianzas. En los últimos años han llovido sobre su persona imputaciones de corrupción que la justicia está investigando en un país donde la justicia investiga en serio y no vacila en encarcelar incluso a presidentes. La primera imputación hubiera provocado las carcajadas más homéricas de algunos políticos argentinos: recibir regalos -habanos y golosinas- que no le correspondían; pero en estos meses hay una investigación por el negociado en la compra de submarinos que suman unos cuantos millones de dólares. Bibi jura y rejura que cuando visitó a la Argentina no hizo ningún curso acelerado de saqueo, curso cuyos magísteres, según le informaron, dictan cátedra en un seminario que funciona en Ezeiza y la tesis de doctorado se valúa en una región extravagante y helada llamada El Calafate.