El concejal justicialista, que apoya a Omar Perotti, dice que “la ‘raza’ política le debe explicaciones a todos”. Usa esa palabra y explica por qué.
Flavio Raina Quiero humanizar la política; si vas a hacer política te tiene que doler lo que le pasa al otro , sostiene el concejal Marcos Castelló, candidato a senador y líder de Kaniche.
Marcos Castelló -como en sus canciones- habla muchas veces con el lenguaje de la calle. Otras, como cuando lo hace desde su banca en el Concejo Municipal o al enfrentar a la prensa, como lo que también es: un dirigente político. El líder de Kaniche rara vez mezcla ambos mundos. Y tampoco los planteles que lidera, tanto para volver a ser precandidato a senador por La Capital como para hacer que todo llegue a la perfección antes de cada uno de sus shows.
Menciona que lleva unas 600 iniciativas presentadas y dice que se va a convertir en el concejal que más proyectos de la historia produzca. Se adelanta a advertir que en los cuerpos deliberativos importa más la calidad que la cantidad y parece sincero al decir que siente que le tiene que rendir cuentas a la gente que lo votó.
Sabe que por ser un recién llegado a la política, por provenir de la música tropical y por no haber terminado la escuela, su trabajo como concejal fue observado de cerca por propios y extraños.
Bastan unos pocos minutos para dejar de prejuzgarlo. Entre la calle, la noche, la música, las lecturas apuradas de poetas en busca de inspiración para sus letras, el trabajo en la carnicería desde los 12 años, las redes sociales, los amigos, la familia, las 23 mudanzas de su vida dentro de la ciudad, los tres metros y medio de agua en su casa de General López al 4000 en 2003 y las ventajas de la popularidad, Castelló ya aprendió lo necesario.
Aprendizaje
“Soy un fanático de la superación personal”, dice cuando explica que tiene (o se hace) tiempo para la música y el Concejo. Y ahora también la campaña.
Maneja para sus propuestas una agenda sobre todo social. Piensa en crear Centros de Oportunidad, para que en los barrios haya un lugar donde el Estado “cree esperanzas”. En promover gabinetes pedagógicos “que detecten en cada chico escolarizado su potencial”, en el boleto gratuito para asegurar la escuela y en que “se debe acompañar a los que hacen, a los que invierten”.
Piensa que Perotti “que viene de la producción y tiene un perfil muy vinculado al sector productivo que necesita Santa Fe”.
Castelló tiene ideas definidas sobre algunos temas pero evita pronunciarse por sí o por no. La ley de aborto, el proyecto de educación sexual que debatió la Legislatura en 2018, la media sanción que logró el proyecto de ley de educación del oficialismo. De cada uno dice que “el debate es bienvenido”, y que “se lo tiene que profundizar”.
“Por coherencia”
—¿Por qué sos candidato?
—Porque me parece que la raza política le debe un gesto, una explicación a la gente. Quiero ser senador y hoy soy concejal, porque pienso que hay que humanizar la política, ésa es la clave. Que te duela lo que le duela al otro.
Hoy hay un divorcio entre el político y el vecino. Y no sé durante cuánto tiempo más se va a poder seguir haciendo campañas proselitistas en la calle... La gente tiene derecho a ver una devolución. En todos los barrios te dicen que los políticos aparecen cuando hay elecciones. A veces somos de meter a todo el mundo en la misma bolsa... pero es lo que se repite.
—¿Vos no sos un dirigente político?
—Política hacemos todo el tiempo, desde que nacemos. Si me preguntás si soy un político de raza... realmente me cuesta asumirme así.
No voy a tener nunca un discurso político como el que estamos acostumbrados a escuchar. Nunca voy a traicionar lo que pienso, lo que siento. Y me voy a equivocar un montón de veces, pero jamás en desmedro de nadie. Elijo tratar a los demás como quiero que me traten. Estoy seguro de que vamos a recibir lo que damos, y en dosis altas. Sin ese pilar, sin esa manera de ver la vida, vivimos en una mentira. Por eso quiero humanizar la política, si vas a hacer política te tiene que doler lo que le pasa al otro.
—Hablaste de la “raza política”.
—Se te va pegando, muchos mencionan así a la clase política. Tal vez cometo un error al repetirlo así... Seguramente tiene que ver con el enojo de la gente. Yo estoy tratando de explicarle a la gente que la política no es mala palabra. Si tuvimos representantes que te defraudaron es una cuestión, pero discutamos las políticas, qué modelo queremos para avanzar. En cuanto al dirigente, al político que se equivoca tenemos en poco tiempo la oportunidad de cambiarlo.
—Del Concejo al Senado hay un salto grande para dar. ¿Qué te lleva a tratar de darlo?
—En principio, la coherencia. En 2015 fui candidato a senador (se impuso en la interna ante dos dirigentes de trayectoria en el PJ) y seguramente enfrentaba la duda de gente que se decía: qué hace este tipo en la política... Fue muy repentina mi aparición pero lo venía madurando interiormente hace mucho. Hice como quien dice una campaña de campeón con casi 76 mil votos en el final, que fueron los que había logrado Hugo Marcucci (el entonces senador) en 2011: no me alcanzó pero sentí que gané.
Me puso un fuego adentro que no te lo puedo explicar. Lo tomé así porque como yo no vivo de la política, me considero un artista de Santa Fe que ama lo que hace, yo amo cantar. Y tratamos de hacer quedar bien a Santa Fe en cada lugar al que vamos. Cuando ya tenés una empresa bien constituida, donde las cosas ya están organizadas, queda tiempo libre y ahí comencé a interesarme por hacer algo, de aportar, de meterme en política por los demás.
—¿La banda ya es una empresa?
—Sí, lo es. Tiene 23 personas y por suerte el trabajo crece semana tras semana, ya funciona con gente muy capaz en la que confío mucho.
Omar (Perotti) me dijo: “Marquitos, yo sé que vos vas a ser senador y necesito saber si vas a tener el compromiso de prepararte para serlo, porque necesito un equipo que me acompañe”. Para ser senador, primero tenemos que hacer experiencia y me parece que el Concejo de Santa Fe es un lugar que te va a foguear, de ir a fondo.
Le dije que sí y creo que ser concejal me sirvió mucho.
De entrecasa
Marcos Castelló tiene 43 años. Nació en el barrio sur y se mudó nada menos que 23 veces, siempre dentro de la ciudad.
Tiene tres hijos, de 25, 18 y 10 años y está casado. Es de Colón y su hobby sigue siendo jugar al fútbol. “Comencé como mediocampista y los años me van llevando para la defensa”, bromea.
Su película favorita es “El árbol de los sueños” (The War, Jon Avnet, 1994). Confiesa que le recuerda su relación con su padre. Dice que lo atrapó “Breaking Bad” y que “envidia a quienes no la vieron: tremenda”.
“Leo a Pablo Neruda y a otros poetas, muchas veces para buscar lo que pueda ayudarme a escribir mis canciones. Trato de leer todo lo que llega a mis manos sobre Eva Perón”.
Al conversar sobre música, su gran pasión, habla con orgullo de sus hijos, de su casa y la zamba. “Soy el peor disc jockey de la historia; en un viaje te pongo temas de Guaraní y de ahí saltamos a Queen, y del folclore a los Beatles, de Luciano Pereyra a Rod Stewart o Paul McCartney”.