La frase no es ocurrente; ni siquiera es nueva. Ya Madelón la empleó en otras ocasiones. No muchas. Pero fue la sentencia cuando vio a su equipo en esta versión desconocida, atada, sin reacción y excesivamente superado por el rival. Unión no fue Unión porque no tuvo ni dinámica, ni juego ni, mucho menos, esa voluntad inquebrantable de hacerle las cosas difíciles al rival. Nada de eso ocurrió. Fue un equipo lento, sin reacción, temeroso, que no supo cuidar la pelota y que, definitivamente, le hizo las cosas fáciles a Independiente del Valle. Nunca encontró el partido, nunca se lo puso en riesgo al adversario y fue superado en todos los órdenes, inclusive en el aspecto físico, que es en el que Unión jamás pierde. Claro que las condiciones fueron las no deseadas: altura, lluvia, campo rápido. Un combo que complicó de inicio a fin. Pero se dieron espacios, no hubo una línea de presión eficaz (ni arriba ni abajo) y el rival aprovechó todas esas circunstancias. Tanto las aprovechó, que Independiente del Valle no merecía llegar a la definición por penales: lo podría haber ganado por tres goles en los 90 minutos. Claro que, asimismo, se podría decir que el gran pecado de Unión estuvo en los dos penales que se erraron en la ida. Con un 3-0 en lugar del 2-0 con el que vino a Quito, la cosa hubiese cambiado. Quizás.
Tenés que leerBajo la lupa: el rendimiento de los jugadores de Unión¿Fue el planteo más acertado?. Con el “diario del lunes”, todo vale. ¿Qué podría haber hecho Madelón?, ¿jugar de arranque con línea de cinco?. Es posible. Enfrente tuvo un equipo que puso cuatro delanteros (dos abiertos y dos como “punta de lanza”). Se jugó mano a mano atrás durante todo el partido. Pero en el medio también se perdieron duelos, nunca se tuvo la pelota y los delanteros quedaron aislados y a la expectativa de algún pelotazo largo y a dividir. Algo que, en la altura, es casi suicida.
Había algo que se caía de maduro antes del partido: el que hiciese el primer gol iba a gozar de beneficios. Independiente del Valle lo consiguió a los 7 minutos. El partido estaba en pañales y ya lo estaba ganando. Si hubiese sido al revés, si el que convertía el primer gol era Unión, la obligación para Independiente del Valle habría sido casi lapidaria, puesto que estaría comprometido a meter cuatro goles. No imposible, pero muy difícil. Pero Unión no salió decidido a convertir un gol; Independiente del Valle, sí. Entre el semblante temeroso de uno (Unión) y la voracidad del otro (Independiente), terminó triunfando naturalmente esto último. Eso también le dio tranquilidad y convicción. Le quedaban 83 minutos por delante para convertir, al menos, un gol más.
Confieso que hace muchísimo tiempo que no veía un partido de Unión sin jugadas de gol en el arco rival. No es común, no es habitual. Se venían cometiendo otros errores, como el de no saber aguantar un resultado, por ejemplo. Pero las oportunidades se generaban; en algunos partidos con un margen muy favorable sobre el rival. Anoche, nada de nada. No hubo una sola jugada de riesgo para Piedra. Distinto a lo que pasó en el otro arco, con un Nereo Fernández convertido en figura.
Unión dio ventajas atrás, no tuvo la pelota nunca en el medio, aisló a los delanteros y no generó situaciones de riesgo. Por todo eso, queda claro que Unión no fue Unión. Dájome abriendo la cancha y desbordando por afuera, Cabeza complicando más allá de desaciertos en algunas definiciones y Pellerano manejando la pelota a gusto y criterio en el medio, fueron argumentos individuales de un equipo frontal, veloz y decidido como lo fue Independiente del Valle.
Ya está. Unión no fue Unión. Se acabó el sueño. O en todo caso, se terminó la primera experiencia, que no debe ser más que eso: una experiencia. Este grupo de jugadores, con el técnico como inocultable cabeza y absoluto responsable de todo lo logrado y vivido, han logrado algo que Unión se debía desde hace muchos años. Noventa minutos de fútbol y una eliminación no lo deben empañar. Se perdió la chance de seguir en la lotería de los penales. Estos, los penales (los que se marraron aquí y los que se malograron allá), fueron la diferencia a su favor que encontró Independiente del Valle para sellar su paso a la ronda siguiente, dejando a Unión en el camino. Fue valorable. Más allá de una actuación, la de anoche en el Atahualpa, desdibujada y desconocida del equipo.