Por María Teresa Rearte (*)
Por María Teresa Rearte (*)
Monseñor Enrique Angelelli (Córdoba, 1923/ La Rioja, 1976), fue nombrado Obispo de La Rioja por el Papa Pablo VI el 3 de julio de 1968. Fue uno de los Obispos con fuerte compromiso social, en tiempos de la dictadura militar argentina (1976/1983), autodenominada Proceso de Reorganización Nacional.
Los hechos
Las circunstancias de la muerte de un religioso y un sacerdote que también serán beatificados, el fraile conventual franciscano Carlos de Dios Murías y el P. Gabriel Longueville, de origen francés, no dejaron lugar a dudas porque fueron secuestrados el 19 de julio de 1976, y sus cuerpos aparecieron dos días después cerca de las vías del tren, con las manos y los pies atados y los ojos vendados, y señales de haber sido torturados y asesinados. En cuanto al laico y padre de familia Wenceslao Pedernera, que también será beatificado, pertenecía al Movimiento Rural Católico. Fue asesinado de 20 balazos en su casa, delante de su esposa e hijas, el 25 de julio de 1976.
El 4 de agosto de 1976 el Obispo Angelelli, de regreso de una Misa celebrada en Chamical en memoria de sus colaboradores asesinados, conducía su camioneta junto al P. Arturo Pinto, cuando llegando al paraje denominado Punta de los Llanos, sufrió un accidente automovilístico. Traía con él unos documentos relacionados con la muerte de los sacerdotes. Los que nunca fueron encontrados. Después se supo que fueron llevados al Ministerio del Interior en calidad de documentos reservados.
La versión oficial de la muerte del Obispo fue -durante mucho tiempo- que se trató de un “accidente automovilístico”. La que no fue creíble para los fieles riojanos, porque se sabía que el Obispo estaba en la mira de los militares, por su adhesión a los lineamientos del Concilio Vaticano II y de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín (**). Lo que implicaba su cercanía con los campesinos, trabajadores y la población pobre de su diócesis. La autopsia reveló que tenía costillas rotas y fractura en el hueso occipital, en concordancia con un golpe recibido. Trascendió que había sido seguido por dos vehículos que produjeron el vuelco de su camioneta. Le habían aconsejado dejar la diócesis e irse a Córdoba, de donde era oriundo, porque era el objetivo principal de los militares, sobre todo después del asesinato de sus colaboradores.
Pocos días antes de la muerte de sus colaboradores el Obispo había escrito un detallado relato a Monseñor Pío Laghi, Nuncio Apostólico en Argentina, que consta en las actas de la causa, catalogada por la Congregación para los Obispos, donde explicaba que la tarea pastoral de la Iglesia era obstaculizada por un jefe militar cuyo nombre mencionaba. También cómo el Obispo era humillado, las requisas y allanamientos de la policía, incluso en los retiros religiosos, por orden del Ejército, etc. Y las amenazas de muerte que él mismo recibía.
La verdadera historia de una fotografía
Se ha mencionado una fotografía cuya circulación arreció en los medios durante los últimos tiempos. Y fue presentada como una “prueba” de que el Obispo Angelelli estuvo comprometido con ideas y movimientos apartados de la doctrina católica.
Esa fotografía del Obispo Angelelli celebrando Misa, con el escudo del grupo Montoneros a sus espaldas, se usó para difamarlo. “La Stampa” (***) ha reconstruido la historia de la fotografía, con la que también se argumentó que no merecía ser declarado mártir ni beato. El episodio que se difundió fue relatado por primera vez por el diario “El Independiente”, en la página 4, para informar que “a la reunión asistieron dirigentes y numeroso público”. Que fue “Claro Fuenzalida quien recibió en representación del Subsecretario de Salud Pública de la provincia, la sala y su dotación de medicamentos, entregados simbólicamente por la presidenta de la Unidad Básica, Azucena viuda de Díaz.”
Se trató de un acto abierto. En la homilía de la Misa el Obispo dijo: “la sala de primeros auxilios es algo muy grande, porque está relacionada con el dolor del hombre de nuestro pueblo. (...) Atender el dolor del pueblo -destacó- es como atender el Cuerpo de Cristo.” Etc. Finalizada la Misa bendijo las instalaciones de la sala de primeros auxilios, que motivaba el acto, en el barrio 4 de Junio, ubicado en una zona periférica de la ciudad de La Rioja. No hubo ninguna convocatoria a la lucha armada.
Al respecto se debe tener en cuenta que -como es sabido- el grupo Montoneros pasó a la clandestinidad el 1º de mayo de 1974, luego de un conocido y público altercado con el entonces presidente Juan Domingo Perón, por el que éste los expulsó de la Plaza de Mayo, calificándolos de “imberbes”. Hacia finales de 1973, fecha de la cuestionada fotografía, Montoneros no era una agrupación proscripta. Y en algunas provincias argentinas era una agrupación juvenil, como son otros agrupamientos políticos juveniles hoy conocidos.
Se ha podido verificar que, antes de iniciar la celebración de la Misa, el Obispo no había advertido la presencia del cartel con el escudo montonero, que había sido colgado por algunos entusiastas jóvenes, a los que posteriormente reprendió con firmeza. Y se mostró muy preocupado por la colocación del escudo montonero, porque era consciente de las consecuencias que el episodio le podía traer. Y no se equivocaba, porque esa fotografía fue usada en su contra menos de tres años después -en 1976- por el diario “El Sol”, cuyas insinuaciones adversas a su persona con forma de frases interrogativas al estilo de “¿Puede un Obispo, sin desmedro de su función, dedicarse full time a la promoción, organización y apoyo de cooperativas alentadas por el Partido Comunista?”, y otras similares, fueron difundidas en presencia del enviado papal. A la vez que esa misma publicación fue -posteriormente- la defensora de la tesis del “accidente automovilístico”, que por años fue la “verdad oficial” del régimen sobre la causa de su muerte. Hasta la actualidad la fotografía es usada por adversarios del Obispo Angelelli, entre los que se cuentan algunos sectores de la Iglesia Católica que deberían informarse mejor. No obstante, adviértase que análoga oposición motivó la canonización del Obispo salvadoreño Oscar Romero, asesinado por un comando de ultraderecha mientras celebraba Misa.
No hay indicios de “herejías” ni “convocatoria a las armas” en los 4 voluminosos tomos que recopilan las homilías del Obispo Angelelli, que tenían gran difusión por la radio. Y se conservan en el Obispado de La Rioja. Pero por aquellos tiempos no era necesario presentar evidencias para involucrar fácilmente a un Obispo y ponerlo en la mira del régimen militar.
Condena
El Tribunal Oral Federal de La Rioja determinó el 4 de julio de 2014 que el asesinato del Obispo Enrique Angelelli, acaecido el 4 de agosto de 1976, durante la dictadura militar, fue un crimen de lesa humanidad. En la causa, que contó con documentos aportados por el Papa Francisco, se declaró como autores mediatos a Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella, que fueron condenados a prisión perpetua. El presidente del tribunal y los jueces, en fallo unánime, consideraron acreditado el homicidio calificado del Obispo. Afirmaron que su muerte “fue consecuencia de una acción premeditada, provocada y ejecutada en el marco del terrorismo de Estado.”
Beatificaciones
El Papa Francisco aprobó el decreto por el que se reconoce el martirio de estos Siervos de Dios “in odium fidei”. Lo que conlleva las Beatificaciones dispuestas para el 27 de abril del año en curso en La Rioja.
(*) Ex profesora universitaria y del nivel superior. Escritora.
(**) Se puede ver mi nota “A cincuenta años de la Conferencia Episcopal de Medellín”, en El Litoral, 04/09/2018.
(***) Publicado en “La Stampa”. Investigación documental del Vatican Insider.