Desde mayo, una nueva colección llega a El Litoral. Se trata de El Mate y sus Variantes, una colección imperdible con toda la historia y los secretos de la bebida nacional por excelencia.
Desde mayo, una nueva colección llega a El Litoral. Se trata de El Mate y sus Variantes, una colección imperdible con toda la historia y los secretos de la bebida nacional por excelencia.
Desde mayo, una nueva colección llega a El Litoral. Se trata de El Mate y sus Variantes, una colección imperdible con toda la historia y los secretos de la bebida nacional por excelencia.
Con cada fascículo mensual, una entrega diferente para que armes el equipo de mate que siempre quisiste, junto con la guía de los mejores consejos.
Por las noches Yasy, la luna, alumbra desde el cielo Misionero las copas de los árboles y platea el agua de las cataratas. Eso es todo lo que conocía de la selva: los enormes torrentes y el colchón verde e ininterrumpido del follaje, que casi no deja pasar la luz. Muy de trecho en trecho, podía colarse en algún claro para espiar las orquideas dormidas o el trabajo silencioso de las arañas. Pero Yasy es curiosa y quiso ver por si misma las maravillas de las que hablaron el sol y las nubes: el tornasol de los picaflores, el encaje de los helechos y los picos brillantes de los tucanes.
Un día bajó a la tierra acompañada por Araí, su amiga la nube, y juntas, convertidas en hermosas muchachas, se pusieron a recorrer la selva. Era el mediodía y, el rumor de la selva las invadió, por eso era imposible que escucharan los pasos sigilosos del yaguareté que se acercaba, agazapado, listo para sorprenderlas, dispuesto a atacar. Pero en ese mismo instante una flecha disparada por un viejo cazador guaraní que lo venía siguiendo fue a clavarse en el costado del animal. La bestia rugio furiosa y se volvió hacia el lado del tirador, que se acercaba.
Enfurecida, saltó sobre él abriendo su boca y sangrando por la herida pero, ante las muchachas paralizadas, una nueva flecha le atravesó el pecho.
En medio de la agonía del yaguareté, el indio creyó haber advertido a dos mujeres que escapaban, pero cuando finalmente el animal se quedó quieto, no vio más que los árboles y más allá la oscuridad de la espesura.
Esa noche, acostado en su hamaca, el viejo tuvo un sueño extraordinario. Volvía a ver al yaguareté agazapado, volvía a verse a sí mismo tensando el arco, volvía a ver el pequeño claro y en él a dos hermosas muchachas de piel blanquísima y de cabellera muy larga y plateada. Ellas parecían estar esperándolo, y cuando estuvo frente a ellas, Yasy lo llamo por su nombre y le dijo:
Yo soy Yasy, la diosa luna y ella es mi amiga Araí , la diosa nube.
Queremos darte las gracias por salvar nuestras vidas. Fuiste muy valiente, por eso queremos hacerte un regalo y confiarte el secreto de nuestra visita.
Mañana cuando despiertes, vas a encontrar ante tu puerta una planta nueva: llamada Caá, con sus hojas tostadas y molidas, prepararás una infusión que acerca los corazones y ahuyenta la soledad.
Es nuestro regalo para vos, tus hijos y los hijos de tus hijos…y todos los tuyos.
Al día siguiente, al salir de la gran casa común que alberga a las familias guaraníes, lo primero que vieron el viejo y los demás miembros de su tribu, fue una gran planta nueva, de hojas verdes brillantes y ovaladas, que se erguía frente a ellos.
El viejo cazador siguió las instrucciones de Yasy y Araí: no se olvido de tostar las hojas y, una vez molidas, las colocó dentro de una calabacita hueca, Buscó una caña fina, vertió el agua y probó la nueva bebida. El recipiente fue pasando de mano en mano: había nacido el mate.