De las tres eliminaciones en 17 días, la que quizás más dolor causó fue la del sábado. Por cómo se dio el partido, por cómo se dio la llave y porque, a diferencia de lo que ocurrió con Independiente del Valle, en el segundo de los partidos, Unión arrancó ganando y con grandes chances de aumentar rápida —y quizás decisivamente— el resultado. En ese segundo partido con los ecuatorianos no hubo ninguna reacción y ningún momento de esperanza. Sólo la llegada de los penales. El sábado fue distinto. Unión arrancó muy bien, ganaba y la sensación era que podía definir la serie. Le faltó eficacia, como también le había faltado en Buenos Aires en la ida. Por eso dolió mucho. Y en menos de tres semanas, Unión quedó eliminado de todo y perdió de ganar más de 23 millones de pesos.
La sensación es dispar. Por un lado, el saldo positivo porque la temporada de Superliga permitió clasificar para la Sudamericana de 2020 y porque se engrosó el promedio; pero la imagen final se destiñe por estas sucesivas eliminaciones coperas.
Hay una dirigencia que termina su mandato, elecciones convocadas para el 1º de junio y más allá de este camino pedregoso en lo político, se avecinan también las decisiones deportivas de rigor. A saber:
* Caso 1: Leo Madelón. El más crucial e importante de todos. Por lo que es, por lo que significa, porque así como encontró su lugar en el mundo, también Unión encontró a un DT con el que hubo estabilidad, pertenencia, calma y logros. Es tan difícil para Madelón como para Unión. Por eso, el mismo Leo la deja picando cuando habla de hacer una “pausa” pero también dice que “no hay lugar en el mundo en el que va a estar mejor que en Unión”. Tendrá ofertas —si es que ya no las tiene— y tiene un representante muy bien conectado para potenciar lo conseguido en Unión en todo este tiempo. Cuando volvió al club, Unión estaba condenado matemáticamente a pelear el descenso. En dos años lo llevó a jugar dos Copa Sudamericana por primera vez en la historia. Es inútil y reiterativo hablar sobre el éxito de Madelón como entrenador. Pero su contrato finaliza el 30 de junio. ¿Tendrá deseos ciertos de quedarse?, ¿estará condicionado a quién resulte ganador de las elecciones?, ¿será fundamental el armado del cuadro político para que tome la decisión de irse o de quedarse?, ¿impondrá condiciones respecto de la continuidad de algunos jugadores y del armado del nuevo plantel?. Madelón no se quedará para “vegetar” o “hacer la plancha” en Unión. Pretenderá el salto de calidad. Y en función de ello, seguramente exigirá más allá de su propio arreglo contractual.
* Casos 2: Martín Zuccarelli y Eduardo Magnín. También terminan sus contratos. Zuccarelli estuvo dos años en el club y está claro que su continuidad tiene una alta dependencia del resultado electoral. Se hizo cargo de la secretaría técnica casi al mismo tiempo de la vuelta de Madelón. Fueron dos años buenos y en el que también tuvo su incidencia. Lo de Magnín está a la vista. Las actuaciones de la reserva vienen siendo realmente muy buenas. En el último partido le propinó media docena de goles a Argentinos Juniors, uno de los clubes que históricamente mejor ha trabajado en divisiones inferiores y cuna de cracks en nuestro país. Sigue peleando en esta Copa de la Superliga y en un 90 por ciento (por no decir el 100 por ciento), ha jugado siempre con los chicos del club. Los resultados están a la vista.
* Caso 3: el plantel. Hay determinaciones que tomar respecto de contratos que finalizan. El caso más claro es el de Franco Fragapane, que está mucho más cerca —hoy— de irse que de quedarse, ya que llegó a Unión con un vínculo de dos años y el presidente no logró cerrar jamás su continuidad antes de que expire el contrato. Dicen que está cerca de Vélez. Y que los esfuerzos finales no llegaron a buen puerto. A Fragapane se deben agregar varios casos más: Nereo Fernández, Jonathan Bottinelli, Claudio Corvalán, Santiago Zurbriggen, Braian Alvarez (lesionado), Augusto Lotti, Matías García y Federico Andrada. Es fácil suponer, por ejemplo en estos últimos dos casos, que la decisión final será la de no renovar. Pero los otros casos abren la posibilidad del análisis. Nereo y Bottinelli fueron clave en la campaña, más allá de que la imagen final del arquero no haya sido la mejor. De todos modos, ya tiene 40 años y habrá que ver cuál será su propia decisión en cuanto al futuro. Se supone que continuará atajando, porque demuestra que tiene todavía “hilo en el carretel”. De los que se fueron, los que deberán volver al club son Gallegos, los arqueros Matías Castro e Ignacio Arce y De Iriondo, ya que Andereggen se fue a préstamo a principios de este año a Suiza, hasta diciembre y Mariano Gómez fue transferido, al igual que Soldano. Otro caso es el de Damián Martínez, quien también finaliza su vínculo en una operación “espejo” como se encargó de calificarla el presidente, con Emanuel Brítez. ¿Se va uno y vuelve el otro?, ¿se quedan donde están? Habrá que ver cuál es la decisión que se tome. Y después, Augusto Lotti es un jugador que se podría quedar. Pasó de estar a punto de irse a Arsenal (en enero) a entrar en el amistoso contra Boca y marcar los dos goles de la victoria en Mar del Plata. Fue utilizado por Madelón y mostró que es un jugador para tener en cuenta, porque tiene 22 años y se lo puede potenciar.
* Caso 4: los “vendibles”. Unión tiene el 80 por ciento del pase de Yeimar Gómez Andrade y una cláusula de salida que ronda los 1.8 millones de dólares. Su contrato vence en 2021, pero no hay que descartar que llegue alguna oferta. Lo propio ocurre con Diego Zabala. Tiene contrato vigente hasta el año que viene y Unión es dueño de la mitad del pase del jugador. Es el mismo caso que el de Franco Troyansky, aunque el contrato del ex delantero de Olimpo vence en 2021. A ellos hay que sumar a los dos Pittón (Mauro y Bruno), con vínculos vigentes hasta junio del año que viene pero que se han convertido en dos jugadores por los que pueden llegar ofrecimientos de otras instituciones. Estos casos de jugadores con contrato vigente pero que culminan en 2020 merecen una atención en este prolongado mercado de pases, ya que se debería evitar lo que ocurrió con Fragapane y lo que iba a pasar ahora con Soldano. Es decir, esperar el último año de contrato para arreglar, es un defecto y una equivocación que luego puede costarle caro al club. A veces con un arreglo más oneroso y en otras, directamente, con el alejamiento del jugador, tal como acontecerá, muy posiblemente, con Fragapane.
Son los que vencen el 30 de junio, sin contar los de Madelón y su cuerpo técnico, el de Martín Zuccarelli y el de Eduardo Magnín
A Madelón lo quieren todos
Ninguno de los grupos políticos se tira en contra del DT. Mientras tanto, Madelón no habla de la situación interna por más que conoce todo y a todos. Al menos, eso ha sido hasta ahora.
Ni Villarreal, ni Decoud, ni Marcelo Martín (mucho menos éste, que fue el que lo trajo) ni Spahn tienen, en la cabeza, la decisión de no hablar con Madelón para renovarle el contrato. Claro que corresponde que lo haga el que sea gobierno, pero eso no quita que, aunque más no sea con un llamado telefónico, todos le expresen el deseo de mantenerlo.
Desde este punto de vista, el que más ha definido su proyecto futbolístico es Villarreal, quien ya menciona los nombres de Gugnali y Bottaniz como los que van a encarar el manejo desde la secretaría técnica y las divisiones formativas. Pero lo cierto es que no hay, al menos por el momento, uno solo de los que pretenden llegar al gobierno del club, que tengan en mente otro nombre, al menos como prioridad, que no sea el de Madelón.