A través de dos funciones que tendrán epicentro en la Sala Marechal del Teatro Municipal (San Martín 2020) la Compañía Teatral Modus Vivendi presentará el fin de semana su nueva obra, “El loco y la camisa”, escrita por Nelson Valente. Es una comedia dramática que propone una mirada crítica de una familia disfuncional, que esconde a uno de sus integrantes que padece una discapacidad mental, para evitar un abordaje serio del problema. Las presentaciones serán viernes y sábado a las 21.30.
Con producción y dirección integral a cargo del grupo, la obra cuenta con actuaciones de Leticia Cumini, Rodolfo Costa, Héctor Di Tomaso, Maru Chianalino y Quique Maillier. Éste último dialogó con El Litoral y contó detalles de la puesta. “Es una comedia dramática pero con tintes realistas. Un drama que refleja situaciones que llaman a la sonrisa. Tocamos temas muy descarnados, como el desprecio por el discapacitado y la negación.
—¿Por qué eligieron la obra?
—Fundamentalmente por la temática que aborda, el tema de la discriminación, a partir de un conflicto que se genera con la presencia de una persona con capacidades diferentes en una familia. En ese marco, surge una serie de prejuicios, hipocresías y banalidades en función de la presentación a la familia del novio de la hermana de esa persona. Nos interesó mucho el enfoque que le dio Nelson Valente a la propuesta, que tiene picos de mucha emoción. Hay escenas muy descarnadas que nos descubren como sociedad y nos ponen en la encrucijada de reflexionar acerca de un problema que puede tener cualquiera. Eso fue lo que más nos llamó la atención y, cuando leímos la obra, lo que más me impactó.
—Aun cuando podría pensarse que, en cierto sentido, la discriminación hacia las personas con discapacidad está muy superada, lo que trataría de poner de relieve la obra es que esto en realidad no es tan así.
—Me parece que en muchos casos hay como una pose. No sé si están tan superados los prejuicios. Hubo avances, hay políticas de Estado que han tomado el tema, pero no sé si culturalmente todavía lo tenemos del todo asumido. Siempre es movilizante la presencia de alguien con estas características en una familia. De puertas para adentro a veces. En la obra surge también el tema del amor. Está muy claro el cariño que la madre deposita en ese hijo, frente al desprecio en general, que trata de esconderlo, más que nada por una cuestión cultural.
Evitar los lugares comunes
—Cuando hay que trabajar sobre una problemática como ésta, ¿cómo se hace para evitar los estereotipos?
—Es un tema que debatimos mucho. Cómo hacer para no caer, de alguna manera, en la sobreactuación. Hay una gama muy amplia de patologías y teníamos que elegir una, ése era el desafío. Pero hay que tener en cuenta que el personaje de la obra no es un desprevenido. Como se da en muchos casos y con muchas patologías, es una persona que está atenta y descubre todas las intenciones que hay a su alrededor. No es alguien que no hace uso de su inteligencia, su observación aguda y su sentido crítico. La intervención del personaje en ese sentido es central en la obra. Se da cuenta de todo lo que pasa, y descubre la hipocresía y las cosas que pasan en su familia. Por otro lado, curiosamente, no es una obra que se haya hecho mucho en el teatro independiente. Más que nada lo hicieron los grupos del autor, pero en el interior no hay muchos registros de que se haya hecho, lo cual me llamó la atención porque es un texto muy rico para trabajarlo.
—Por la temática que aborda, además de hacer reír y reflexionar, es posible que genere cierta incomodidad en el público.
—Sí, claro. Porque moviliza muchas cuestiones que tienen que ver con aspectos culturales que llevamos encima. Desde ese punto, también es interesante poder verla y debatirla. Ojalá despertemos ese sentido en el público.