Podrá estar amparado por el reglamento, quizás también por los antecedentes (Santos de Brasil llevó poca gente a Uruguay cuando lo enfrentó en la primera fase de la Sudamericana), pero no por el sentido común. Ni tampoco por lo que, por ejemplo, expresaba el propio Jorge Giordano, entrenador del equipo, en la nota que El Litoral publicó el martes. La sensación desde lejos es que River no termina de comprender algo que, en el fondo, resultará económicamente beneficioso y servirá para que la seguridad en general esté a salvo, evitando que se produzca lo que no debiera producirse: que la gente de Colón vaya a Uruguay y no pueda ingresar a la cancha a ver el partido por una restricción que, se nos ocurre, es a todas luces caprichosa.
Giordano hablaba de una posibilidad muy buena de engordar la tesorería de la institución y hasta dejaba abierta la chance de jugar en el Centenario. El estadio en el que juega River por Copa, tiene una capacidad para 18.000 espectadores pero se redujo a 11.000. Llama la atención que en toda la extensión de uno de los laterales, solamente ingresen 2.000.
Por otro lado, los uruguayos se adaptan a lo que reglamentariamente se indica respecto de que a las parcialidades visitantes hay que otorgarles una capacidad de 2.000 lugares que, se estima, es lo mínimo.
Cuando Colón fue a jugar a San Pablo, se planteaba también la incógnita. La gran diferencia es que el partido se jugaba en el Morumbí, que es un estadio gigante y con capacidad de sobra. Así obraron los dirigentes del club paulista: bastaron un par de comunicaciones y la llegada de los directivos sabaleros a San Pablo para que los propios directivos locales le dieran la tranquilidad esperada. “No va a quedar nadie de Colón afuera”. Y así fue.
Tenés que leerSe pusieron a la venta las entradas de Colón y la web colapsóSe sorprendían los brasileños. Y varios llegaron a decir que ni Boca ni River habían llevado la gente que llevó Colón. Este simple, pero fundamental, antecedente, sirve precisamente para que los directivos de River lo tomen como base de cálculo y especulación. No se está pidiendo algo desconsiderado ni exagerado. Se está pidiendo algo real y avalado con hechos y circunstancias.
Se habla de una entrada que costará 20 dólares (superior al precio que se le puso en el partido con Santos). Si Colón lleva 6 ó 7 mil personas (simple suposición), River estará generando en un partido lo que el club gasta mensualmente de presupuesto general. Su propio entrenador dijo que River tiene un gasto mensual general de 110.000 dólares. ¿Por qué desechar la posibilidad de lograrlo con la recaudación de un solo partido?
Hubiese sido muy bueno, para Colón, que el partido se juegue en el Centenario. Uno desconoce las razones económicas y hasta existen cuestiones reglamentarias que obligan a avisar con suficiente tiempo el cambio de escenario (algo que resulta imposible en esta ocasión teniendo en cuenta que entre el sorteo y el partido apenas pasarán 8 días). Por allí, los dirigentes de River aducirán que abrir el Centenario sale mucho dinero, pero también se alienta la posibilidad de que vaya mucha más gente. Seguramente, jugar allí habría motivado a que más hinchas sabaleros (más de los que van igual por más que se juegue en una cancha sin tribunas) se animen a viajar a Uruguay: más capacidad, más seguridad, más comodidad.
Las cartas están tiradas. Debe privar el sentido común y, dentro de las posibilidades que ofrece un estadio chico (para estas dos primeras fases, con 7.500 espectadores se puede jugar sin problemas), que se flexibilicen suficientemente las posiciones. Sobre todo lo de la dirigencia de River. Algo se especulaba durante el día, inclusive con un aumento considerable (aunque para muchos no parezca suficiente) a esas 2.000 en las que estaba plantada la dirigencia uruguaya.