El Litoral / [email protected]
De manera crónica puede generar un daño acumulativo en nuestro cerebro y, por lo tanto, sobre sus funciones como la memoria, razonamiento o la conducta.
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Casi la mitad de los adultos argentinos son hipertensos y la mitad de ellos lo desconoce. El principal factor es la cantidad de sal en lo que comemos. El sodio es esencial para nuestro organismo; el problema, como en todo, es el exceso. Lo recomendado por la OMS es 5mg de sal (cloruro de sodio) por día (lo equivalente a dos sobrecitos chicos de sal). Pero hay que contabilizar la sal que viene con los alimentos, inclusive muchas veces agregamos más sal a un alimento ya salado en su elaboración.
Además, es el país con más obesos de América Latina, casi uno de cada tres argentinos es obeso y dos de cada tres tiene sobrepeso (datos de la OMS), debido a la dieta hipercalórica que se consume. Eso va asociado de una mala alimentación y sedentarismo, ambos combinados aumentan aún más la posibilidad de hipertensión.
El punto es saber si tener la presión elevada puede afectar nuestras funciones mentales. El Dr. Hugo Valderrama, neurólogo, explicó que “hay una fuerte evidencia científica de que la presión arterial elevada de manera crónica durante años puede llegar a generar un daño acumulativo en nuestro cerebro y por lo tanto sobre sus funciones como la memoria, razonamiento o la conducta”.
— ¿Esto significa que la hipertensión a largo plazo puede producir demencia senil?
— Es uno, importante, de los varios factores de riesgo para las demencias. Hay que aclarar que el término “senil” con demencia debería dejar de usarse, hace décadas se usaba porque justamente se consideraba como único factor de riesgo la edad. Luego, no solo se conocieron que hay otros factores de riesgo como la hipertensión arterial, sino que si bien la posibilidad de padecer demencia aumenta con la edad, hay gente que lamentablemente padece esta patología antes de ser un adulto mayor. Como también es falso creer que todos los adultos mayores van a sufrir de demencia, las estadísticas varían según el país, pero generalizando arriba de los 80 años un 40% de las personas tiene afectadas sus funciones mentales o conducta en diferentes grados, el resto no.
— ¿Quien tiene hipertensión por muchos años sin controlar, sí o sí va a tener demencia?
— No, no es determinante, es un factor de riesgo grave cuando no se hace nada para prevenirla, controlarla y se prolonga en el tiempo. Es como comprar números para el sorteo de un premio, cuantos más números compramos es más probable que lo saquemos, cuanto más factores de riesgo tengamos para una enfermedad o intenso sea el mismo, aumentan las probabilidades de tenerla.
— ¿Entonces es demencias con “s” porque hay más de un tipo?
— Si, la Enfermedad de Alzheimer es el tipo de demencia más frecuente que representa aproximadamente el 60% de los casos y le sigue en frecuencia otro tipo de demencia denominada “vascular”, luego otra denominada “fronto-temporal” y luego otra “demencia por Cuerpos de Lewy”. Estas son las cuatro más frecuentes, pero hay más de menor frecuencia e inclusive recientemente se descubrió otro tipo aún en estudio.
Se agrupan todas estas enfermedades con el término demencias, porque tienen en común la muerte neuronal progresiva que puede alterar las funciones mentales y/o la conducta, pero cada una de ellas inicia en distintos sectores del cerebro y por lo tanto los síntomas son al inicio diferenciables.
— ¿Para todos los tipos de demencia es un factor de riesgo la hipertensión?
— Antes se pensaba que la hipertensión arterial era solo un factor de riesgo para la demencia llamada “vascular”, cuyo origen es el daño de las vasos del cerebro como las arterias. Pero ahora se conoce que también en un factor de riesgo para el tipo más frecuente que es el Alzheimer. La teoría más importante es que la hipertensión sería uno de los factores que induce a la acumulación de desechos en el cerebro, en su mayoría proteínas alteradas que deberían eliminarse de forma diaria y que producen la muerte neuronal en la enfermedad de Alzheimer. Más allá de que este mecanismo fisiopatológico está en estudio, ya está establecida la estrecha relación entre la presión elevada y el Alzheimer.
— ¿La hipertensión arterial puede ser genética?
— Tiene un porcentaje de herencia que puede diferir ampliamente en cada persona, pero lo que seguro influye de manera directa y agrava para el que tiene mucha herencia o poca, son los factores conductuales poco saludables, como un dieta inadecuada y el sedentarismo. Muchas veces escucho decir a los pacientes “bueno doctor, pero ya está, toda mi familia es hipertensa, qué voy hacer”.
Primero hay que analizar si toda la familia es hipertensa no por genética, sino porque todos siguieron hábitos no saludables y, segundo, es cuando más “hay que hacer”, hay que vivir con hábitos saludables estrictos, que además de prevenir que agrave la enfermedad, mejoran la calidad de vida. En otras palabras, tengamos o no tengamos la genética en contra, hay que tener una forma de vida saludable porque la falta de ella puede llevar a la enfermedad por sí misma. También es frecuente la frase “de algo hay que morir”, pero tenemos que entender y aceptar que con estas patologías uno no muere “de golpe” generalmente, sino que nos secuelamos y estas secuelas, del cuello hacía abajo y hacia arriba, van destruyendo nuestra calidad de vida y la de los que nos rodean porque terminan cargando con nuestro cuidados.
— ¿Cómo se cambia un hábito no saludable por uno saludable?
— Es una pregunta compleja para resumir y que a su vez hay que individualizar, pero hay conceptos de donde partir. Si tenemos hábitos perjudiciales para nuestra salud, primero hay que enterarnos que lo son, por ejemplo esta nota ayuda a difundir y dar conocer.
Luego hay que pensar qué va a ganar uno al cambiar el hábito. El cerebro cambia cuando ve que el objetivo a alcanzar y por el cual debe esforzarse tiene sentido, por ejemplo, “si corrijo mi alimentación, tengo más chances de poder seguir disfrutando plenamente de mi familia, amigos, de mi labor, naturaleza, aprender cosas nuevas, ayudar a los demás, nuevos objetivos etc..” lo cual se va limitar con una enfermedad que daña nuestras neuronas progresivamente.
Por otro lado el cambio tiene que ser realista, gradual, fijarse metas cercanas a modo de escalera y no saltos que no duran en el tiempo.
Por suerte esta estudiado que adquirir un hábito saludable lleva a que sea más fácil luego seguir adquiriendo otros, por ejemplo, llegar a alimentar bien de manera estable impulsa a salir del sedentarismo.
Y lo otro es tener creatividad para facilitar las cosas al cerebro en ese cambio.
— ¿Por ejemplo?
— Aprender un poco más a cocinar y condimentar mejor. Una vez un cocinero profesional amigo me dijo “ponerle sal a un buen plato cuando no corresponde, es como ponerle soda a una excelente copa de vino, si haces eso se parecen todos” y me demostró que hay muchos condimentos y especias accesibles para cada plato que lo hacen más sabroso que la sal. Otro ejemplo es que si yo le digo a algunas personas que hagan ejercicio corriendo solas no lo hacen, pero quizás lo hacen jugando al fútbol, bailando en un gimnasio, haciendo acuarobic con amistades, bicicleta fija mientras miran un capítulo de una serie o escuchan música, etc, o sea hay que mezclar otros placeres saludables entre los hábitos saludables a alcanzar.