El misterio es el insumo principal a partir del cual Ricardo Dupuy construye los veinticuatro cuentos breves que conforman “La ciudad está viva y rezonga”, libro de su autoría que presentará el próximo jueves a las 20 en el Espacio Toda del Mercado Norte (Santiago del Estero y Urquiza). Misterio que, según el propio autor, atraviesa situaciones y paisajes urbanos pero que a veces se escurre detrás del velo de lo cotidiano.
"La idea es dejar reflejadas situaciones misteriosas de la ciudad, misteriosas en el sentido amplio de la palabra. Por ejemplo, se habla de la casa Cingolani o del ‘cementerio de los angelitos’ que estaba donde hoy se encuentra el Colegio Nacional. Son relatos que abordan situaciones y paisajes cotidianos de Santa Fe que tratan de abordarse de manera literaria”, explicó.
—¿Por qué elegiste mirar a la ciudad de Santa Fe desde el punto de vista de los misterios?
—Me atrae la cuestión del misterio, la mirada oculta de las cosas. Es parte de mi literatura, de lo que hago y me seduce desde siempre. Trato de reflejarlo en los cuentos porque creo que el misterio está en todos lados, es un gran valor de la Humanidad, que está atravesada por el misterio en todo el sentido de la palabra. Muchos de mis cuentos tienen cierto arraigo en noticias. Hay algunas que te dejan la boca abierta de tanto de misterio. No quiero que se asocie el tema del misterio con lo místico, porque misterio hay en todos lados: en las casas abandonadas en barrio Candioti o incluso en los ríos. Tenemos un río que rodea la ciudad que es misterioso, que de tanto en tanto desborda, hace desastres y que en otro contexto es fantásticamente paisajístico. El misterio atraviesa todo y si uno tiene la posibilidad de tener una mirada sobre lo que pasa descubre situaciones ocultas.
—¿Qué características tienen los cuentos?
—Son ficcionales, pero muchos de ellos basados en noticias reales que salieron en los medios de comunicación. Y a partir de ahí construidos sobre una ficción. No todos son verídicos, aunque sí tienen gran parte de verosimilitud.
—¿Cuáles fueron, además de las noticias, las fuentes que utilizaste para crearlos?
—Tengo en mi casa y en mi estudio un archivo muy grande de hechos que me llamaron la atención. Desde hace muchos años tomo nota e investigo situaciones que pasan y despiertan mi interés. No deja de ser un misterio que algunas me llamen la atención y otras no. Tengo un registro donde voy asentando determinadas noticias, que en los relatos como los que yo hago funcionan como disparador en la medida en que traen aparejadas situaciones inexplicables de todo tipo que pueden desencadenar en misterios. Desde cuestiones vinculadas a lo policial hasta otros que tienen que ver con otras cosas. Por ejemplo, no hay nada luctuoso en las casas abandonadas de barrio Candioti, sin embargo uno puede investigar ahí cuestiones que no están claras y son ciertamente inexplicables.
Heterogénea y cosmopolita
—Una ciudad como Santa Fe, con tantos años de historia, debe esconder en cada esquina un misterio o una historia para contar.
—A veces lo cotidiano nos tapa algunas cosas, pero es una ciudad singular, formada por infinidad de corrientes migratorias, gente que vino de otros lugares huyendo de la guerra y del hambre o que eligió radicarse en Santa Fe, lo cual no deja de ser un misterio en sí mismo. Estamos conformados por este crisol de razas, donde cada uno vino con su situación a cuestas. Y son situaciones que fueron germinando y dieron lugar a esta ciudad tan heterogénea. Solamente en la parte arquitectónica tenemos casas y construcciones de todo tipo. Es una ciudad absolutamente cosmopolita en ese sentido, con apellidos y costumbres de todo tipo.
—Antes mencionaste algo fundamental en Santa Fe como el río, que imagino termina cruzando todas las historias.
—Esa decisión de los fundadores, de venirse de Cayastá hasta donde está ubicada hoy Santa Fe, ubicarse en la confluencia de los ríos Salado y Paraná está plagada de preguntas. Eso que nos han contado en los libros y que figura como la historia oficial de los mosquitos, los malones y las inundaciones, constituye un paisaje no era muy diferente a la ubicación que se eligió después para Santa Fe. Evidentemente todo tiene una explicación arcana, como decimos los que andamos en estas cosas.
—¿En qué lectores pensaste al desarrollar “La ciudad está viva y rezonga”?
—Con los editores estamos avanzando mucho en el trabajo con las escuelas. Tengo dos hijos adolescentes y ellos son mi “banco de prueba”. Si les interesa a ellos, pienso que a los jóvenes les puede interesar. Son cuentos con algunas particularidades que tienen que ver con los lectores de hoy. Son cortos, de lectura rápida, están todos ilustrados con trabajos de cinco artistas plásticos de mucho prestigio. Y no tienen golpes bajos. La idea fundamentalmente es competir con las nuevas tecnologías. Es que los chicos de ahora no dejan de leer, pero lo hacen a través de WathsApp y redes sociales. Y quizás atraerlos con un historia de misterio, que siempre seduce, es una buena alternativa. Creo que los chicos están ávidos de cuentos que puedan competir con otros formatos que hoy son muy comunes y no tan constructivos como leer. La lectura y la literatura tienen una seducción muy particular.
La edición de “La ciudad está viva y rezonga” tiene un valor agregado: una serie de ilustraciones realizadas por los prestigiosos artistas plásticos santafesinos José Bastías, Maximiliano Maignien, Carolina Porral, Alejandra Melano y Valeria Chuard a partir de los distintos cuentos.