En una época en la cual el individualismo y la indiferencia acechan a la vuelta de la esquina, el término “comunidad” adquiere un valor más profundo. Así lo creen desde el taller “Detripacorazón”, que proyecta desde el seno de la Escuela de Carnaval del Centro Social y Cultural El Birri un espacio donde el teatro comunitario es la excusa para juntarse, trabajar y sobre todo para aprender a convivir.
Formado hace más de un lustro por Hilda Cardozo y Cielo Parodi, en la actualidad está coordinado por Ulises Bechis y Maximiliano Andrés Jenkins. Funciona los sábados entre las 11 y las 13 en las instalaciones de General López 3698 y está abierto a todo el mundo, sin restricciones de ningún tipo. “Inclusive este año apareció un bebé y hay una mujer embarazada”, explica Bechis al contar los pormenores de la iniciativa.
Es que, precisamente, una de las particularidades que poseen los grupos de teatro comunitario es que ponen el acento en la inclusión y la integración. Apuntan a promover la participación de todos los vecinos por igual. De ahí la heterogeneidad que acredita “Detripacorazón”: en sus filas aparecen niños, adolescentes y adultos. La franja etárea va desde los 8 a los 70 años.
Otra característica es que este tipo de teatro se basa en la certeza de que todas las personas son esencialmente creativas si hallan el marco adecuado para desarrollarse. “Cualquiera puede ser artista. No se necesita experiencia sino ganas e interés en expresarse. No tomamos asistencia, es totalmente libre. Pero todos los años encaramos un proyecto y el que se compromete con un personaje tiene que cumplir lo más posible”, sintetiza Ulises.
Desde la creación del taller, se construyeron varios espectáculos que realizaron funciones en Santa Fe, en las instalaciones del Birri, pero también en otros puntos geográficos como la ciudad de Victoria (Entre Ríos). “Este año tenemos una invitación para asistir a un encuentro de teatro popular en Rosario”, adelanta el coordinador del espacio.
La que se desarrolla en El Birri es una experiencia que registra pocos ejemplos a nivel provincial. Cada año la labor concluye con una creación colectiva, basada siempre en algún tema que posea interés para todos los participantes. “Primero se busca el tema, después lo investigamos. Siempre están relacionados con alguna problemática social o con alguna investigación histórica”, relata Ulises.
La cumbia santafesina, la historia de la Estación Mitre (donde está ubicado El Birri), las inmigraciones y la historia del circo en la Argentina fueron algunos de los tópicos abordados, en general a través del uso de herramientas del teatro callejero. Los libretos y la escenografía, a su vez, se hacen entre todos. “Se ve mucha frescura en las actuaciones y se nota mucho la impronta de cada uno”, manifiesta Ulises.
Construir sobre la diversidad
La fisonomía del grupo “Detripacorazón” varía mucho de un año a otro. Están los “históricos”, pero también hay personas que llegan en cada temporada y ocupan el lugar de las que ya no asisten. Este año arrancaron más de treinta, de las cuales aproximadamente la mitad son nuevas. Esa constante renovación define, en buena medida, la metodología de trabajo. “Nadie tiene como un rol determinado, vamos rotando los personajes en cada función. Si falta uno, otro se sabe el personaje y lo hace”, explica Bechis.
Consultado sobre las expectativas que acercan los participantes novicios, el impulsor de la propuesta afirma que por lo general tienen que ver con las ganas de participar en una obra de teatro. “Pero sobre todo llegan para conformar un grupo de amigos, porque es una instancia más relajada que un elenco profesional. Y por suerte, siempre hemos logrado que haya una integración entre todos, cosa que es bastante compleja. Todos vienen con la predisposición y tolerancia que se necesita”, destaca.
La convivencia lograda y la posibilidad de sacar a flote proyectos con un grupo humano tan diverso son los aspectos que ponen de relieve los coordinadores del taller. “Es un aprendizaje que tenemos entre todos”.