El norte de nuestra provincia sigue en emergencia. Si bien el clima parece haberle otorgado una tregua, no será por mucho tiempo. En sólo 15 días el agua no desaparecerá por arte de magia. Y lo peor, aseguran, está por venir. Al agua acumulada por las lluvias casi continuas desde enero en los departamentos 9 de Julio, Vera y General Obligado, se sigue sumando el excedente hídrico de las provincias vecinas de Chaco y Santiago del Estero. Lo primero que deben advertir las autoridades es que ese caudal terminará finalmente en el río Salado y que la falta de obras de canalización complicará aún más este presente. Incluso, la obra proyectada entre Santa Fe y Santiago del Estero (canal paralelo a la Ruta Provincial 35) es considerada por los residentes en aquellas tierras como sólo un alivio. Las fotografías que se exhiben indican claramente que la situación empeora semana tras semana. Un dato puede describir la realidad. En la ciudad de Tostado el agua ya amenaza con superar el puente sobre la Ruta Provincial 2 y el denominado Azud Nivelador. Si eso ocurre, la población de la cabecera del departamento 9 de Julio tendrá que afrontar serios inconvenientes.
El perjuicio es evidente en el sector productivo. Ruralistas admiten que las pérdidas en la agricultura superan el 80 por ciento. La soja fue la más perjudicada en estos últimos meses de la campaña 2018/2019 porque no se pudo cosechar y porque si esto continúa un par de meses más el panorama se convertirá en un verdadero desastre. Lo poco que quedó en pie no se puede utilizar porque las máquinas no pueden ingresar a los campos porque los suelos están saturados, con napas subterráneas a ras de la superficie. Queda sólo un cultivo posible para la subsistencia: el maíz, pero con rendimientos impredecibles por el momento. El resto se perdió, como parece ir perdiéndose la esperanza de superación que tenía aquella región.
La ganadería se sumó al rosario de lamentos. Aumentó la cantidad de terneros perdidos por la inadecuada alimentación o enfermos por la saturación de los pisos. Miles de animales pasan semanas sin acostarse por falta de piso seco. La mortandad es cada vez mayor y costosa, con el riesgo sanitario que supone la continuidad de esta situación. Lo que sucede acrecentará las necesidades sociales a lo que debe agregarse la migración interna por la falta de trabajo en el sector rural y el corte de la cadena de pagos en el sector comercial.
El gran objetivo que propuso Santa Fe en la reciente reunión multisectorial realizada en la ciudad santiagueña de Bandera (canal aliviador) no fue bien recibido por los productores. Se sostiene que la obra derivará aguas hacia el norte buscando la Cañada de las Víboras y el desagüe en el arroyo Golondrinas. Ese cauce, finalmente, llegará al río Salado. Lo que las autoridades de aquella zona resaltan es que dicha obra debería completarse con otras para derivar los excedentes líquidos hacia el Este. De lo contrario seguirá la presión del agua hacia el sur y, como se observa por estos días, el panorama complicará aún más a Tostado. Lo que hay que evitar es, como dicen en el campo, que el remedio resulte peor que la enfermedad.
Se supone que también los chacareros deben hacer un mea culpa. El único camino para sobrevivir no es la construcción de canales clandestinos. Eso sólo puede ser una ayuda para algunos pero perjuicio para el conjunto. También el Estado tiene responsabilidades que no puede eludir. La falta de obras ha sido la peor evidencia de la ausencia de planes para el desarrollo del norte santafesino. Sólo unos pocos creyeron que los males se remediaban con los Bajos Submeridionales.