Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
No es posible saber qué sería de nuestros comportamientos sociales si la inflación no comiese los cálculos.
El aceite, los viajes, la comida y la salud no son iguales en enero que en noviembre.
En mitad del mar el mar se corre. El horizonte se aleja. Año tras año.
Vivir con la inflación es cruel y hay que decirlo. Vivir con inflación es vivir con un cáncer que te deja agonizante, que nos deja agonizantes. Plural si hace falta: agonizamos.
El pasado jacobino pide enojos pero hay una certeza. El estado debe acarrear la tutela de la salud, la educación y la seguridad y no es posible el comentario sobre el pasado sin tener números y certezas.
La boleta de inflación dominada sobre la mesa. Eso o mentir.
La “maniobra Fernández” corrió un eje. El tiempo K dejó inflación y una mayúscula injusticia social. Vivir de un plan no es vivir. La “maniobra Fernández” trajo fantasmas y seriamente corrió el eje. Se discute la validez de un vocero como figura decorativa de un imán político que no habla ni quiere discutir.
La presidencia del Mauri no acomodó las cosas. Es muy difícil mentir en este punto del almanaque. Salud. Dinero y amor. Nada tenemos. Sin canción que lo acomode somos una letanía.
CONSENSOS MENTIROSOS
Decir que se gobierna por consenso es decir que se gobierna conversando. No sucedía y no sucede. Tampoco sucederá.
Que un jefecito diga “tenemos que hacer esto” no es consenso.
Que quien metió la pata diga “vengan y aprueben mi plan” no es consenso.
Que quien metió la pata hasta el caracú diga “pongo otro Fernández y arreglamos las cosas” es solo posible sin repregunta.
Este es un país sin repregunta.
Se escaparon unos presos. Los vamos a re capturar. ¿Cómo...?
La inflación es del 50% anual pero la vamos a contener. ¿En serio?
Algunos de sus socios están presos por ladrones... No me pregunten de ese tema que de eso no voy a hablar.
La inflación provoca males impensados. Anula la memoria. La memoria social. La personal. La familiar.
No es posible el consenso sin un diagnóstico. Menos sin memoria.
¿De qué estamos enfermos y qué remedios curan la tos? No todos los antibióticos curan las mismas cosas ni matan los mismos microbios. Por lo demás nuestra inflación es virósica.
DIAGNÓSTICO SOCIAL
En Argentina la historia aparece delante. Los dirigentes que vienen del siglo XX en la ciudad, el país y la nación ya tienen el gen en dominante. Los que aparecen con almanaque nuevo están siendo irradiados. Estamos enfermos de inflación.
No hay modo de entender la vida diaria sin el condicionante. Somos parte de una enfermedad individual y colectiva que ya es endemia.
Los números del sur santafesino no dan respiro.
Se miente en números de salud, una salud que depende de la provincia o se desmorona porque la inflación también existe en este tema. Como en transporte. En sueldos.
En un país con inflación inmensa una cláusula gatillo es verdaderamente un suicidio.
La vida después de la inflación no es una utopía, y utopía tiene como segunda acepción “un buen lugar”. Vivir fuera del país es una muestra. Los que viajaron lo conocen, quienes portamos largos años sabemos de un país con libreta de almacenero y fiado por dos razones: se pagaba -y por tanto un crédito barrial era posible- y se fiaba porque los precios no aumentaban. Ni el del aceite ni el del fideo fino.
La vida después de la inflación también es el pasado.
No se observa, en nuestro territorio, una dimensión desconocida.
La dimensión de la esperanza.
Los que disputan un cargo, un sueldo, el porvenir de sus muchos hijos y parientes tienen ese horizonte. Una esperanza personal basada en olvidar el sueño colectivo.
Los que no disputan esa solución familiar (hay casos de padres, hijos, diversas parejas, todos dentro de la salida personal) advierten que no hay un destino posible si de mejorar se trata.
La vida después de la inflación, que nos conseguimos solos, votando a los que la trajeron, ni siquiera es un sueño. Es un consejo permanente. Vivir lejos de donde estamos. Muy lejos.
Desde este mes de junio comienza una historia conocida. Por sus nombres. Sus actos y sus promesas. Mismos nombres. Mismas promesas. Mismos actos. Cuando uno se tira solo por el barranco no se puede alegar homicidio o descuido. Tiene otro nombre.