“Larga vida a reina irreverencia” es el título de la obra “en siete escenas y dos intervalos musicales” que se presentará el sábado 1º de junio, a partir de las 21, en la Sala Foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457).
Esta obra en “siete escenas y dos intervalos musicales” se presentará el sábado 1º de junio en el Centro Cultural Provincial. A través de las peripecias de tres comediantes y una reina, reflexiona sobre el humor y sus posibilidades. Se trata de una propuesta teatral inmersiva, donde el público cumple un rol dinámico.
“Larga vida a reina irreverencia” es el título de la obra “en siete escenas y dos intervalos musicales” que se presentará el sábado 1º de junio, a partir de las 21, en la Sala Foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457).
Narra las peripecias de Niní, Juana y Tita (personajes que remiten a tres íconos populares de la comedia nacional de distintas épocas como Niní Marshall, Juana Molina y Tita Merello), quienes se convierten en humoristas de la Comedia Real. A ellas se les encarga -según señalan los creadores de la obra- “llevar adelante el plan de modernización progresista, dictaminado por la Reina Mariné, al cumplir cuarenta años. Dicho plan supone democratizar la comedia, poniendo, de este modo, fin al arte para unos pocos”.
Desplegada la sinopsis, emergen interrogantes: si el humor se institucionaliza, ¿igualmente provocará risas?, ¿cómo se representa el humor de la modernización progresista? La premisa de la puesta es “la potencia creativa como respuesta irreverente en un contexto en el que el ejercicio del poder, reviste formas más sutiles que las represivas que implican al cuerpo físico. El título, plantean desde el equipo, es la apuesta por un deseo: desacralizar para poder decir”.
Más allá de las temáticas que propone, “Larga vida a reina irreverencia” tiene una característica que la hace muy particular: fue pensada por sus hacedores como una propuesta teatral inmersiva, es decir que incorpora al público a través de una encuesta, como otro de los protagonistas. “La propuesta apunta a que el público sea parte, pero no de una forma tangencial, sino verdadera. Porque el público condiciona cada función, que no es igual. El público hace que el final e incluso el desarrollo de la obra sean diferentes. Al público se lo encuesta durante la obra y el resultado influye en el cierre final”, explicó Cecilia Rugna, a cargo de la dramaturgia y la dirección, al adelantar detalles de la iniciativa.
—Hay en la obra, por lo menos así lo indica la sinopsis, numerosas reflexiones sobre el humor.
—Buscamos entre la gente conocida para saber cuáles habían sido los programas y revistas que les daban risa o que eran su referencia dentro del humor. Ahí encontramos referentes enormes, a nivel nacional e internacional. Desde Quino hasta Monthy Python, pasando por figuras como Sandrini y Marrone. Todo muy diverso. Entonces usamos todo ese enorme bagaje para pensar esas referencias del humor. Y los tres personajes comediantes de la obra representan perfiles diferentes del humor. Uno es más costumbrista, otro más absurdo y otro está más relacionado con el humor político. Pero la reflexión es que tampoco esos tipos de humor aparecen tan claramente, muchas veces están mezclados. Se va de la ironía al absurdo, o el absurdo sirve para hacer humor político. Hay muchas vetas sobre el humor que no se agotan en la obra. Que también plantea una discusión sobre qué es el humor. Estas comediantes, que son contratadas, se lo preguntan cuando contraponen el humor que ellas quieren y el que propone la reina, que es más pasatista.
—O sea que también se plantean cuáles son los límites del humor.
—Esa era mi pregunta: si en un contexto como en el que vivimos hay límites para el humor. Después me pareció que esa pregunta me limitaba mucho y nos planteamos ¿qué es el humor y qué pasa cuando se hace humor? Esa pregunta, más amplia, posibilitó más margen de juego, de pensamiento y de acción para seguir produciendo.
—Cuando se interrogan sobre lo que pasa con el humor cuando se institucionaliza, si provoca risa, en cierto modo se piensa el humor como espacio de libertad, o más precisamente de irreverencia.
—Si la pregunta es qué es el humor y para qué lo usamos, nos permite muchos juegos. El humor que genera el extrañamiento de las cosas. Y por eso era para nosotros un gran desafío meternos con ese género, que requiere muchísima inteligencia y creatividad. Por ejemplo, el título de la obra “Larga vida a reina irreverencia” es satírico, porque la reina es “Mariné”, no “irreverencia”. Sin embargo, a quien se le desea larga vida es a “irreverencia”. Me parece que sobre la sátira no se habla tanto y es un recurso de mucha inteligencia.
—¿La obra dialoga con problemáticas del presente?
—Mucho. Hay posibilidad de decir a través de la obra cosas que no se podrían decir de otro modo. Porque también los contextos condicionan mucho. Yo vengo de la ciencia y siento que este tipo de discursos artísticos tienen más potencialidad para decir y ser críticos del contexto que un paper. La interacción del público con los personajes puede ayudar a pensar de otra manera que una exposición más intelectual y razonada. Ver las escenas nos sirve para empatizar desde otro lugar. Y la obra apela a esto de encontrarnos desde la emoción. Es la apuesta.
El equipo
La dramaturgia y dirección de “Larga vida a reina irreverencia” pertenecen a Cecilia Rugna. El elenco lo integran Mariana Castellanos, Mirna Cettour, Susana Guglielmone y Mónica Marraffa. La edición de sonidos y música son de Juan Manuel Bullo; el diseño de vestuario y escenografía de Lilian Castellanos y la confección de vestuario del Taller Malasaña. La construcción de objetos la realizaron María José Alonso y Guadalupe Rugna; el diseño de maquillaje Mariana Gerosa, el diseño gráfico María Gabriela Marin y la asistencia técnica en sonido e iluminación Willy Quiñonez. Fotografías y filmaciones están a cargo de Belén Altamirano.