El Litoral | polí[email protected]
Filtrado. El timbre para llamar a sesión a los senadores departamentales sonó poco en los últimos tiempos, pero en la última sesión se desquitó y trinó a viva voz.
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Seguramente porque en los úlitmos meses se ha usado poco, el timbre que llama a las sesiones del Senado santafesino se negó a dejar de sonar, el pasado jueves 23.
Trinó a viva voz para llamar a los legisladores al recinto obedeciendo a quien lo pulsó, pero siguió pese a la contraorden posterior con su monótona chicharra, mientras los representantes de los 19 departamentos ya se ubicaban en sus bancas.
Por unos minutos, los senadores lo oyeron (aunque lejano) desgañitarse desde fuera del recinto y simularon no darle importancia, como para colaborar con los empleados de la Cámara que, bastantes nervisosos, buscaban como parar al impensado Farinelli.
Para cuando se repasaba la lista de los presentes a los fines de verificar el quórum -una ceremonia que mandan los rigores del reglamento- se encontró la manera de destrabarlo. Una vez más funcionó el infalible “golpecito seco”, que le regresó al timbre la cordura. Calló, por fin, al cabo de varios intentos.
“Así como el sedentarismo entumece los músculos, la falta de uso arruina los mecanismos electromagnéticos”, reflexionó un asesor aburrido.