“Un cuento susurrado al oído, una leyenda, una fábula”. Así presenta la Companía Teatral Ladrones de Quinotos a “El viaje de Hervé”, la obra teatral que se presentará en el Foyer del Centro Cultural Provincial (Junín 2457) el viernes 7 de junio, desde las 20.30. Se trata de una adaptación libre de la novela “Seda”, del italiano Alessandro Baricco que cuenta con actuaciones de Rita González, Gerardo Porión y Agathe Sidaine, todos ellos bajo la dirección y dramaturgia de Bruno Luciani.
Es la crónica de un comerciante de seda francés que, al promediar el siglo XIX parte de su pequeña aldea en el sur de Francia hacia Japón para comprar huevos de gusanos de seda. Sin embargo, “esa isla separada del resto de la humanidad guarda para él un tesoro mucho más preciado que la seda más fina del mundo”, indica la sinopsis.
Bruno Luciani, quien tiene a su cargo la dramaturgia y la dirección de esta propuesta que inició su recorrido hace casi 7 años, explicó a El Litoral las conexiones con el texto de Baricco, las decisiones estéticas que asumió junto con el grupo y la fascinación que le produjeron los personajes y el contexto.
—¿Cómo llegaste a la novela de Alessandro Baricco, que es el punto de partida de la obra y cómo fue el proceso de adaptación?
—El espectáculo se armó por primera vez hace siete años. Se hizo una primera versión para un festival de teatro en una isla de Tigre. Era una convocatoria a trabajos de veinte minutos. Yo tenía muchas ganas de trabajar con el equipo y entonces, pensando en un material que pudiera darnos la excusa para hacer algo juntos, me acordé que había leído hacía muy poco la novela. Empecé a subrayarla, a marcarla. Fue muy rápido, me entusiasmé mucho con el potencial que tenía, pensando siempre en un trabajito corto en un espacio natural. Le pasé la novela a todos los miembros del equipo y les pedí que la leyeran y eligieran momentos que les gustaría llevar a escena. Coincidimos en varios y ése fue el núcleo de la adaptación. Nunca la idea fue hacer “Seda” en teatro. Era como una excusa para generar cuadros escénicos que queríamos hacer con los recursos que teníamos, una actriz, un titiritero, un músico en vivo y algunas cosas coreográficas. Después, como ese trabajo nos gustó mucho y lo disfrutamos, decidimos seguir adelante y crear una obra más completa. Así seguimos sacando momentos de la novela y le dimos una hilación dramatúrgica. Pero nunca la intención fue adaptar “Seda”. Eso fue clave. Hay muchos personajes y situaciones de la novela que “En el viaje de Hervé” no están.
—¿Hubo alguna cosa en particular que te atrajera de la novela?
—La historia y el contexto, ese mundo de 1800. El personaje principal y lo oriental mirado desde Occidente. La idea oriental desde un pensamiento occidental. Que fue más o menos lo mismo que terminamos haciendo nosotros, tuvimos la idea de lo europeo y lo oriental desde acá. Igual investigamos, fuimos a clases de caligrafía, miramos muchos videos de teatro kabuki para ver cuestiones de movimiento y vestuario. Hubo mucha investigación, pero siempre fue una como una reversión de algo que no nos expropie. Es una mirada occidental de eso.
—Además la que propone la novela es una mirada occidental decimonónica, diferente a la que tenemos ahora.
—Con el tiempo y la permanencia que va teniendo el espectáculo, uno se va permitiendo muchos niveles de lectura. Esta es una obra que habla de un viajante francés que va a Japón a mediados de siglo XIX pero está escrita en la época actual por un italiano y su vez reversionada por un grupo de argentinos. Tiene un montón de capas y lecturas a medida que la historia se va transformando. Hay algo que tiene la novela y es que la historia es algo épica. Imagináte a este hombre que en 1860 sale de un pueblito francés hasta Japón atravesando Europa. Y la manera de contarla es muy sintética, cercana a un haiku japonés. Por ejemplo, el relato del viaje dura una carilla de un libro pequeño y lo que cuenta es gigantesco. De una manera poética y sintética.
—¿Pudiste trasladar eso a la puesta?
—Creo que ése es el mayor acierto que tiene nuestro trabajo. Fue algo que sucedió, que no nos propusimos. Cuando lo tuvimos nos dimos cuenta de que había algo de esa síntesis del mínimo recurso que llegó hasta nuestra propuesta escénica y eso es muy atractivo. Y eso es lo que la une mucho con la novela. Esto nos lo hicieron notar muchos espectadores que habían leído la novela, que hay algo de lo que se respira cuando uno lee la novela, que muchos lo encontraron también en la obra. Y eso es gratificante desde lo creativo, que la sensación de haber leído una cosa increíble en pocas horas se traslade a un espectáculo de 50 minutos.
—¿Qué decisión tomaron respecto a la escenografía?
—La obra la hacemos tanto en salas como jardines. De hecho, ahora estamos haciendo funciones en Buenos Aires, en el jardín de un museo. En las salas entra a jugar un papel preponderante la luz. A través de un diseño lumínico bien cuidado pudimos armar climas que claramente no están en la versión diurna de exterior. No digo que sean dos obras distintas, pero el ojo del espectador trabaja distinto. No tenemos escenografía, sino objetos escenográficos que son principalmente unas valijas.
—De entrada pensaron en una puesta lo suficientemente dúctil para adaptarse a cualquier espacio.
—La obra se integra a cualquier espacio. En sala lo que tiene es este valor agregado que le da la posibilidad de sectorizar con luz. Y hace que la concentración de la mirada sea distinta, que la actuación también sea distinta porque está todo en primer plano. Ningún movimiento se escapa a la vista del espectador. El trabajo vocal es distinto. En el aire libre, es más una experiencia.
Las entradas para la función de “Escena Mayor” son gratuitas hasta cubrir el cupo. Se deberán retiran previamente, dos por persona. Consultar en el Centro Cultural Provincial (Junín 2457). Teléfono: 457 3735.