Raúl Emilio Acosta
Raúl Emilio Acosta
“El gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz consideró que el paro del miércoles pasado fue “contundente” y que se llevó adelante “sobre una base de insatisfacción, angustia y preocupación de los argentinos en general.” En cuanto a la situación económica del país en general, remarcó: “No vemos un futuro mejor o de recuperación de la economía.”
“Además de las motivaciones políticas que pudo tener, también hubo una base de insatisfacción, angustia y preocupación de los argentinos en general, trabajadores, sectores medios y jubilados”, expresó el mandatario provincial.
Ya se había expresado indicando que se debía elegir un gobernador rosarino (su declaración no dejaba dudas) y agregaba su relación con Javkin (“yo le sugerí que fuese candidato a primer concejal en 2017”).
Hay que leer dos veces sus dichos. En esas declaraciones, bastante espontáneas, si cabe, omitía a Fein, candidata a senadora por el departamento Rosario y dejaba atrás a Verónica Irízar, aquella pasante en Hacienda y activa militante desde los últimos años del siglo pasado, cuando revistaba en la nómina de un equipo que, en su momento, liderara Ángel Sciara. Fue secretaria de Hacienda, actualmente es concejala.
Lifschitz avanza al frente de un grupo heterogéneo con vistas al 16 de junio. La actual intendente ha sido una laburante de muchas horas diarias y con muchos contratiempos, no es una esforzada militante de las cuestiones de género ya que, en sus secretarías, hay pocas representantes de su sexo (máximo 4 sobre 14 secretarías del Estado Municipal). A la Irízar la enviaron al Concejo. Recién en enero decidieron su candidatura. Poco tiempo. Ganó Javkin y, según sus declaraciones, Lifschitz no está triste por eso. Aclaremos, por si hace falta. Ganó Javkin, joven radical, luego “lilito”, finalmente radical suelto y nunca, nunca socialista.
Uno debe preguntarse para qué tanto esfuerzo económico en una interna que desgastó y asombró por su despliegue. Javkin es un político en el punto justo de maduración. El socialismo deberá pactar con él las secretarías donde, se insiste, no llegan a 4 las mujeres que las gestionan.
VASOS MEDIO VACÍOS
Pongámoslo en términos dolorosos. El socialismo perdió la intendencia de Rosario. Pablo es un aliado, no es un socialista y no lo será. Su relación con María Eugenia Schmuck, concejala radical, es fuerte. También con el esposo de la Schmuck, actual rector de la UNR. Es otro tándem, otro circuito. Diferentes relaciones, alianzas con historias notoriamente disociadas. Se viene otra ciudad. Municipalidad y Universidad en transfusión constante.
Si gana Roberto Sukerman (hoy las encuestas no dicen eso) el diferencial de ausencia socialista en el poder sería mayor.
Sobre el Concejo municipal operan las elecciones de 2017 que dejarán muchos PRO Cambiemos, aquellas fueron las elecciones en las que avasallaron. Tendrán que renovar los chicos de la izquierda, tres de Ciudad Futura, ingresados en 2015 con la cara de Juan Monteverde como cencerro. No es todo. Hay otra izquierda y hay otra derecha. Del Frade, para su renovación en Diputados, mide menos que una hermosa niña. Si los votos de Amalia Granata, como candidata a diputada “derraman” a las concejalías, habrá concejales de nuevo cuño. El socialismo lleva a Aldo Pedro Poy, demócrata progresista. Es la derecha / derecha del FPCyS. La otra derecha oferta a Ariel Cozzoni. Central y Ñul.
Con este menú se explica la aparición de Lifschitz tomando partido en la campaña. Definirse por el sur es un punto duro. Aceptar las huelgas y aceptar una calificación de “huelgas políticas” es una afirmación conceptual muy grande. “Antiaristotélico”. Todos somos animales políticos y todos nuestros gestos nos definen. No hay huelgas políticas.
El gobernador ha decidido participar de cuerpo presente. Declaraciones suyas dejan liberado a Bonfatti de definirse como sureño, como cercano a un peronismo light y reconocer que el candidato santafesino (Jatón), el candidato rosarino (Javkin) y la candidata a concejal más votada (Susana Rueda) no son socialistas. Es importante identificar el momento. Representan al socialismo. No vienen de su nidal.
El gobernador toma la palabra y ejerce de animal político, lo que está bien. Y ordena que Bonfatti se abrace con Javkin, que es obvio que es necesario y está bien y libera así, por estrategia electoral, al candidato, de las peleas mediáticas que con sus espaldas puede aguantar con más amplitud que un candidato que, recordemos, terminó 200.000 votos detrás del peronismo (con 101.000 votos más eso se salda, trabajando sobre el diferencial) y todo lo que haga Lifschitz ayuda a esa tracción. Eso y lo más duro: quitar del medio a Corral /Cambiemos /Mauricio. Del número de votos de Cambiemos depende la gobernación, el triunfo. Si no achica diferencias el gobernador será Omar Perotti.
Ahí encontramos la participación del gobernador. Y el silencio de la Fein, que no tiene la batalla ganada contra Marcelo Lewandowsky, ambos disputan un sitio muy codiciado. Por si no lo han advertido algunos analistas dominicales, los senadores santafesinos son radicales y peronistas. Todos ayudan a Lewandowsky por peronistas o por distraídos. Es otra historia. Zabalza. Lifschitz. Capiello. Los tres senadores por el departamento Rosario, en los tres mandatos socialistas, han sido funcionales a la gobernación, no al territorio. Hoy que la intendencia no será de un socialista, el sitio es apreciado doblemente.
Si bien no ha menguado la referencia (Bueno/Muy Bueno) del señor gobernador es visible que el afán de asegurar la continuidad lo lleva a lo inevitable: la campaña de cuerpo presente. Ni bien ni mal. Simplemente tan real como necesaria.
Definirse por el sur es un punto duro. Aceptar las huelgas y aceptar una calificación de “huelgas políticas” es una afirmación conceptual muy grande. “Antiaristotélico”. Todos somos animales políticos y todos nuestros gestos nos definen. No hay huelgas políticas.
El gobernador toma la palabra y ejerce de animal político, lo que está bien. Y ordena que Bonfatti se abrace con Javkin, que es obvio que es necesario y está bien y libera así, por estrategia electoral, al candidato, de las peleas mediáticas que con sus espaldas puede aguantar con más amplitud