Este viernes desde las 21, en Island Corp. (Ruta Nacional 168, km. 80) Las Pastillas del Abuelo llegarán a Santa Fe para reencontrarse con su público. Las anticipadas están en venta en Rock & Tour (San Martín 2347, locales 8 y 9), Triferto Peatonal (esquina Falucho) y FM Europa (Enrique Carbó 164, Paraná), o de manera online por sistema Ticketway.
Antes del desembarco, El Litoral dialogó con el vocalista Juan Germán “Pity” Fernández, referente de una formación que completan Alejandro Mondelo (teclado y coros), Diego Bozzalla (guitarra y coros), Joel Barbeito (saxos y coros), Santiago Bogisich (bajo), Juan Comas (batería) y Fernando Vecchio (guitarra y coros).
—Están atravesando una gira por el país, van a hacer un Luna Park en agosto, y se van a España en octubre. ¿En qué momento como banda los agarra, y cómo los recibe el público español?
—Como banda nos agarra impecables, con experiencia, con la emoción de haber pasado por otros países: Paraguay, Chile, Uruguay, México, Brasil. Lo que está pasando en España es un montón, parece mentira pero con una sola vez que fuimos ya llenamos las dos plazas, Madrid y Barcelona. Eso no pasa siempre, es alucinante. En México hace nueve años que vamos y todavía es una carrera que falta recorrer. Entonces lo de España es una bendición: fuimos una vez a ver si funcionaba y ahora ya nos invitan la segunda y seguramente vaya mejor que la primera.
También giramos por todo el interior: Tucumán, Santa Fe, Misiones, Corrientes. Nos agarra bien parados: 17 años de banda, de a poquito empieza una cuenta regresiva hacia los 20, que es el número “pastillero”, y el 20 ya habla de generaciones que escuchan Las Pastillas. Son todos motivos de alegría.
—En tiempos de crisis como los que vivimos se valora más el esfuerzo del fan que invierte en una entrada. ¿Cómo describirías esa relación tan especial que tienen con sus seguidores?
—Se le pone a veces el nombre a veces de fidelidad: la fidelidad que tiene tal público o tal otro. Es verdad que la crisis se hace notar; no está fácil vender tickets, ni acceder a los entretenimientos que la gente quiere. Que muchas veces son más que entretenimientos: en nuestro caso la gente nos dice que con nosotros sana, les ayuda a vivir.
Entonces se guardan el peso para poder vivir esas dos horas que a la gente le sirve para sanar, para sentirse mejor, para destrabar algún rollo familiar, para encontrar las palabras para hablarle a un amigo o a una novia o a un familiar; o inclusive para tomar postura ante la vida. Entonces la gente por más que esté apretada de dinero, entiende que esas dos horas son cruciales para vivir, para compartir un momento sagrado con mucha gente que vibra similar. Y que elijan eso para su vida, para nosotros es una bendición.
Ahora abrí el juego generando una carrera solista, y también tengo una banda homenaje a Sumo, que se llama Virna Lisi; y cada tanto hago covers de rock nacional en otro formato. La gente me dice: “Es difícil seguirte en todos tus proyectos”, porque está muy jodido el país. Pero Las Pastillas del Abuelo no sufre tanto esa crisis, porque a través de los años ha sabido hacerse un lugar en el corazón de la gente, y la gente necesita Pastillas para poder vivir: parece una frase tremenda... Pastillas del Abuelo para poder estar bien.
—“Incontinencia verbal” fue el último single, que salió después de casi cuatro años de “Paradojas”. ¿Para cuándo estarían pensando en un próximo disco?
—Ahora es la era del single, volvió hace rato a ser así. El físico, si bien es un objeto que la mayoría quiere conservar, se sabe que hace años tiende a desaparecer o a tener menos relevancia en el consumo de la gente. Entonces esta idea de estar sacando temas, que no es nuestra.
El disco va a salir, seguramente, pero le vamos a dar prioridad a algunos temas en formato single. Como fue “Incontinencia...”, que fue un acierto: Alejandro Mondelo compuso la letra y la música, la melodía, es íntegramente un tema de nuestro tecladista. Y la verdad es que después de tantos años de compartir escenarios y canciones generó una composición alucinante. La verdad que la canto como si fuera mía, y la respeto mucho, tiene calidad.
Y aparte viene en un momento donde estamos cansados de que nos vendan humo de un lado y del otro, políticamente hablando: votar parece una trampa. Votás a uno y te roba, votás a otro y te endeuda, y encima parece como si se pusieran de acuerdo: Andá vos por un período, después yo por otro, después se van a cansar de mí y volvés vos”, y así podemos estar 15, 20 ó 30 años, con la ilusión de que el voto cambia algo. Todo ese humo la canción lo refleja. Me siento muy identificado, por eso fue un golazo y la gente la recibió tan bien.
Dentro de poco, para los Luna Park que vamos a hacer en agosto, ya estará saliendo el próximo corte de lo que va a ser el disco, que tengo entendido va a salir en 2020.
—Algunos dicen que fueron la primera banda de la era digital en la Argentina, al imponer como hit online “El Sensei”. ¿Cómo se ve aquella experiencia medio amateur desde este presente de plataformas musicales?
—Fuimos unos adelantados pero sin querer; nos metimos en el mundo de subir temas a Intenet en una época en que “subir” y “bajar” eran términos difíciles de entender. Esos temas no suenan en formato banda, estoy yo con una guitarra, parezco Silvio Rodríguez: eran para registrar en Sadaic. Cuando un amigo me dice si los podía subir a Internet le decía: “¿Si la gente lo baja vos lo tenés que volver a subir? Te vas a volver loco”. Me contestó: “No, lo subo una vez y gente se lo puede bajar las veces que quiera”. No se sabía ni cómo operaba.
“El Sensei” Fue el primer tema viralizado a ese nivel del país: me acuerdo que nos ayudó mucho para conseguir shows en Santa Fe o lugares más alejados, donde había llegado “El Sensei” y no nosotros. Encima cuando llegábamos no lo queríamos tocar, porque temíamos que interpretaran que éramos una banda que sólo hacía temas en joda, y musicalmente era medio flamencoso, no nos describía totalmente. Entonces lo dejamos huérfano un rato.
Ahora no te digo que somos los primeros que estamos haciendo cosas en formato single, pero entendemos que vuelve a cambiar la situación, y hay que adaptarse. Ayuda mucho a una forma de ser “pastillera”, porque somos un poco vagos a la hora de tener temas. No somos como era Bersuit, que para cada disco tenían que elegir entre 140 temas y se quedaban con 12, 16, a veces hacían un disco doble. Eran una banda muy prolífica, no es nuestro caso. Entonces para no apurarnos, y que nadie nos corra, este formato single ayuda muchísimo.
—¿Cómo se renuevan las pilas y la química después de 17 años, manteniendo el grupo humano?
—Con pequeños gestos, con situaciones extralaborales que no son fáciles de generar. Llamarse para los cumpleaños, estar cerca si a uno le pasa algo, algún problema que no tienen que ver con la banda. Cuanto más sincero se es entre los compañeros mejor también: sin ser sincericidio, sin lastimar: sólo diciendo la verdad. Siendo consciente de que uno tiene errores, porque si la clave sólo está en perdonar al otro cuando se equivoca se te pasa de lado que uno también se puede equivocar y merece ser perdonado.
Y tratando de mirar el vaso lleno, siempre, porque como todo laburo esto tiene sus partes negativas, su cansancio, sus enredos. Las malas personas también en el medio, que hay en todo rubro: hay abogados malos, docentes, médicos músicos y productores malos. Pero también hay gente muy linda, muy buena y rescatable: estoy lleno de amigos en el circuito. Así que hay que focalizar en el lado positivo de la cosa: esa es la clave, como en la mayoría de los aspectos de la vida.