“Unión es lo más grande que hay”, se cansó de repetir Nereo Fernández en estos últimos tiempos. Desde aquel ya lejano 2001 cuando el mismo Leo Madelón se animó a ponerlo en el arco de la primera (tarde lluviosa, cancha embarrada y gran victoria ante Nueva Chicago en Mataderos) hasta el partido con Barracas Central (el último en el que ocupó el arco como titular), pasaron casi 18 años. La realidad es que nadie puede mantener su vigencia hasta los 40 años si no hay un cuidado extremo. Y Nereo ha demostrado que su profesionalismo fue lo que lo acompañó desde aquel primer partido hasta el último en toda su carrera. Profesionalismo, ganas, amor propio y fuertes lazos sentimentales con la institución.
Hay cosas que no se pueden discutir: Nereo Fernández llegó hasta donde llegó porque atajaba en Unión. Posiblemente, si el arco a defender hubiese sido el de otro equipo, su carrera habría tenido un final anticipado. Es probable. Pero en el 2014 lo buscó Unión y eso lo retroalimentó, le dio energías para seguir y máxime cuando los objetivos fueron crecientes: primero el ascenso, después mantener la categoría y luego el logro de una clasificación histórica para una copa internacional.
Si la imagen final son los goles contra Defensa y Justicia y Barracas Central, en los que tuvo responsabilidad, hay una parcialidad y un injusto desmedro de todo lo que hizo antes. La pérdida de la titularidad no tiene nada que ver con su año futbolístico. Los técnicos van armando los equipos de acuerdo a los momentos y necesidades. No se arma el equipo con la historia o el pasado, sino con el presente. Y en esa decisión de Madelón, hasta se puede involucrar el futuro, porque quizás quiso probar qué podía pasar con Peano, en un partido de alto riesgo como era el cruce con Tigre por la Copa de la Superliga.
Pero el balance debe involucrar todo. Y la realidad es que el año futbolístico de Nereo Fernández fue bueno. Y por momentos, muy bueno. Incluso en medio de esa imagen final, hubo un partido (el de la revancha con Independiente del Valle), en el que se convirtió en figura.
Los últimos dos años de Unión fueron de un buen funcionamiento defensivo y ese triángulo que constituyeron el mismo Nereo con la dupla Gómez Andrade-Bottinelli resultó clave para darle solidez al equipo.
Unión le dijo basta antes de que Nereo diga basta. Se entiende las dudas que puede plantear un arquero de 40 años. Se habrán puesto todas las cartas sobre la mesa, seguramente. Desde pensar en renovarle por un año más para que ataje o para que sea el sostén de Peano frente a cualquier eventualidad, hasta la decisión que en definitiva se tomó, que fue la de comunicarle el final de su ciclo en el club.
Si Nereo quiere seguir atajando, no le faltarán oportunidades ni ofertas. Y si no quiere continuar y “cuelga los guantes”, lo hará dejando una buena imagen. Pero lo que realmente importa es que no puede pasar desapercibida la salida de un arquero que defendió en 240 partidos el arco de Unión, porque será muy difícil que alguno pueda romper ese récord.
En un país en el que hasta a Messi se lo discute, ¿cómo no lo van a discutir a Nereo? Pasó y es algo propio del fútbol. Se naturaliza y es imposible conformar a todos. Para muchos, Nereo habrá sido un sinónimo de seguridad y solidez; para otros, no. Es lo que menos importa a la hora del balance final, porque si bien el hincha tiene su veredicto y los dirigentes -con el entrenador- son los que toman las decisiones, lo que se debe valorar y lo que perdura es el paso completo. Y la realidad es que en estos últimos cinco años, Unión tuvo un hombre que se adueñó del arco y que atajaba como arquero y como hincha.
Desde su lugar chiquitito en el mapa pero enorme para su corazón -La Brava-, Nereo comenzó a acunar sus sueños de arquero cuando tenía 12 ó 13 años y su padre, retirado de la policía, lo llevaba para que atajara en los torneos libres. Su infancia fue con la pelota debajo de un brazo y jamás olvidará el enorme sacrificio que hacían sus padres para que él pudiese cumplir con su sueño de ser arquero profesional.
“Disfruto cada momento, cada entrenamiento y cada partido; desde que volví a Unión soy un tipo feliz”, dijo Nereo alguna vez. Declaración de amor profundo al club que lo vio crecer, consolidarse y en el que alcanzó ese récord que será muy difícil de igualar.
Como siempre pasa, el tiempo acomoda todo. Y el nombre de Nereo Ariel Fernández seguirá sonando mucho en Unión, quizás eternamente cada vez que haya que referenciar a alguien que fue feliz “matándose” adentro de una cancha para que no le conviertan goles al club de sus amores.
240 Partidos. Atajó Nereo Fernández durante sus tres pasos por el club. Es el arquero con más partidos en la historia de la institución, superando a Nery Alberto Pumpido, que atajó en 174 partidos, y al santotomesino Néstor Nánzer, que quedó ubicado tercero en el podio con 164 juegos.
Carignano y el mensaje a Bottinelli
César Carignano, el ex jugador de Colón, hoy periodista y escritor, se refirió a la salida de Jonathan Bottinelli de Unión y le dedicó estas líneas a través de su red social:
“El precio y el valor son cosas diferentes. En la vida y en el fútbol. El precio es matemático, cuantitativo. El valor, en cambio, es semántico, cualitativo.
Ninguno serviría sin el otro, pero lo segundo es lo determinante para sacar conclusiones. Los puntos conseguidos, los goles convertidos, los minutos jugados son números. Estadística pura. La participación en el juego, el rol dentro del equipo, la ascendencia en el grupo son cualidades. Interpretación pura.
No se puede medir lo que vendrá, pero sí concluir sobre lo ya ocurrido. Por potenciación de sus compañeros, por la armonía para enfrentar adversidades, por profesionalismo y por calidad, Jonathan Bottinelli ha sido un refuerzo económico. Un futbolista y un ser humano clave para consolidar nuevos desafíos, para compartir su experiencia y para acortar los plazos de adaptación al éxito de sus compañeros.
El futbolista más valioso, en sentido amplio, del último tiempo en Unión. Una ausencia difícil de reemplazar por su valía. Un jugador que fue un valor más que un precio en sus años unionistas”.