“Corte y Confección” es el reality show al que apostó El Trece como su principal carta para competir durante los primeros meses del 2019, en el horario vespertino.
El diseñador cordobés radicado en Paraná, resultó ganador del reality show que se emite por la pantalla de El Trece. Además de destacarse en la alta costura, es un apasionado por el boxeo, actividad que practica de manera recreativa.
“Corte y Confección” es el reality show al que apostó El Trece como su principal carta para competir durante los primeros meses del 2019, en el horario vespertino.
El ciclo conducido por Andrea Politti se emite de lunes a viernes, de 16 a 17, y, como lo expresa su nombre, los participantes compiten diseñando y fabricando diferentes vestuarios, que son lucidos por modelos y luego evaluados por un jurado de vasta trayectoria y experiencia en el rubro.
Con el correr de los programas, uno de los competidores que ganó mayor cantidad de adeptos es una cara más que conocida en la capital entrerriana. Se trata del cordobés Gerardo Casas, quien desde hace años está radicado en Paraná y llegó a la gran ciudad con el sueño de que se conozca su trabajo de alta costura. Pero, además, Casas tiene una historia de vida ligada al boxeo, disciplina que practica de manera recreativa en el Team Peligro que dirige Wenceslao Mansilla.
Amable y bien predispuesto, Gerardo utilizó el poco tiempo libre que le quedaba para responderle las preguntas a El Litoral.
-¿Cómo empezaste tu historia en el diseño?
-Fue desde bastante chico, entre los 18 y los 20 años. En mi familia había gente que cosía, algo que a mí nunca se me hubiese ocurrido. Una vez pedí en mi casa que me hicieran una ropa y mi vieja me dijo que me la hiciera yo, así empecé con una máquina de coser. Era autodidacta, me compraba revistas con moldes, les hacía cosas a mis amigas y demás cosas chicas. Hasta que realicé un curso de costura en Córdoba, que no me convenció mucho, y decidí seguir por mi cuenta. Trabajé en varios negocios en Córdoba hasta que, por cuestiones personales, llegué a Paraná y me instalé. Primero estuve trabajando en un negocio de Santa Fe hasta que pude largarme solo y fui haciendo mi carrera en Paraná, que se fue extendiendo en otras ciudades.
-¿Y en el boxeo?
-Mi relación fue mucho más profunda porque se inició desde chico. Mi papá y mi tío fueron boxeadores profesionales así que tengo mucha relación con este deporte ya que, en Córdoba, los Casas son bastante conocidos en el ámbito del boxeo. Yo entrenaba con mi papá e iba a ver sus peleas. Pasó muchísimo tiempo en el que seguía viendo box o asistiendo a veladas, pero como fan de la disciplina, hasta que volví a practicarlo como un entrenamiento y me gusta muchísimo. A pesar de ser un tipo grande, pude engancharme y tener una performance digna. Además, de la mano de Wenceslao Mansilla, conocí un grupo de gente copadísima que me hizo reencontrar con este hermoso deporte, que es mi fascinación. Mi mejor plan para un sábado a la noche es quedarme viendo peleas hasta la madrugada.
-¿Nunca pensaste en seguir con la tradición de tu familia y boxear de manera oficial?
-No lo hice cuando era pibe porque, luego de la separación de mis viejos, tuve un contacto muy esporádico con mi papá. Y esta es una actividad que si no la haces cuando sos joven de grande no da. Ahora tengo 48 años y no puedo arriesgarme a que se me rompa un hueso y no me suelde. Si hubiese seguido practicando cuando era chico me hubiera encantado pelear, de eso estoy seguro. Pero bueno, la vida te va llevando para donde ella quiere y hay cosas que uno no puede planificar. Pensarlo ahora sería contrafáctico y sólo me queda practicarlo de manera lúdica y como entrenamiento, lo cual disfruto un montón.
-Por lo que se ve en la TV, sos un diseñador muy puntilloso y prolijo, ¿cómo sos con los guantes?
-A mí me gusta el boxeo limpio y prolijo, el arte de pegar y no dejarse pegar. No me gustan las peleas trabadas, sino los púgiles inteligentes, que estudian y miden al rival, que toman la distancia y saben cuándo acercarse o alejarse. Admiro a los boxeadores que saben detectar los puntos débiles de los rivales y cómo trabajar de acuerdo a su altura, rapidez y demás. El boxeo torpe, como por ejemplo el de la Mole Moli, no me va.
-Ser tan detallista en cada uno de tus trabajos te debe demandar mucha energía. ¿Es el boxeo tu cable a tierra?
-Totalmente. Incluso en la época en la que tengo mayor cantidad de trabajo, que por lo general son los meses finales del año, sí o sí por más cansado que esté quiero ir al gimnasio y entrenarme. Si puede ser de lunes a viernes, mejor, y sino al menos tres o cuatro días a la semana. El entrenamiento es hermoso y sumamente necesario para mi salud física y mental, ya que me entretiene y divierte. El boxeo es un deporte hermoso, más allá del prejuicio que la gente tiene de que es violento y esas cosas, porque hay muchísimos códigos y la gente que lo practica es excelente. No le encuentro ningún aspecto negativo. Y verlo es como ver arte; cuando hay boxeadores con buena técnica es realmente exquisito.
-Estos meses le has dedicado muchísimo tiempo al programa. ¿Tenés tiempo para ir a un gimnasio?
-Esta experiencia es un debut para nosotros y también para la productora, ya que es la primera vez que utiliza este formato de programa. Es un gran ensayo y lleva mucho tiempo, tanto a los concursantes como a los productores, porque no es como el Bailando, que ya tiene una estructura armada. En un momento logré levantarme muy temprano y salir a correr alrededor de las 7, para luego volver, darme una ducha, desayunar e irme al canal. Pero estoy desde el 4 de enero en Buenos Aires y el nivel de agotamiento nos ha repercutido mucho a todos, porque son muchas horas de trabajo y compromisos en las redes sociales. Prácticamente no podemos atender nuestra propia vida; de hecho mi casa está en Paraná y la cuida mi familia, a mis perros los alimentan otras personas y demás. Es muy agotador y lo estuve hablando con Andrea Politti, quien me decía que necesita un tiempo para poder entrenarse. El programa te consume mucha energía física, mental y espiritual, porque es una competencia y por el tiempo real que lleva, que es mucho más del que la gente ve al aire. Me haría re bien volver a entrenarme, me encantaría pero no tengo resto físico, duermo muy pocas horas y tengo que ponerle toda mi energía al programa.
-¿Cómo es el día a día de los participantes de corte y confección?
-Todo lo que tiene que ver con nuestra rutina dentro del programa no lo podemos contar porque tenemos un contrato que nos compromete a no expresar nada más que lo que se ve al aire. La productora es dueña de nuestra imagen durante el tiempo que dure nuestro contrato. Así que la respuesta te la debo (risas). Lo que sí te puedo asegurar es que demanda muchas horas de grabación, preproducción y postproducción. A nosotros nos dan una hora y media para coser y el programa dura una hora, así que queda más que claro que los tiempos nuestros son distintos a los que salen al aire. Se graba tanto material que se pueden hacer como cinco programas por día, y es un lujo el trabajo de edición que realizan. Yo muchas veces me he sorprendido de cómo supieron compactar tanto material en solo una hora y una vez me dijeron “bienvenidos a la familia”. La productora de (Marcelo) Tinelli es así y el trabajo que realizan debe ser interesante para el espectador, ya que lidera el rating ampliamente en su franja horaria y genera mucha repercusión, tanto en las redes como en la calle.
-La gente te quiere mucho y lo demuestra en las redes sociales. ¿Sos consciente de eso o te abstraes?
-Soy consciente por las repercusiones en las redes. Creo que de todos los participantes he sido al que más se le ha incrementado el número de seguidores, porque Juan, que es muy popular, sobre todo en Instagram, ya tenía una importante cantidad de seguidores por ser un modelo muy conocido en Buenos Aires. Yo, en cambio, tenía un buen número de seguidores en Paraná, pero no llegaban a los 2000 y ahora tengo 55000. Las repercusiones en las redes son completamente espontáneas porque yo no soy de arengar mucho, pero sí trato de estar en contacto con mis seguidores, pese a que a esta altura se me pasan más de la mitad de los comentarios. Las redes sociales son armas de doble filo pero, sin embargo, diría que más del 95 por ciento de los comentarios y mensajes son súper amorosos conmigo.