(Enviado Especial a Porto Alegre, Brasil)
(Enviado Especial a Porto Alegre, Brasil)
Provoca escozor el sólo hecho de pensarlo. Uno mantiene la llama de esperanza de que ese fuego sagrado que se reclama a gritos desde todos los rincones de la geografía del país, aparecerá y seguiremos adelante, esperando a Brasil, Perú, Venezuela o el que fuere. Pero si la realidad nos da el golpe de nocaut que ninguno espera y nos volvemos a casa, la revolución interna se puede dar a todos los niveles y no ya pensando sólo en lo futbolístico.
El cuadro de situación es complicado para Claudio Tapia, el presidente de una Afa separada de la Superliga y con conflictos de poderes cercanos a un divorcio peligroso. Sin ir muy lejos, ya el tema de los promedios, la cantidad de descensos y sin meternos en el sensible terreno del dinero, plantean dificultades de convivencia.
Si Superliga pretende bajar la cantidad de descensos, deberá contar con el voto de toda la Afa y no de sus actuales 24 integrantes (hablo de Superliga). Los cuatro descensos hasta el año que viene se decidieron en el ámbito de Afa y debe ser otra asamblea, de la misma Afa y con el voto de las cuatro quintas partes de sus miembros, la que tendrá que cambiar lo que ya se decidió.
El miércoles (ya madrugada de jueves) en Belo Horizonte, este enviado de El Litoral lo consultó a Jorge Miadosqui, presidente de San Martín de San Juan y acompañante de Tapia en el día a día con la selección. Fue escueto y dijo que pretende igualdad de condiciones (ya hoy dejó de pertenecer a Superliga y pasó a la órbita de Afa por haber descendido). Y ante la consulta de El Litoral para hacer una nota, dijo rotundamente: “No, porque si hablo tengo que ‘matar’ a alguien…” y siguió su camino por el laberinto de la zona mixta.
César Luis Menotti, el paraguas de contención que puso Tapia para pretender darle solidez a ese terreno de arena movediza que crea Scaloni por su inexperiencia y poca capacidad, aporta lamentablemente poca claridad: por problemas de salud no está con el equipo, dice que el verdadero proyecto comienza luego de la Copa América y le pega duro a los dirigentes porque no quieren prestarle los jugadores a la selección para que se entrene durante la semana. Responde a Tapia y se pone en contra del resto del sistema. Es una voz recontra autorizada, eso está muy claro, pero mirando desde afuera el proceso, justificando tibiamente al entrenador (cuando dice que ni Guardiola ni Cruyff podrían acomodar a un equipo en estas condiciones) y dando la sensación de que el futuro y el inicio del “proyecto” será con otra cabeza a cargo del plantel, lo cuál claramente es algo que se debe hacer, salvo que un milagro futbolero (salir campeones) y en un país exitista como el nuestro, permita pensar de manera distinta dentro de quince días.
Si al fracaso de Rusia 2018 se agrega una temprana y sorpresiva eliminación de Brasil 2019, la pregunta es: ¿cuál será la confianza y el soporte en el que podrá cimentar, el presidente de la Afa, la elaboración de un supuesto proyecto de selección?, ¿en qué incidirá la situación por la que hoy atraviesa el fútbol argentino en sus altos estamentos, recién descripta?. También D’Onofrio, el presidente de River, se sumó a las críticas, ya no al equipo, sino directamente al presidente de la Afa, cuestionando haberse sacado fotos tomando mates con Messi y mostrando cuadros.
En fin, todo esto que se dice no deja de convertirse en una posibilidad. Ya hay algo que no se puede disimular: el proceso que se viene dando con la selección está plagado de ineptitudes y dificultades. Se perdió muchísimo tiempo, no se supo dar vuelta la página y planificar algo superador después del subcampeonato con Sabella y después de la muerte de Grondona, se desmoronó todo: Afa y selección. ¿El futuro?, complicado. Y este partido con Qatar puede darnos algo de ilusión o directamente hacernos ver el peor de los escenarios.