(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Volvimos a las temperaturas tropicales y esperando que también levante el clima copero: la organización está conforme con la media de algo más de 29.000 espectadores en la primera fase. Crece la media de goles y, ¿conformes con el VAR?
(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Pasar de Porto Alegre a Río es como cambiar de país. Y eso que Porto Alegre nos entregó, en toda la estadía, una calidez en cuanto a la temperatura que por momentos sorprendía teniendo en cuenta que se está en pleno invierno y que esas ciudades del sur brasileño se acercan a las del norte de nuestro país respecto de que el invierno se siente, posiblemente como en otras pocas ciudades de este vasto país. La partida desde Porto Alegre nos dejó una sensación de frescura que llegó con la lluvia copiosa del martes por la noche que hizo bajar considerablemente la temperatura. Pero en Río todo cambió. Marca térmica cercana a los 33 grados de máxima, calor, playas llenas, mucha gente caminando o trotando por Copacabana y algo de ambiente de fútbol, cosa que nos ha costado encontrar en todos estos días que llevamos en tierras brasileñas.
Los datos oficiales hablan de 530.000 personas que ingresaron a los estadios en los encuentros de la primera fase, con un promedio de asistencia de 29.379 espectadores. Teniendo en cuenta que ninguno de los estadios baja de las 45.000 butacas (en el Arena do Gremio también se respetó una cabecera con populares por pedido de los propios torcedores locales), estamos en una media de entre el 60 o el 70 por ciento de los estadios con capacidad completa.
La satisfacción de los organizadores apunta a algunos detalles como, por ejemplo, que se superó la media de asistencia en primera fase en la Copa América de Chile (con estadios más chicos, naturalmente) y que aumentó la media de goles: 2,55 por partido.
Brasil ha sido la selección con mayor tenencia de pelota (un 70 por ciento), seguida por Colombia y Uruguay. Pero es un aspecto relevante el que tiene que ver con lo disciplinario, ya que sólo dos jugadores fueron expulsados por roja directa, en tanto que uno solo se fue de la cancha con doble amonestación. Está claro que en un torneo corto y en el que ninguno se puede dar el lujo de perder jugadores, hubo una tendencia muy firme de parte de los jugadores –y también de los árbitros- a evitar las expulsiones.
El otro punto sobre el que se analizó mucho y con conclusiones positivas que no se comparten, al menos desde esta humilde opinión, es el relacionado con los tiempos de demora en la resolución de las jugadas de VAR. Por empezar, en 17 de los 18 partidos se empleó al menos una vez el sistema. Según el dato oficial que aportó la organización, el tiempo medio de demora fue de 2 minutos, 26 segundos. La sensación que todos tuvimos, es que cuando hubo que ir a revisar la jugada (se dio 11 veces), la demora se extendió a más tiempo. Por eso, nos encontramos con partidos en los que hubo que adicionar 7 u 8 minutos. La realidad indica dos cosas: 1) que falta mecanización y conocimiento exhaustivo por parte de quienes van al VAR; 2) que quizás no se tenga la tecnología adecuada todavía, al menos en esta Copa América y a comparación de la que se utilizó en el Mundial, donde las demoras eran visiblemente inferiores. Y otro tema que ya comentamos en otro de los artículos escritos desde aquí: se ha rotado a todos los árbitros y en plena competencia, con lo cual nadie me quita la idea de “experimental” que ha tenido la implementación del VAR en este certamen, con casos muy puntuales como los de Pitana o Rapallini, que les ha tocado la doble misión de dirigir e ir al VAR.
Conclusiones que se van sacando en esta competencia donde muchos creen que ahora empieza “otro torneo”. Ya partiendo de la base de que no da chance para la revancha, que es a suerte y verdad y que todas son finales, desde ya que se trata de “otro torneo”, o al menos con otra clase de definición de los partidos, sin lugar para la especulación y también, por qué no, dependiendo de otros elementos que pueden darse, como el de tener que ganar o perder por la vía de los penales.
Ya lo hemos experimentado en otros torneos, a veces a favor y otras (la mayoría) en contra. Lo disfrutamos contra Holanda en el Mundial y ante Colombia en la Copa América de Chile; lo sufrimos en las dos finales de las últimas Copa América frente a los chilenos, en su país y en Estados Unidos. Sólo referencias que suman al análisis global.