(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Messi dijo que “ya no se gana con la camiseta”, pero las diferencias con Venezuela se hacen notorias si aparecen las individualidades. Ojalá sea así y que por fin podamos gritar a los cuatro vientos que “hay equipo”. Se juega a las 16 y dirige el colombiano Roldán.
(Enviado Especial a Río de Janeiro, Brasil)
Si Messi lo dice, habrá que creerle. Después de Paraguay, fue contundente: “Ya no se gana con la camiseta”. Puede que algo o mucho de razón tenga, pero nada es absoluto en fútbol. Y en el fondo, él lo sabe por haber jugado siempre en un equipo que le tiraba la camiseta y la jerarquía encima a todos, como el Barcelona. Pero supongamos que haya motivos que lo lleven a pensar en eso, en que “ya no se gana con la camiseta”, hay otras razones que juegan favorablemente para Argentina y que se deberían hacer valer:
1) El peso de la historia. De 24 partidos que jugaron las dos selecciones, en 20 ganó Argentina. Este es un dato elocuente de una realidad: hay una línea en el tiempo que indudablemente nos favorece y que tendríamos que hacer valer.
2) Si en ese derrotero de 24 partidos sacamos los últimos tres, logramos 20 victorias en 21 partidos.
3) Las cinco veces que enfrentamos a Venezuela por Copa América, logramos victorias contundentes. La última fue la de Estados Unidos y en cuartos de final, también, cuando les ganamos 4 a 1.
4) Como si todo esto fuera poco, en los cinco enfrentamientos en Copa América entre ambas selecciones, les hicimos 28 goles y ellos apenas convirtieron 3.
Se podrá pensar que la revolución de Dudamel ha sido positiva, hasta si se quiere exitosa e histórica. También se podrá entender que en algún punto los seleccionados de menor envergadura han crecido, sobre todo al emparejarse la parte física, al haber progresado en lo táctico y porque algunos buenos jugadores han tenido ese roce internacional de primer nivel que los llevó a rozarse con los mejores. Pero también es una realidad que, a la larga o a la corta, siempre se llega a un mismo punto de partida –o de llegada si se prefiere- y es que las potencias son las que, en definitiva, se terminan imponiendo.
Con esto no quiero decir que Argentina superará a Venezuela sólo por el peso específico de sus antecedentes, de su historia o de la camiseta. Pero convengamos que si no se da, se producirá una de las más grandes sorpresas de la historia de la Copa América. ¿Por qué?, porque Venezuela sólo pudo superar una sola vez esta instancia de cuartos de final y se dio justamente en la Copa América de Chile, cuando llegó a la semifinal y perdió ante el anfitrión (nosotros le propinamos una paliza histórica a Paraguay en la fria noche de Concepción). Sería la segunda vez y dejando otra vez sin posibilidades de levantar un trofeo a Messi. ¿Necesitaría algo más el fútbol venezolano para llamar la atención?
De todos modos, las monedas son las presentes y este presente de Venezuela lo ubica como una de las selecciones que hasta ahora no perdió, sólo igualada por las tres que aparecen, a priori, como grandes candidatas al título: Colombia, Brasil y Uruguay. Los otros cuatro seleccionados (nosotros, Paraguay, Chile y Perú) ya hemos mordido el polvo de la derrota. Es un dato, que para algunos puede resultar menor pero que advierte algún potencial que subyace en la “vinotinto” que antes no se daba ni mostraba.
Los colegas de Clarín titulaban con mucha originalidad que la última vez que Argentina repitió formación de un partido a otro, fue cuando el dólar estaba a 14 pesos. Tiempos casi inmemoriales, que también reflejan un cuadro de incertidumbre en el que nos hemos manejado durante todo este tiempo. Y el choque de este viernes en el mítico Maracaná, no será la excepción.
La buena actuación de Acuña, cuando entró ante Qatar, hizo que Scaloni pensara en él como titular y así será: entrará por un improductivo Lo Celso, que se quedó bamboleando entre una ayuda relativa para la contención con poca claridad para la creación. De Paul hizo bien los deberes y Paredes fue el eje del equipo. A ese mediocampo que, para mi gusto, adolece de la marca suficiente para robarle la pelota al rival más allá de que se intenta presionar apenas se la pierde, Scaloni le va a agregar al Huevito Acuña, que armó un buen tándem con Tagliafico en la cálida tarde de Porto Alegre.
Arriba no se toca nada. La dupla Agüero-Martínez funcionó y Messi arrancó desde la posición de enganche, tratando de sacarse la marca de encima para tocar y buscar la devolución en pared con alguno de ellos o sumando a los volantes. La trilogía dio resultado y así lo cree Scaloni. La gran pregunta pasa por saber si esto servirá para el futuro, cuando nos encontremos con otra clase de equipos, aquéllos que nos puedan manejar por más tiempo la pelota sin regalarnos la iniciativa.
Por la historia, por el pasado, por aquéllos resultados históricos que marcaban las grandes diferencias que hoy se han achicado, Argentina necesita revalorizar aquello y dejar bien establecido que a la mayor jerarquía individual no hay con qué darle cuando esos jugadores se empeñan en demostrarlo. Por más que lo colectivo, todavía, sea una gran deuda para Scaloni.
¿Con Pezella y Acuña?
Desde el mismo momento en que finalizó el partido en Porto Alegre y aseguramos la clasificación, Scaloni pensó en un par de cambios para enfrentar a los venezolano en Río.
Acuña por Lo Celso será una de esas modificaciones y la otra se dará con el ingreso de Pezella, quien de esa manera recuperará la titularidad. La cuestión pasa por discernir si el que saldrá es Foyth o si lo hará Saravia, que terminó el encuentro del domingo con un traumatismo.
Si sigue Foyth y sale Saravia, el ex lateral de Estudiantes, hoy en el fútbol inglés, jugará como lateral por derecha. ¿Será línea de tres?, es una posibilidad, con tres centrales como Foyth, Pezella y Otamendi, corriéndose Tagliafico al medio y juntando más gente en ese sector.
Lo más probable es que se mantenga el 4-3-3. Eso sí, va a ser clave que se mejoren los movimientos defensivos y la contención en el mediocampo para no sufrir.